William Shakespeare es un referente canónico en la tradición del teatro occidental que, a lo largo de los años, se ha mantenido invariable, refundado en los incontables espectáculos que abordan sus textos en distintas partes del mundo. El Río de la Plata no ha sido la excepción. Todos los años en la cartelera teatral uruguaya figuran puestas sobre Romeo y Julieta, Hamlet, Macbeth, algunos inusuales El rey Lear o Cuento de invierno, llevadas adelante tanto por la Comedia Nacional -desde las décadas del 50 y 60- como por diversos dramaturgos del teatro independiente, entre las que se encuentran Las Julietas, de Marianella Morena, que cruza al británico con el mito del maracanazo, o Algo de Ricardo, de Gabriel Calderón, que adapta Ricardo III a un monólogo interpretado por Gustavo Saffores.

En 1997 el Shakespeare’s Globe Theatre se convirtió en la rigurosa reproducción del teatro construido en 1599, en el que Shakespeare interpretó sus obras más conocidas. En 2014 se cumplen 450 años del nacimiento del reconocido dramaturgo, y por este motivo el Globe Theatre ha organizado una gira mundial que, en un plazo de dos años, presentará una nueva versión del clásico Hamlet en todos los países del mundo. En el marco de esta gira, el 22 de noviembre a las 20.00 se presentará Hamlet en el teatro Solís, en una gala homenaje a la actriz China Zorrilla.

Noviembre se aproximaba y el teatro no anunciaba la visita del Globe Theatre. El motivo era la negociación por el presupuesto que aún se mantenía con la compañía inglesa para poder concretar el proyecto. En palabras del director de Cultura de la Intendencia de Montevideo (IM) Héctor Guido, se realizaron todos los esfuerzos posibles al considerar que el Globe se encuentra entre “las mejores compañías del mundo.” Describió su versión de Hamlet como muy innovadora, y recordó que se está cumpliendo con el objetivo de traer lo “más destacado a nivel teatral” (al Globe se suma, entre otros, la visita de la Comédie-Française en 2013).

En la conferencia de prensa organizada por el teatro, la docente de Literatura Inglesa de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Lindsey Cordery habló de la importancia de Shakespeare en la cultura uruguaya, acontecimiento muy ligado al panorama teatral nacional a partir de diversas traducciones, adaptaciones, recreaciones y apropiaciones. Citó el ejemplo de Enrique príncipe y rey realizada por la Comedia Nacional, El rey Lear de Antonio Taco Larreta, cuando recién volvía de su exilio en España, y diversas apropiaciones que se llevaron adelante, incluso fuera del ámbito escénico, como el Ariel, de José Enrique Rodó, o la muestra La señora Macbeth and the witches within, de la artista plástica Virginia Patrone.

Daniela Bouret -directora del teatro municipal- expresó que contar con un espectáculo de este nivel es parte de lo que son “las responsabilidades que un teatro público debe asumir”, y agradeció “la espalda” del Departamento de Cultura de la IM, que posibilitó la concreción de este acontecimiento en la agenda de los diez años de reapertura del Solís. Guido replicó que brindar lo mejor al ciudadano es una de las funciones de las políticas públicas.

¿Proyecciones?

El anterior proyecto del Globe Theatre había ofrecido 37 piezas del autor de Sueño de una noche de verano en 37 idiomas: desde el mandarín, swahili, bangla y yoruba hasta la lengua de señas y el hip hop, desarrolladas en su propia sede. Rubén Szuchmacher, reconocido dramaturgo, actor y docente argentino, fue convocado para estrenar Enrique IV, segunda parte. Hace dos años, el director decía que el público había reaccionado favorablemente a esta puesta argentina pero no así la crítica especializada: “La crítica inglesa actuó reaccionariamente, creo que nosotros como argentinos no le caímos demasiado bien, sobre todo porque la puesta tiene algunos chistes de la colonización y ese tipo de cosas, me parece que se sintieron un poco tocados con eso. A mí me pareció fantástico. El público no paraba de reírse, otros aplaudían excitados. La crítica no entendió demasiado, si uno lee sus comentarios, son personas muy indignadas. Se enojan porque en realidad lo que trabajamos fue una visión acerca de lo que nosotros podemos pensar que son los ingleses”.

Incontables dramaturgos defienden la readaptación contemporánea de Shakespeare, ya que los temas de la mentira, la seducción, la desmesura del poder, la incapacidad de dirigir un Estado y la descomposición de la familia, por citar sólo algunos, mantienen su vigencia categórica. Aunque no pocas veces los espectadores nos hemos enfrentado a puestas montevideanas clásicas que nada aportan al texto original, sino que se convierten en una suerte de lectura en voz alta por distintos actores que se desplazan en el escenario. Está claro que el teatro no debe regirse sólo por los atractivos de la intelectualidad, así como tampoco el hecho cultural debe ser exclusivo de una elite, incluso cuando nos arriesguemos a que ese proceso de democratización conduzca a su propia trivialización (a veces propiciada por la idolatría iconográfica).

Con respecto a estas puestas, resulta sugestivo citar lo que el argentino Mauricio Kartún denomina “el cuentito”: aquello imprescindible que los autores cuentan al espectador porque sin él la obra les resulta incomprensible. En pleno siglo XXI, cuando todo parece haberse vuelto apariencia y virtualidad en el mundo del espectáculo, probablemente el teatro sea el lugar que nos quede para la preservación de un espacio reflexivo, formador y movilizador de imaginarios. Que se limite a “contar el cuentito” es condenarlo a su perdición. La decisión de ver en -por ejemplo- Enrique IV los comienzos del colonialismo y denunciarlo en tono de comedia es redescubrir la poética del texto dramático y trascender la tradición anquilosante de obras indiscutiblemente contemporáneas. Esta vez es el propio Globe Theatre el que viaja por el mundo representando un Hamlet, y ya somos varios los que esperamos ver una puesta renovada de un clásico de todos los tiempos.