Su voz rasposa es una de las más reconocibles de la historia del rock; su melena rubia, también. Nacido en Londres en 1945, de raíces paternas escocesas, Rod Stewart grabó más de 25 álbumes como solista, y según su autobiografía Rod (2012), vendió casi 200 millones de discos. Su música abraza los más diversos géneros: desde el rock de la vieja escuela hasta el disco, el soul y las baladas de estándares del pop que ponen locas a las señoras de las primeras filas. Luego de un cuarto de siglo de ausencia, Stewart regresa a Montevideo para tocar en el estadio Centenario el 25 de febrero; una oportunidad para recordar exactamente quién es Rod the Mod.
Aunque su primer intención fue la de ser jugador de fútbol, Roderick David Stewart decidió dedicarse a la música, oficio en el que le parecía que podía destacarse con menos sacrificio. Después de probar suerte en grupos menores (e incluso participar en una primera formación de The Kinks), empezó a hacerse un nombre en Londres a principios de 1967, como vocalista del Jeff Beck Group, banda liderada por el guitarrista que le da nombre, un virtuoso de novela. El encargado del bajo era un tal Ronnie Wood. Debutaron con Truth (1968), disco de blues-rock que calza perfecto con la voz cascada de Stewart, casi una versión blanca de Sam Cooke. La mayoría del material eran versiones pesaditas de blues clásicos, como “You Shook Me”, “Let Me Love You” y “Rock Me Baby”. Como el grupo tenía su nombre, Jeff Beck ejecutaba esos solos en los que Rod podía aprovechar para ir al baño y volver para cantar el estribillo. El hit del disco es el instrumental “Beck’s Bolero”, en el que tocan personajes como Jimmy Page, John Paul Jones y Keith Moon. El circuito rockero de Londres en aquella época era un pañuelo, y vaya si sonaba.
El siguiente álbum del grupo -más pesado que el primero- fue el último con Stewart como vocalista: Beck-Ola (1969) -paráfrasis de Rock-Ola-. Pasaron de versionar blues a clásicos del rock & roll como “All Shook Up” y “Jailhouse Rock”, de Elvis. La gema perdida del disco es “Spanish Boots”, composición original acreditada al trío Beck/Stewart/Wood, una orgía de ritmo en la que todos los participantes se destacan por igual. El instrumental de siete minutos y medio “Rice Pudding” cierra el disco con un aire muy Led Zeppelin, quienes habían editado su disco debut unos meses antes, también con una versión de “You Shook Me”. En realidad, como todos andaban por la vuelta -en su autobiografía Rod comenta que Jimmy Page y John Bonham los iban a ver en sus primeros shows-, la influencia fue mutua: Led Zeppelin sin dudas tiene algo del Jeff Beck Group y el nombre de Stewart fue uno de los manejados para la banda anes de decidirse por Robert Plant.
Luego de abandonar el grupo, Stewart se integró como vocalista a The Faces -banda con antiguos miembros de Small Faces-, Ron Wood también se sumó, pero cambió el bajo por la guitarra. Los Faces editaron cuatro discos: First Step (1970), Long Player (1971), A Nod Is As Good As a Wink... to a Blind Horse (1971) y Ohh La La (1973). Tal vez el disco más redondo de los cuatro es Good As…; en él está incluido el mayor hit de la banda, que sigue siendo una fija en los recitales de Stewart: “Stay With Me”.
Para Rod ninguno de los álbumes de los Faces hizo realmente justicia ni transmitió la energía que eran capaces de desarrollar en una grabación, y la culpa se la atribuye al alcohol: “Pero, ¿qué esperábamos? Las sesiones de grabación de los Faces siempre empezaban en el pub y, con frecuencia, pasábamos más rato allí que en el estudio. Creíamos que no había nada como el ron con cola para que fluyese el proceso creativo, salvo posiblemente otra ronda de ron con cola, especialmente si no la pagabas”, comenta el músico, con su característico humor, en Rod.
Los Faces se separaron a fines de 1975, meses después de la ida de Ronnie Wood a los Rolling Stones; una banda en la que seguramente pudo encontrar algún compañero para seguir con la tradición alcohólica de su anterior grupo.
Solo bien se lame
Sin una banda en la que cantar, Stewart decidió cortarse solo definitivamente. Durante su período en los Faces ya había lanzado varios discos como solista, el primero en 1969 (An Old Raincoat Won’t Ever Let You Down), pero su extensa carrera hace imposible detallar todos sus álbumes. El primer quiebre importante fue con Every Picture Tells a Story (1971), disco que está incluido en la trillada lista de “Los mejores 500 álbumes de todos los tiempos”, de la revista Rolling Stone. Además de la canción que da nombre al disco, se destaca la acústica “Maggie May”, que está basada en el debut sexual de Stewart con una mujer más grande que él: “Despierta, Maggie, creo que tengo algo que decirte. / Es el final de setiembre y realmente debería estar en la escuela. / Sé que te mantengo entretenida, pero me siento usado”.
La mayoría de sus primeros álbumes mantienen un equilibrio entre canciones originales y covers. En A Night on the Town (1976) aparecen dos infaltables de su repertorio en vivo: las tranquilas “Tonight’s The Night (Gonna Be Alright)” y “The First Cut Is the Deepest” -de Cat Stevens-. En el siguiente disco, Foot Loose & Fancy Free (1977), también siguió con su lado más tranquilo con un par de baladas acústicas, pero el álbum lo abre el que se convirtió en uno de sus más grandes hits: “Hot Legs”, un rock & roll de los de siempre: tres acordes y letra lasciva. Hay que tener cuidado al escuchar esta canción: como dura cinco minutos existe el riesgo de terminar repitiendo “hot legs” como un poseído.
En 1978 la música disco era omnipresente. La banda sonora de la película Fiebre de sábado por la noche (John Badham, 1977), que juntaba a los capos del género -con los Bee Gees como plato principal-, estuvo meses liderando las listas de éxitos. Varias bandas de otros palos se contagiaron de la misma fiebre que John Travolta. Por ejemplo, “Heart Of Glass”, de Blondie, y “Miss You”, de los Stones, ambas de 1978, tienen una clara influencia de la música disco -las sincopadas e hipnóticas líneas de bajo, y la batería cuadrada machacando cada beat obsesivamente-. Rod Stewart no iba a ser menos: en noviembre de 1978 largó “Da Ya Think I’m Sexy?” -en Blondes Have More Fun- y fue derecho al número uno en Estados Unidos y Reino Unido, logrando el mayor éxito comercial de su carrera. Parte de la melodía tiene similitudes con la de “Taj Mahal”, del músico brasileño Jorge Ben. Stewart respondió freudianamente: “Fue plagio inconsciente”. Más allá de la acusación, la canción capta la esencia del género de forma magistral. La base rítmica durante el solo de saxo es un elixir discotequero.
Pero como la mayoría de los músicos que arrancaron en la década del 60, el blondo tuvo un bajón en los 80. Repuntó un poco con Out of Order (1988), álbum en el que está incluida “Forever Young”, otra de las que suelen aparecer en su repertorio en vivo. El espíritu de la letra es similar al de la homónima de Bob Dylan, por eso Stewart lo tuvo que incluir (¿otro golpe de la inconsciencia?) en los créditos de la canción -aunque no está a la altura de la original-. En 1989 volvió a las listas de éxitos con “Downtown Train”, un cover de Tom Waits que cierra The Best of Rod Stewart.
En la década del 90 prácticamente se agotó su creatividad para componer, como explica en su autobiografía: “Escribir canciones siempre fue difícil para mí, pero en los 90 me pareció imposible -y por razones que no puedo explicar, lo que incrementa la frustración-”. Fue así que los covers empezaron a tener más presencia en los discos de Stewart.
Su carrera tuvo una bocanada de aire fresco con la grabación de un disco desenchufado para MTV -tradición noventera si las hubo-: Unplugged... and Seated (1993). La versión de la balada “Have I Told You Lately”, de Van Morrison, fue su último top five. En 1994, en la tradicional fiesta de año nuevo en la playa de Copacabana (Río de Janeiro), Rod tocó para la friolera de tres millones y medio de personas. Ese concierto mantiene hasta el día de hoy el récord de mayor asistencia a un recital en vivo.
Con la llegada del nuevo milenio, Stewart podría haber descansado un poco, pero no; se tomó a pecho el asunto de los covers: de 2002 a 2012 editó ocho discos de versiones. Cinco de la serie The Great American Songbook, en los que grabó lo que los anglosajones llaman pop standars, canciones populares estadounidenses, generalmente de la década del 50 para atrás, como “The Way You Look Tonight”, “The Nearness of You” o “Fly Me to the Moon”. Los otros tres discos fueron de covers de soul, clásicos de rock y canciones navideñas.
Vivir la vida
Luego de la extensa sequía creativa, 2013 marcó el retorno de Stewart a las composiciones propias con el disco Time. Excepto “Picture in a Frame” -otro cover de Tom Waits-, las demás 11 canciones fueron escritas por Rod y varios colaboradores (en los créditos del booklet figuran hasta cinco en algunos temas).
El álbum puede generar sensaciones ambiguas. El tono general del disco es de un rock-pop destacable dentro del contexto actual del género -y poniendo sobre la mesa que Rod tiene casi 70 años-. Pero es definitivamente flojo si se lo compara con su material clásico. A los más acérrimos fanáticos del rubio poco les podrá importar la comparación, si el tipo volvió con material nuevo después de casi 20 años, cuando muchos de sus compinches de la movida londinense de finales de los 60 están separados de sus bandas, inactivos o muertos; Stewart sigue al pie del cañón.
El repertorio de la gira que lo trae a Montevideo, Live The Life -como una canción de Time-, está plagado de clásicos más un par de temas de su último trabajo, como la movida “Can’t Stop Me Now” o la tranquila y acústica “Brighton Beach”. De cualquier forma es probable que el momento más movido de la noche llegue cuando Rod cante ésa que insiste en que si quieren su cuerpo y piensan que es sexy se lo hagan saber.