Ésta debe ser una de las frases más repetidas en cuanto reportaje se haga a deportistas, especialmente aquellos que compiten en los deportes “menores” (así se autodefinen todos menos el fútbol). Esta aseveración surge además y muy a menudo luego de que esos deportistas, en forma individual o siendo parte de equipos, vuelven de participar en competencias internacionales. Se hace entonces comparaciones con la forma en que se les apoya a deportistas en otros países, lo que les permite mucho mejores preparaciones, cuando no pasarse directamente al profesionalismo.

La conclusión facilonga que adoptan muchas veces algunos dirigentes y periodistas es que EL ESTADO NO APOYA AL DEPORTE. Así, con mayúscula y poniendo cara de situación.

Vayamos por partes. En primer lugar examinemos si nuestro país puede apoyar a sus deportistas como lo hacen otros como, por ejemplo, nuestros vecinos de Argentina y Brasil.

Nuestro país, con sus escasos tres millones de habitantes (lo que limita las posibilidades del Estado de destinar dinero para el deporte), tiene 30 veces menos recursos económicos que Argentina y 45 veces menos que Brasil. Sin embargo, en el deporte no hay -como en las relaciones económicas internacionales- cláusulas de “nación menos favorecida”. Hay que competir en absolutamente las mismas disciplinas, categorías y torneos que otros que pueden destinar muchísimos más recursos a su deporte que Uruguay. Acá aparece un factor que generalmente los quejosos desconocen. Debemos competir como si fuéramos iguales, sin serlo.

Pero además: ¿es cierto que el Estado no apoya? Examinemos brevemente algunas de las fuentes de financiamiento que utiliza ese Estado que aparece como tan despreocupado por el deporte. La lista es larga. Tengamos entonces un poco de paciencia, pues nos sorprenderemos.

Acá vamos: por el lado del Poder Ejecutivo, tenemos en primer lugar las partidas presupuestales destinadas por el Ministerio de Turismo y Deporte, que se han multiplicado por ocho desde el primer al segundo gobierno del Frente Amplio. Con ello se pagan las afiliaciones internacionales de todas las federaciones, pasajes y estadías para torneos internacionales, becas a deportistas por la Fundación Deporte Uruguay, construcción de instalaciones en plazas de deporte y en clubes, el costosísimo control antidoping, el mantenimiento de instalaciones como la Pista de Atletismo, el estadio Arenas del Plata, la financiación total de Gol al Futuro y muchísimos otros etcéteras. A ello le sumamos los importantísimos aportes vía convenio del Ministerio de Transporte y Obras Públicas para construir, mejorar o refaccionar canchas, edificios, vestuarios, piletas, techados, estadios, etc., de clubes e intendencias en todo el país.

También el Ministerio de Economía que exonera de aportes de impuestos nacionales, derechos de importación y renuncia fiscalmente a los favorecidos por la Ley de Promoción Deportiva.

Si seguimos por el Ministerio de Defensa, recordamos los convenios con varias federaciones que se acaban de firmar y -sobre todo en el interior- el apoyo a clubes y federaciones en alojamiento, transporte y maquinaria (a veces también en personal) para obras y actividades.

Hoy está en plena discusión el tema de quién se debe hacer cargo de la seguridad interna de los espectáculos deportivos, dado que los dirigentes no quieren malquistarse con “las barras bravas” que necesitan para mantenerse en sus puestos y a veces. “apretar” a jugadores y contrarios. El presidente de la AUF lo valoró en más de un millón de dólares y sólo en el fútbol montevideano, y de primera división. Eso y mucho más (pues se hace “seguridad” en otras divisiones, en el interior y en otros deportes), lo pone actualmente el Ministerio de Interior.

Si seguimos con los entes, Antel se destaca con el masivo apoyo publicitario a casi todo el deporte esponsoreando equipos y selecciones, pero también dando su aporte multimillonario a la prensa deportiva con presencia apabullante en casi todos los programas y transmisiones. No nos olvidamos, claro, de la discutida inversión en el Antel Arena. Pero también UTE y OSE se hacen presentes en el deporte con sus tarifas bonificadas y, especialmente ANCAP, que “banca” no sólo a los deportes mecánicos sino que apoya con pórtland y combustibles a muchísimas instituciones y equipos deportivos.

Aunque hay otros entes que también invierten (la Administración Nacional de Educación Pública con su formación deportiva de los estudiantes y las recientes carreras de UTU del Bachillerato Técnico en Deporte y Formación Básica en Deporte y la Universidad de la República con la formación de técnicos Deportivos y profesores en el ISEF), hay que subrayar el esfuerzo que hacen las intendencias. Sólo en Montevideo hay casi un millar de padrones que usan sin ningún costo las instituciones deportivas para sus canchas, estadios, edificios y otras instalaciones. Pero además en todo el interior, las intendencias construyen y mantienen una red de instalaciones deportivas (estadios, pistas, piscinas, etcétera), siendo ejemplos paradigmáticos -aunque no únicos- el Campus de Maldonado y las instalaciones municipales de Flores. Pero además las intendencias financian equipos de técnicos y profesores que enseñan y entrenan en todo el país a numerosos contingentes de deportistas, pero también proveen de alojamiento y transporte a muchas manifestaciones deportivas, organizando permanentemente torneos de carácter local, nacional e internacional. Y lo que se aplica por los presupuestos participativos.

Parecería entonces que lo que falta no es apoyo, sino ordenarlo, ya que el mismo es totalmente anárquico, sin planificación ni control, a veces dado en forma demagógica y que depende, como en todo sistema liberal, del lobby que cada uno pueda hacer.

Pero ése es otro tema, que también valdría la pena abordar.