La poeta y escritora Marguerite Ann Johnson -conocida como Maya Angelou- escribió nada menos que siete autobiografías. Cuando se repasa su asombroso periplo vital, lo más sorprendente es que no haya escrito aun más. Nacida en el seno de una familia pobre de Missouri, Angelou fue violada por el novio de su madre cuando tenía ocho años. El brutal agresor sólo fue encarcelado por un día, pero los tíos de la niña decidieron hacer justicia por mano propia y lo asesinaron. La experiencia fue tan traumática para Angelou que dejó de hablar durante cinco años, en los que se dedicó a leer y autoeducarse. Al salir del mutismo, la futura escritora, aún una adolescente y ya madre soltera, se dedicó a una serie de empleos tan disímiles como dudosos: fue la primera conductora negra de trolebuses de San Francisco, cocinera de un restaurante, madame de un burdel y prostituta ocasional, bailarina y cantante. Todas estas experiencias le forjarían un carácter de hierro y consituirían la primera y más célebre de sus autobiografías, I Know Why the Caged Bird Sings (yo sé por qué canta el pájaro enjaulado).

A mediados de los 50 viajó por Europa como parte de una compañía de ópera que estaba representando Porgy and Bess, en la que demostró una insólita capacidad intelectual que le permitió aprender los idiomas de casi todos los países donde se presentó la obra.

Ya convertida en una artista musical bastante conocida, a principios de los 60 se concentró principalmente en la escritura y formó parte del Sindicato de Escritores de Harlem, que a su vez fue la base del Movimiento de las Artes Negras. Luego de conocer a Martin Luther King, Angelou se volvió una fervorosa militante de los derechos civiles y la igualdad racial, así como una activista simpatizante de Fidel Castro y enemiga del apartheid sudafricano, cuando esas opciones aún eran muy radicales y peligrosas, y se acercó al pensamiento combativo de Malcolm X.

Durante las décadas siguientes no hubo casi actividad artística 
-poesía, narrativa, composición, baile, actuación- que Angelou no desarrollara, sin abandonar por eso su tarea de organizadora social y militante, o personaje público que no conociera, y fue incluso una de las descubridoras de la presentadora televisiva Oprah Winfrey, posiblemente la mayor personalidad de la televisión estadounidense actual.

Ya convertida en una institución de la cultura afroestadou-nidense, Angelou fue invitada a leer un texto en la asunción de Bill Clinton en 1993, en lo que para muchos era el amanecer de un nuevo tiempo luego de los largos años de los gobiernos republicanos y reaccionarios de Ronald Reagan y George Bush padre. En esa ocasión leyó su largo poema “On the Pulse of Morning”, un canto a la unión de las razas y los pueblos que culminaba con las palabras “Aquí, en el pulso de este nuevo día / Puedes tener la gracia de mirar hacia arriba y afuera / y dentro de los ojos de tu hermana, dentro / del rostro de tu hermano, tu país / y decir simplemente / muy simplemente / con esperanza / Buen día”.

Maya Angelou, que más que una simple escritora o música, se convirtió en símbolo viviente de una lucha que atravesó toda su larga vida, murió de causas naturales en su hogar. Barack Obama, quien le había concedido la Medalla Presidencial de la Libertad (la más alta condecoración civil de Estados Unidos) en 2011, la definió como “una brillante escritora, una amiga feroz y una mujer auténticamente fenomenal”. Palabras bastante adecuadas para describir a esta mujer valiente que nunca perdió la energía y el sentido del humor y que modestamente decía: “No tenés que pensar en hacer el bien. Porque si estás a favor del bien, entonces lo hacés sin pensar”.