Para los presentes en el estadio de GEBA en Buenos Aires el sábado 14 la fecha será recordada como un evento inolvidable en el que el que muchos consideran el mayor rockero activo en la actualidad dio un concierto demoledor de más de tres horas de magia y calor humano en estado puro. A los 63 años, Bruce Springsteen llegó presentando un disco nuevo -el rabioso y superpolitizado Wrecking Ball (2012)- pero tuvo tiempo para tocar en su casi totalidad dos álbumes más -los clásicos Born to Run (1975) y Born in the U.S.A. (1984)-, cruzar el estadio en varias direcciones para llegar cerca de donde se ubicaban quienes habían pagado entradas de todos los precios, bailar y hacer bailar a todo el mundo, tocar temas a pedido, hacer subir niños y niñas a cantar al escenario, homenajear a los integrantes ya fallecidos de su banda, hacer chistes y mantener a la audiencia hechizada y olvidada del frío ambiente durante los cerca de 200 minutos en los que estuvo encima del escenario.

Sin embargo, no pudo cumplir con algo. En el comienzo de esta extensa gira, Springsteen adquirió la costumbre de tocar al menos una canción de algún artista local en cada país que visita. Desde el “London Calling” de The Clash en Londres hasta el “Manifiesto” de Víctor Jara en Santiago de Chile, pasando por curiosidades como interpretar “Just Like Fire Would”, de la banda proto-punk australiana The Saints, en Brisbane (y en una versión que debe de haber desarmado a los integrantes de aquella banda). Sobre el final del show de Buenos Aires Springsteen confesó que había preparado una canción argentina pero que no se sentía seguro y que después de tantas horas de show le parecía que sólo le iba a salir una versión de mierda (fucked up), pero antes de despedirse con su estremecedora composición “This Hard Land”, The Boss juró que al día siguiente subiría a su página un videoclip en el que aparecería interpretando la canción que no se había animado a tocar esa noche.

Dicho y hecho: el domingo en la página oficial de Springsteen -y reproducido de inmediato en Youtube- se encontraba el autor de “Thunder Road” hablando frente a la cámara y diciendo en dificultoso pero claro castellano: “Hola, Buenos Aires. Hola, Argentina. En 1988 vine a Buenos Aires para el tour de Amnistía Internacional. Mis recuerdos de aquel tiempo están muy vivos. Vinimos cuando el país estaba pasando un momento difícil y luchando por tener un futuro. Para un extranjero, Argentina estaba viva y era prometedora. Era una gran inspiración. Quiero dedicarle esta canción al pueblo de Argentina”, para acto seguido interpretar una versión de “Sólo le pido a Dios”, de León Gieco, canción que dijo que le había mostrado Mercedes Sosa. Una yapa para lo que ya había sido mucho más que suficiente.