La investigación reconoce la incidencia que tienen las expectativas de los agentes en la evolución futura de las principales variables económicas, así como la “capacidad [de éstos] para adelantar su comportamiento”, dice el informe de actividad y comercio del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) difundido el miércoles. El informe aclara que las expectativas son relevantes para quienes hacen la política, en particular su ajuste a los objetivos definidos, ya que reflejan la credibilidad en las políticas económicas. Cinve analizó la correlación entre las principales variables macroeconómicas y las expectativas de inflación, de manera de “evaluar la calidad de las proyecciones de inflación” mediante las variables que los analistas consideran a la hora de formular sus proyecciones.

En primer lugar, concluye que existe una correlación “alta y positiva” entre las expectativas de inflación y la inflación interanual, lo que para el Cinve, “podría ser un indicador de inercia inflacionaria”. En particular, la inflación interanual de cuatro meses atrás es la que mayor incidencia positiva tiene sobre las expectativas para los próximos 12 meses. Esto se explica por “la propia dinámica de la inflación” así como por la “forma adaptativa de elaboración de las proyecciones”. En este sentido, el Cinve destaca que en el caso de la inflación tendencial, es decir, aquella a la que se le elimina los factores más volátiles, las correlación es aun más fuerte.

La tasa de desempleo también evidencia una correlación significativa, aunque en este caso es negativa con las expectativas de inflación, ya que “en contextos de desempleo bajo, los trabajadores tienen mayor poder de negociación en tanto crece la demanda de trabajo [...] y presiona al alza los salarios”. Este efecto desencadena el aumento del nivel de precios, explica el informe. La correlación aumenta hasta los seis meses de rezago cuando llega a su máximo.

Las expectativas de inflación se asocian también, aunque en menor medida, con el estado de la actividad económica. Según el informe, cabe esperar que cuando la economía se encuentra en una etapa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) esto provoque al alza la demanda y así en las expectativas de inflación, aunque aclara que “la asociación entre estas variables puede no ser contemporánea”. En este caso, la mayor correlación entre las variables ocurre nueve meses antes de que se realice el pronóstico. En este caso el rezago se explica porque el informe del PIB se conoce tres meses después de la finalización del trimestre analizado.

El estudio destaca que no se encontró evidencia de que la tasa de interés, el tipo de cambio y los agregados monetarios fueran variables que estuvieran correlacionadas (al menos no significativamente) con las expectativas de inflación, aunque el Cinve aclara que “esto no permite concluir que estas variables no tengan ninguna incidencia en la evolución de la inflación interanual ni en la formación de expectativas”.

Con base en este análisis de correlaciones, el Cinve concluye que “los analistas no consideran las variables de política monetaria” en la formación de sus expectativas, lo que “podría interpretarse como ineficiencia del uso de la información disponible, como falta de capacidad para captar las señales implícitas en la evolución de ésta o, incluso, como falta de credibilidad sobre la política monetaria, en particular en el marco del incumplimiento de las metas de inflación durante aproximadamente 80% del tiempo desde su implementación”.