El cantautor Santiago Feliú, perteneciente a la segunda camada de músicos de la Nueva Trova Cubana, regresa a Uruguay hoy, después de diez años de ausencia. Guitarra en mano, este “hippie del comunismo”, como fuera bautizado en su biografía, es ahijado de Silvio Rodríguez en lo artístico y en la vida, y es un defensor crítico de la revolución que lo vio nacer y de las causas sociales. Su forma de tocar la guitarra provee a sus canciones de un sonido distintivo debido a la técnica que él mismo implementó, ya que siendo diestro, continúa tomando el instrumento por la izquierda sin invertir la posición de las cuerdas. Hoy a las 16.00 será declarado Visitante Ilustre por la Intendencia de Montevideo y de noche, la sala Zitarrosa será el escenario en el que presentará las canciones de su último trabajo discográfico, llamado Ay, la vida, así como un recorrido por su obra anterior y novísimas composiciones instrumentales.

-Se te define como cantautor de canción militante. ¿Qué sería para vos una canción militante? ¿Y una canción artística?

-Más que nada soy un compositor de canciones de amor y de amor desamorado o desamor y, cuando alguna cosa me toca desde el punto de vista social, pues busco la canción que puedo hacer, es como un debe. Pero por sobre todas las cosas, soy militante de una canción de arte, un equilibrio ingenioso de música y poesía.

-El cantautor Gabo Ferro dijo: “Cuando el público ve a un cantante con una guitarra piensa: ‘uh, esto es un panfleto o un plomo”’. ¿Qué opinás al respecto?

-Tiene razón y creo que es porque son muy pocos los que con sólo una guitarra sorprenden al público, como también creo que son demasiados los que quieren ser trovadores porque les parece sencillo. Sí que son muchos más los plomazos.

-¿Qué efectos tiene el bloqueo a Cuba desde el punto de vista cultural?

-Ahora son los gringos los que más drama tienen para ir a Cuba de acuerdo a sus leyes. Recién ahora los artistas cubanos pueden ir a Estados Unidos mediante acuerdos de intercambio cultural, pero lo cierto es que siempre hubo esfuerzos para vetar el arte cubano en el mercado internacional. De cualquier manera, Cuba siempre ha crecido culturalmente más allá del bloqueo.

-¿Cuándo considerás que un recital fue un gran recital?

-Cuando todo el duende que te toca estuvo presente, porque es en esas ocasiones cuando la gente más te siente; más allá de lo profesional o del oficio está esa parte mágica que es la que marca la diferencia.

-¿Cómo fue tu formación como guitarrista? Has dicho que un disco de Jethro Tull fue lo que te cambió la cabeza.

-Como a los cinco años agarré la guitarra de mi padre y no sé por qué la agarré al revés. El caso es que siempre toqué así, sin invertir las cuerdas sin ni siquiera ser zurdo… digamos que me inventé una técnica. Jethro Tull fue la primera banda de rock que me movió el piso, por tanta música junta en un solo tema. Digamos que fue el primero, junto a Yes, Pink Floyd, Bob Dylan, Cat Stevens, Paul Simon y Paco de Lucía. Ellos sacaron de mí un cierto rock, y luego el rock argentino también me inspiró a hacer lo mío, pero soy un trovador con influencias de varias músicas.

-¿Cómo fue la experiencia en Colombia, cuando compusiste “Náuseas de fin de siglo”?

-Una experiencia que verdaderamente me dejó muchas marcas: fui por un mes y me quedé ocho, tenía 27 años y me enrolé en la magia de Bogotá pasando por la guerrilla del M19, donde estuve una semana compartiendo y debatiendo con su líder Carlos Pizarro. Ángel Becassino, un artista argentino [fotógrafo, músico, escritor y poeta] que vive en Colombia, escribía sobre ellos y me invitó a esa aventura. Fue una ruptura, un salto, cambiaron mis versos, se abrieron mis entendederas. En fin, que si no hubiera pasado por esa experiencia no existirían esas canciones y no sé cuáles haría hoy.

-Después de una época viviendo en otros países de Latinoamérica volviste a Cuba. ¿Te imaginás viviendo en otro país?

-Es que ya lo hice, viví largas temporadas en Buenos Aires y en España en los 90. Si nunca hubiera salido, como casi todos los latinoamericanos, quién sabe, pero ahora un mes fuera ya me parece mucho. Nada como tu casa y nada como el Caribe.

-Tu última visita a Uruguay fue hace diez años. ¿Qué recuerdos conservás de aquella vez? ¿Escuchás música de compositores uruguayos?

-Recuerdo que fue en la misma sala Zitarrosa y que fue muy emotivo. Ojalá se repita. Me gusta pasear por Montevideo desde que la conocí en 1985, cuando me trajo Silvio [Rodríguez]. Me gusta la milonga y el candombe, y soy fan de Leo Maslíah.

-En “Futuro inmediato” hay una referencia a Natural Born Killers. ¿Qué reflexiones podés hacer a partir del amor y la violencia?

-Es una canción que hice a partir de la película. Me impactó la forma tan increíblemente artística de lograr una película de amor basada en la violencia y viceversa. Pero bueno, sólo así se puede reflexionar de esa manera. Para mí son cosas que deben estar separadas, obviamente.

-Me han hablado de que oponés cierta resistencia a las entrevistas en vivo a causa de tu tartamudez. ¿Te afectó en tu carrera o en tu vida en otros aspectos?

-Sí, es terrible porque no es tanto lo que me cuesta hablar como lo que me cuesta responder preguntas. Es como que me trabo, termino buscando lo que más fácil me salga y termino diciendo cualquier cosa, no me concentro por pensar en hablar bien, me desborda, está por encima de mi control. Por eso prefiero responder por mail, de niño lo sufrí bastante, ahora pues eso, me aterran las cámaras. Por suerte canto.