-Alguna vez dijiste que en los 80 habías vivido la situación de los muchachos que de golpe empezaron a pegar cocaína, mientras empezabas a cuestionar la secundaria y no veías para dónde iría el rumbo. ¿Ahora sí lo ves?

-Está en el libro [Arrogante rock. Conversaciones con los Babasónicos, de Roque Casciero], no me acuerdo de haberlo dicho, pero nunca tomé mucha cocaína. En realidad yo lo que estaba diciendo -creo que quedó mal escrito- era que muchos amigos más grandes estaban muriendo por la cocaína, mientras se inyectaban y demás cosas. Ésa es la realidad, pero quedó raro escrito, como que me la compraba para mí. De todos modos, no me parece tan importante: era chico, todo me parecía una aventura y de golpe la gente empezaba a morirse.

-Después del primer éxito en el 92 
-con el tema “D-Generación”- pasaron por la cima del rock nacional y por aquello que definió al sonido del rock “sónico”, además de sobrevivir a la muerte del “nuevo rock” y acercarse al pop con matices electrónicos. ¿En qué etapa dirías que están?

-Creo que siempre tuvieron distintas formas y lo único que fue evolucionando -te diría- es la forma de componer, y con ella también fue evolucionando la forma de combinar esos sonidos. Creo que fuimos creciendo compositivamente, y tal vez por eso sientas que evolucionamos hacia el pop, digamos. Pero si uno revisa bien del primero al último disco, salvo en Dopádromo, en todos hay protocanciones pop que no sabíamos componer. Lo que sucede es que el término pop es tan abierto, integra tantas cosas, y tantas de ellas sin compromiso y sin sentido, que es raro. Lo tomo como una mejoría, una madurez compositiva.

-Romantisísmico es el regreso a la compañía con la que editaron los primeros discos (Sony Music)...

-Igual es totalmente otra gente y otro mundo. La historia hizo que sea la compañía que nos toque, se terminó el contrato con Universal -una compañía que nos trató muy bien-, y ahora vamos a ver cómo salen estos caminos. Creo que lo interesante es que nos dedicamos mucho tiempo a hacer este disco (ocho meses dentro del estudio), que está lleno de sonidos y arreglos nuevos que hace tiempo teníamos muchas ganas de hacer.

-Se ha dicho que este disco celebra el regreso de la banda a sus raíces musicales, como también a los riffs de guitarras enérgicos y a las letras sarcásticas. ¿Es cierto eso?

-Dejame pensarlo porque dijiste muchas cosas... Sí, hay un trabajo muy interesante de guitarras, y hay mucho, en realidad. En discos anteriores estábamos en la búsqueda de la naturalidad, que puede ser muy fácilmente representada en vivo, pero en este caso nos dejamos llevar un poquito más, además de que ahora ya estamos aprendiendo a llevar en vivo este disco, del que no vamos a adelantar mucho en Montevideo, porque todavía no se conoce mucho material. Después, con respecto a las letras, no estoy seguro de que sean irónicas, son distintas a otras, digamos.

-Adrián [Dárgelos] comentó en varios lados que este disco era un manifiesto o una serie de declaraciones, y aclaró que a diferencia de los otros, decía verdades aunque dolieran.

-Es cierto. Tiene mucho que ver con el amor pero también con la burocracia, muy relacionada con el arte de la guerra. Como todo aquello que conlleva al amor excepto lo dulce, melancólico y ominoso.

-También confesó que generaron un discurso que cree en el ir y venir de la discusión.¿Como generadora de conocimiento, de diversidad, de encontrar un lugar...?

-Sí, sí, eso mismo. Creo que también está muy de manifiesto en cuanto a las relaciones humanas, digamos. Se manifiesta a favor y en contra de ciertas cosas que no aclara, sino que se da a través de esa idea del acuerdo y el desacuerdo, en las distintas formas de relación.

-¿Cuál fue la idea de crear este rompecabezas con los clips que resumían, según cada integrante, el significado de “La lanza”?

-Ésas son determinadas cosas que piensa la compañía y que de común acuerdo vamos desarrollando. La verdad es que me encantaron, siento que tuvieron un sentido la semana que salieron -previa a que la canción exista- y me pareció una buena idea tener los instrumentos por separado. Incluso me encanta el clip de “La lanza” [realizado por el director argentino Juan Cabral], es el mejor que tuvimos.

-¿Qué les quedó de Bultaco Records? Estaban bastante escépticos con el mercado y sobre todo con cómo las multinacionales veían al rock.

-No, puede ser que hayamos dicho eso en ese momento, y viéndolo a la distancia puede ser que hayamos sentido eso, pero en realidad fue una forma de aprovechar la oportunidad, porque se terminaba el primer contrato con Sony, decidimos no renovarlo de común acuerdo, y por primera vez sacamos unos discos de los que podíamos tener el 100 por ciento de las ganancias. Con eso construimos un estudio, y ahí fue que en aquel momento, donde política y económicamente estaba todo tan destruido, logramos hacer Jessico [2001], que obtuvo un lugar de importancia. Yo supongo que fue también porque tenía formas de alegrías más allá de que el mundo se estuviera derrumbando. Construía en medio de la destrucción. El nacimiento de Bultaco se vincula más que nada con esto. Ya de paso aviso que a pedido de La Trastienda vamos a armar un stand con los discos de esa época y también algunos otros, incluso los vinilos de Jessico, para que estén en las disquerías. Montevideo es un gran pueblo cultural, sobre todo musical -y de todas las épocas-, por lo que era tremendo que no esté el vinilo ahí.

-Babasónicos en cierto modo marcó una tendencia en el medio con respecto a la tecnología: en 2008, Mucho fue el primer trabajo argentino en ser editado en formato para celulares, incluso antes que en CD, y en febrero de este año se editó Babasónicos vs El público, el EP experimental de cuatro temas con el que la banda musicaliza el libro de Bruno Galindo (El público). ¿Cómo les fue con eso?

-Súper bien, muy contentos con el objeto. Está a la venta y circulando en formato digital, funcionando perfecto, y sobre todo estamos muy contentos con esa posibilidad abierta de incluso continuar con el género [Spoken Words]. Ya deberíamos haber empezado, pero bueno, estamos muy concentrados en lo que es la salida del disco y lo que van a ser los shows.

-¿Qué lugar creés que ocupan dentro de la historia del rock?

-Supongo que algo así como que ya estamos dentro de los clásicos inquietos.

-El documental Jessico, una historia de rock en tiempos convulsos, cuenta la creación y grabación de este disco clave en la historia de la banda, sobre todo al ser editado en el medio de la crisis y las revueltas...

-Hace un poco de foco en eso y en la cuestión artística de desarrollo y composición del disco. Como te decía antes, estaba envuelto de toda esta situación política, porque era un país que se derrumbaba y una situación que no se sabía hacia dónde iba a ir. Decidimos encararlo con fuerza, creatividad y seguir adelante. Lo que me gusta del documental es cómo nos ven desde afuera varias generaciones, entre los que están Daniel Melero, Jorge Serrano, los chicos de Onda Vaga, Mario Pergolini, que desde distintos ámbitos hacían la cultura, nos vieron crecer y hacer ese disco.

-¿Cómo es la relación de la banda con el gobierno? Adrián ha dicho que era antioposición, sobre todo porque este gobierno tenía momentos discursivos que se acercaban a las causas nobles.

-Estoy de acuerdo. No tenemos relación con el gobierno, pero para mí es una clase política que se está extinguiendo, más allá de que estoy de acuerdo y en desacuerdo, pero no tengo ninguna relación con ellos y no trato para nada de aprovecharme de su política cultural. Pero estoy más de acuerdo que en desa-
cuerdo. No me gusta quedar relacionado con ningún gobierno porque no hacemos política sino entretenimiento contracultural.