-Llama la atención este show por lo diferentes que son las propuestas, pero cuando uno escucha música no escucha la discografía completa de un artista y luego pasa a otra, por lo general busca el cambio, lo diferente para no aburrirse...

FS: -Es lo que venimos diciendo.

JG: -Claro. ¿Cuál es el problema de que las propuestas sean diferentes? Al contrario, para mí es enriquecedor, si ambas son responsables e intentan seguir un hecho estético.

FS: -Además, es como pensar que la gente es unidimensional. ¿Si leés tal cosa no podes leer tal otra? La música es igual.

-De todos modos, cooperemos con la causa: Peyote Asesino marca un quiebre en su aparición con lo que se venía haciendo, y eso incluye a Galemire.

FS: -Lo que hago ahora no tiene nada que ver con Peyote…

-Puede ser, pero es cierto que tres de los integrantes venían de afuera, específicamente de México, producto de exilios familiares, y quizá pretendían un cambio respecto de lo hecho por las generaciones anteriores.

FS: -Sí, un poco era la intención hacer algo que sonara aggiornado. Yo venía de Estados Unidos con algunas ideas. Básicamente: hagamos la música que tenemos ganas de escuchar pero no escuchamos cuando vamos a ver bandas en vivo. En nosotros no había una cosa tan elaborada con respecto a quebrar con lo anterior; cuando estás haciendo cosas y tenés veintipico no tenés un plan maestro a partir del cual planificaste todo para lograr tal causa y efecto. Lo que había era un acercamiento irónico a las cosas, por eso hicimos el candombe “La concha”, medio en joda, que retomaba esa cosa de pegarle a la mesa en los asados. Era una forma de entrarle a cierta tradición uruguaya pero desde el chiste. Y “Mal de la cabeza” recogía toda esa cosa medio tanguera. Todo eso siempre estuvo, entre otras cosas porque tanto Juan Campodónico como Carlos [Casacuberta] y yo, además de haber estado en el exilio, habíamos escuchado y curtido -sobre todo con Juan- todos aquellos recitales que juntaban a Fernando Cabrera con Galemire, etcétera...

-Pregunto por el candombe-canción y esa cosa de escuchar pero no hacer.

FS: -Eso tiene que ver más con una cosa personal que con una intención. Me pasó un poco lo que a Jaime [Roos] cuando se fue a Holanda; lo hablaba con Gale sobre lo que le pasó a él cuando estuvo en España. Cuando tomás distancia de cierta escena también podés verla como la foto aérea del asunto, podés ver que está bueno. En mi caso el disco era una cosa más solista, entonces no tenía una banda ni tenía por qué tener guitarras ni nada, lo laburaba con un socio y una computadora, y al no tener el formato canción rock en la cabeza me podía ir a cualquier lado. Me fui, por un lado, a todo lo que escuchaba de hip-hop y cosas inglesas y, por otro, eché mano a toda una cosa que era como materia prima para mí, la música de Cabrera, de Galemire, de Roos…

-Es algo que incorporaron en el discurso, no hablaban de eso cuando estaban en Peyote.

FS: -No hablábamos ni bien ni mal, hablamos una vez y se ofendió Jaime, cuando nos preguntaron en Argentina cuál era nuestra relación con Uruguay. Dijimos que estábamos más influidos por el rock de los 80, que tenía una relación a veces antagónica con el país y que la generación anterior no era tan crítica u oscura como de repente Los Estómagos o Traidores. Comparando generaciones, quizá había desconocimiento, pero no recuerdo un discurso explícito. Sí recuerdo que todos esos discos estaban cuando nos poníamos a escuchar música. Por 1988 recuerdo Segundos afuera, de Gale, conviviendo con Laurie Anderson y los Dead Kennedys, años antes de Peyote, con quienes había una intención muy concreta.

-Hay cierta evolución del músico y el público en esto de la mezcla.

JG: -Hay interacción tanto del músico como del público, que también va madurando y absorbiendo lo que vas haciendo. Si no lo exponés, o lo hacés de una forma prejuiciosa, o para defender lo tuyo, atacás lo del otro; eso no camina, no está bien. Creo que la diversidad -y no es un panfleto- tiene sentido. Es bueno aprovecharla, uno intelectual y espiritualmente se nutre de muchas cosas. Se lo pierde quien no pone un poco de sí.

-Nos acostumbramos a las clasificaciones. De Galemire debo decir que no me sorprende verlo con Santullo porque lo vi entre el público de Guatusi, y no es común ver músicos en el público...

FS: -Sí, pero recuerdo que en los recitales de los 80 se juntaban propuestas distintas; una vez vi a Traidores, Estómagos y Mateo y Cabrera en el Velódromo.

-Pero los unía una causa.

FS: -No importa. Lo que digo es que el público tiene una tradición, o debería tener o supo tener, porque esa gente hoy debería tener 50 años. Hay de todo. Es una abstracción también, hay un público que son 500 tipos que te van a ver a La Trastienda, y eso no es el público uruguayo. Por otra parte, hay un público que son 20.000 que van a ver a No Te Va Gustar y sólo diez coinciden con los que estaban en La Trastienda. Además, hay un error al pensar que el público escucha una única cosa.

-Uruguay es un lugar bastante particular que no ha encontrado la manera de que vivan aquellos músicos que llamamos “de culto”.

JG: -En las vitrinas donde se venden discos, en general los míos no están, y cuando se va a promocionar algo por radio se prefiere otra cosa en lugar de los músicos de culto, como decís vos… A mí me han catalogado como músico de culto y yo todavía estoy por averiguar qué es eso…

-Mejor hablemos del show y del futuro.

FS: -Ésta es una idea que hacemos sin ningún apoyo intergaláctico. Se me ocurrió, se lo planteé a Galemire por correo electrónico, aceptó y juntamos un miniequipo para laburar para el show. No es una cruzada heroica, simplemente teníamos ganas de hacer un show. Son dos recitales en los que nos convidamos en una canción cada uno con el otro. De entrada tuvimos algunos problemas de logística porque no coincide ningún miembro de las bandas, lo que no es una cuestión menor para poner a una banda a aprender los temas del otro. Vine de España hace un mes y no te da para montar un show de esas características. De ahí eso de “juntos pero no revueltos”, entonces tocamos juntos, nos cruzamos en un par de canciones y cada cual presenta lo suyo. Yo voy a presentar nuevas canciones, de un disco que planeo grabar en febrero si consigo los fondos mediante un crowdfunding [financiación en masa o por suscripción, también denominada financiación colectiva], así que todo va a depender de que consiga el dinero. Será un disco que siga la línea de mis canciones con una intención orgánica y de banda, como mi último trabajo. Yo voy a estar chequeando canciones nuevas y de todas las épocas. Aunque no hay un disco a la vista demasiado concreto, están los temas.

-¿Cuánto hay que esperar para un próximo disco tuyo?

JG: -Esperemos que esto no pase otra vez y que haya sido algo puntual, de un productor que se bloqueó y no quiso editar hasta que le compramos el máster.

-Si bien no ha envejecido, Trigo y Plata es un disco viejo en tu producción. Me imagino que tendrás muchas ganas de editar otro ya.

JG: -Sí, estamos viendo… Mirá lo que me pasó: me contacté con quienes tienen Segundos afuera y Ferrocarriles, que no están en el mercado y que me gustaría reeditar, ya que salió Trigo y plata. Porque hasta donde yo sé, cuando sacás un disco la gente busca los otros, pero me argumentan que es contrario a que haya sido editado este último disco y que el mercado no se expande, sino que se contrae… ¿De qué mercado me están hablando? Todo el tiempo recibo correos de gente que busca esos discos, hay gente que sube a Youtube desde el vinilo las canciones… Entonces, ¿toda esa gente se queda sin el disco porque el mercado se contrae?