-¿Cómo se están viviendo en Brasil los 50 años del golpe de Estado?

-Hay por todo el país muchísimas actividades que están generando un movimiento muy importante. Brasil andaba muy despacito con este tema, pero ahora el debate está mucho mejor, creció mucho el número de gente que quiere saber qué pasó durante la dictadura, especialmente entre los jóvenes.

-¿Por qué cree que hay poco conocimiento en la sociedad de lo que ocurrió en esos 21 años?

-Fue una dictadura que generó un terror inmenso. Creo que fue la dictadura de la región que mejor trabajó la guerra psicológica, asustando a la gente de manera brutal, a la vez que había una maquinaria de publicidad de los "grandes logros" del país, como el inventado "milagro económico", cuando en realidad la dictadura le generó a Brasil una de las deudas externas más grandes del mundo. Era todo ficción, pero esa publicidad dificultó muchísimo que la gente se enterara de lo que pasaba.

-En Brasil la cantidad de desaparecidos, en relación con su población, fue menor que en otros países. ¿Esto puede haber colaborado a ese desconocimiento en general?

-Sin lugar a dudas. Fue una dictadura muy selectiva; las familias no hablaron sobre el tema, las escuelas todavía no lo enseñan, recién ahora se empieza a tratar este asunto. Fueron 366 muertos y desaparecidos. Si se compara con los que hubo en Uruguay o en Argentina, en proporción a la población que tienen, no es nada. Fue muy selectiva y efectiva: quitó las cabezas, terminó con los líderes. Los demás fueron en cana, unos 9.000, o al exilio, unos 5.000.

-Tener una presidenta que fue guerrillera, como Dilma Rousseff, o la creación de la Comisión de la Verdad, ¿ayudaron a darle visibilidad al tema?

-Lamentablemente, no. Creo en la Comisión de la Verdad, es importante, pero no te imaginás las dificultades que tiene. Los militares no abren los archivos, cualquier cosa que tenga que moverse es una dificultad impresionante… es muy complicada la cosa.

-Entonces ¿a qué atribuye esa inquietud por conocer más sobre la dictadura?

-La prensa brasileña está volviendo a tratar el tema; en los últimos años había una ausencia absoluta en los medios, se hablaba de cualquier cosa menos de esto. Los medios empiezan a tratarlo y despiertan la curiosidad.

-La Comisión de la Verdad manejó la posibilidad de incluir una recomendación a la Justicia para que derogue la Ley de Amnistía. ¿Considera que eso puede concretarse?

-No lo van a pedir. El informe de la comisión va a relatar lo que lograron hacer, va a ser más de lo mismo, y se lo van a entregar a Presidencia. La Ley de Amnistía, nuevamente, es un tema político, no jurídico.

-¿Va a ser “más de lo mismo”? Los integrantes de la comisión han manifestado su preocupación por la redacción del informe final, no por la falta de descubrimientos.

-Eso es lo impresionante, la preocupación con el informe. Están preocupados con el informe final. ¿Preocupados por qué? Yo no me enteré de ningún hecho que no fuera conocido antes. Las novedades que han ido apareciendo en los últimos meses provinieron de investigaciones de la Fiscalía General o de la prensa. Esta Comisión de la Verdad no molesta a nadie; no preparan las entrevistas con los represores, los tipos van y hablan como si fueran el papa, y te das cuenta de que no se prepararon para interrogarlo.

-¿A qué se puede atribuir esa situación?

-La Comisión de la Verdad es una hoguera de las vanidades increíble -además, en gente veterana- y llega a niveles insoportables. Incluso hay gente que se ha ido por esto, que no soportó tanta vanidad. Parecen niños de guardería. Yo, que lo vivo muy de cerca, hay días que enloquezco. Las comisiones estaduales de derechos humanos han hecho bastante más que esta comisión.

-Justamente, la Comisión de la Verdad de Río de Janeiro informó que se está asesorando con juristas para recurrir a la Justicia con el objetivo de exigir al Ejército que libere documentos de la dictadura.

-Siempre digo que éste no es un tema jurídico sino político. Van a ingresar con una causa, la va a ver la Justicia federal y va a decir que no; se va a recurrir hasta el Supremo Tribunal Federal y en los próximos 20 años no vamos a tener ninguna noticia. Es la manera de no hacer haciendo; éste es un tema político, tenemos que resolverlo políticamente.