“Déjalo ser, déjalo ser. / Déjalo ser, déjalo ser. / Susurras palabras sabias: déjalo ser”, sonaba en versión cumbia el famoso tema de The Beatles desde un parador costero mientras los mayores pescaban y los niños se entretenían torturando mojarras. El camino a la manzana 20 -donde comenzaba la octava edición de Jazz a la calle- bordeaba el río Negro y la playa El Raviol, y los locatarios, risueños, entre mate y paseo en moto identificaban a “los del jazz”, como les dicen ellos a los que concurren al festival. Faltaban un par de horas para que comenzaran los toques en el escenario principal, pero el público ya había instalado una buena colección de reposeras multicolores en el centro del predio y esperaba con ganas el arranque.

Del 11 al 19 de enero, el Encuentro Internacional de Músicos Jazz a la calle invade la capital de Mercedes, alternando un escenario central, largas jam sessions nocturnas (en las que músicos que no se conocen van armando grupos de improvisaciones), toques callejeros, clínicas y talleres. Este año se presentaron 415 grupos de más de 13 países, entre ellos Brasil, Chile, Paraguay, Argentina, Rusia, Alemania, Francia y México, de los que fueron seleccionados 29 para tocar en el escenario principal.

La primera en presentarse fue la Orquesta Joven de Soriano, formada en 2012 por la mayoría de los alumnos de la Escuela del Jazz a la Calle, que funciona todo el año de manera gratuita. Las edades variaban, pero todos sonreían mientras afinaban y miraban nerviosos al director, Mónico Aguilera, quien, como tantos otros, decidió instalarse en Mercedes y apoyar al Movimiento Cultural Jazz a la Calle en sus principales objetivos sociales, como la escuela de música, varios encuentros periódicos y el habitual encuentro internacional que se lleva a cabo en enero. La orquesta comenzó con la idea de formar un núcleo de jóvenes estudiantes de música del departamento, que en su andar presentaran cierto desarrollo musical y técnico, según explicó Aguilera, quien considera fundamentales el compromiso, la disciplina, la responsabilidad y el trabajo. El director se mantiene atento para poder invitar a jóvenes que se destacan precisamente porque son y serán los referentes del mañana, a partir del esfuerzo y la búsqueda del crecimiento.

Los brasileños de BeBossa interpretaron variadas versiones de Milton Nascimento, Caetano Veloso y João Gilberto. La fría noche del sábado no perturbaba a ninguno de los presentes, que seguían los ritmos desde sus sillas y se enardecían con “Garota de Ipanema” o “si te gusta comer manzanas, son más frescas por la mañana”, del Negro Rada, entre los bellísimos juegos vocales del sexteto. La mayoría de los BeBossa vinieron por primera vez el año pasado, cuando se enteraron del encuentro por los comentarios de amigos. Y es que Jazz a la calle funciona por el boca a boca, los músicos tocan gratis, se hospedan en hoteles o en casas de familia, y muchos cambian sus pasajes de regreso porque descubren una ciudad que vive la música.

Cuando llegó la hora de Afro Latin Jazz Ensamble, el viento soplaba fuerte y las bajas temperaturas se sentían en esta manzana frente al río. Aunque ya era la una de la mañana, ninguno de los presentes insinuaba la retirada, mientras el mate, el whisky y la cerveza pasaban de mano en mano y algunos adolescentes preferían el vino cortado y se divertían bailando al son de la música. Y ése es uno de los aspectos fundamentales de esta semana y pico durante la que se extiende el evento: la sociedad entera se suma, colabora con el alojamiento y la organización e instala sus puestos de comida, ya que se siente parte de esta gran fiesta que no deja a nadie afuera. No hay que saber qué significa blackstick, block chords o entertainer; la música les llega a todos. A su modo, claro.

Los que no pueden llegar a la capital de Soriano para vivir esta experiencia pueden acceder a la página de Facebook Grupo Jazz Mercedes, donde se suben clips diarios de este encuentro difícil de clasificar y, por supuesto, de definir.