-Venís trabajando con un pianista, arreglador, productor y director, Andrés Bedó, que es además tu compañero. Y desde el punto de vista sonoro, ¿la elección de Julio Cobelli para este nuevo espectáculo es un llamado de la guitarra?

-Adoro la guitarra como instrumento, y es verdad que cambia completamente la relación con los instrumentos el pasar del piano a la guitarra. Igual, para esta ocasión es indivisible pensar en el instrumento y en el individuo que lo ejecuta. No es que haya pensado: quiero hacer un espectáculo con guitarra, a ver con quién lo puedo hacer, no, lo primero fue la idea de un espectáculo de tango solista y luego con quién me gustaría trabajar. Ahí apareció Cobelli que toca la guitarra.

-Te lo preguntaba por la cercanía con el pianista, tenés un gran pianista en casa, hay una elección...

-Sí, claro; tiene que ver con muchas cosas, con que Andrés tiene sus proyectos personales. Lo he visto participando en cosas diferentes y lo disfruto como espectadora, viéndolo tocar sus propias músicas. Creo que eso enriquece la música de él, su ser, y también se enriquece el mío cuando hago esas cosas. Fue una decisión un poco buscada, la de tomar distancia con algún proyecto, aunque la distancia es relativa, ya que él está al tanto de todo, opina, sugiere… en realidad, es el hincha número uno y quien más me presionó para que hiciera nuevamente algo con el tango. Al ser cantante y no estar casada con ningún instrumento 
-porque los pianistas se defienden entre pianistas y lo mismo los guitarristas- hay cosas que me gusta especialmente hacerlas con guitarra, a pesar de que desde que Andrés toca conmigo el universo pianístico cambió por completo mi manera de cantar.

-Entonces ahora sí: ¿por qué Cobelli? ¿Por buscar el mejor?

-Exactamente. Si me voy atrás en el tiempo, cuando hicimos con Hugo Fattoruso Locas pasiones, fue igual…

-Espectáculo y disco del año 1994 que es la vinculación inmediata con este espectáculo...

-Claro, por esa época mucha gente me presionaba para que hiciera un espectáculo chiquito, íntimo, ya que tenía una banda bastante grande con la que no era fácil conseguir actuaciones. Me decían que tenía que hacer un espectáculo con un músico solo, y eso para mí no fue fácil. Salirme del grupo Rumbo ya fue un paso difícil, para después poder formar una banda que es muy importante, casi un grupo de amigos, para luego prescindir de ellos para hacer algo chiquito; no se me pasaba por la cabeza, no me cabía. Entonces, de puro cabeza dura, tenaz y caprichosa, me dije un día: ¿quieren que haga un espectáculo chico? Lo voy a hacer con el mejor músico de este país y en la mejor sala de este país, y empecé a remar para que sucediera. Primero tenía que convencer a Hugo y encontrar un hueco en su agenda. Después, convencerlo de hacerlo los dos solos, porque él no quería. Me decía que no podía, que no tenía capacidad para eso. Inmediatamente de lograr eso, cualquier espectáculo a dúo me parece posible. Me parece que nosotros en ese momento marcamos una línea estética y artística que no se curtía por esa época, más grupal. Cuando pensé en hacer un espectáculo de tango ya aparecía el nombre de Cobelli, a quien casi no conocía personalmente más que de cruzarnos trabajando. Conocía sí su talento y tenía las mejores referencias sobre él de mis colegas, no solamente como músico sino también como persona y partenaire, que también es muy importante.

-Cuando me contás de Fattoruso 20 años atrás, me pregunto si pasará lo mismo con Julio Cobelli tras este dúo, ya que no es un músico considerado en su magnitud por el público.

-Ojalá... Es cierto, no hay un disco que haga honor a su trabajo. Lo que sí hay es una cantidad de músicos de primer nivel que han sido y son alumnos de él: ha tenido a varios de los mejores guitarristas de este país, como Nico Ibarburu, Guzmán Mendaro, etcétera, y eso habla de un tipo muy generoso.

-Sin olvidarnos de que hablamos de la continuidad de una escuela guitarrística uruguaya...

-Exactamente. Aparte nosotros somos muy reconocidos por la guitarra clásica, con Abel Carlevaro y todo eso, y no somos tan conocidos por el mundo guitarrístico popular, que me parece maravilloso. Esos tipos que van quedando tienen que transmitir esa cultura, y Cobelli lo está haciendo con mucha generosidad y esfuerzo. La verdad es que no tenía manera de perderme con la elección. Lo llamé, nos juntamos a tomar un café, le conté mi idea, le regalé mi disco de tangos -Canoura canta el tango (2007)- para que escuchara lo que yo hacía, y así fue que arrancamos hace algunos meses a ensayar una vez por semana.

-Si bien estarán incluidos dos tangos de tu autoría, “Los hijos de Gardel” (Alberto Magnone/ Canoura) y el flamante “Alfombra roja” (Canoura), ¿cómo es la elección de repertorio para un espectáculo de estas características para una artista con 35 años de trayectoria?

-Básicamente, en este caso la punta de la madeja fue lo letrístico. Arranqué por los poetas, porque en el repertorio tanguero hay infinidad de cosas para elegir y hacer; hay cosas buenas, más o menos buenas y malísimas, pero también hay tremendos poetas. Dentro de la poesía del tango hay distintos registros y a mí lo que mejor me queda es el tango canción, el vals y la milonga. Entonces, a partir de esos poetas, lo siguiente fue que el registro estuviera dentro de ese marco. Ya después de ahí y en coincidencia con Cobelli, que no fueran los tangos más trillados, si bien son tangos conocidos, ya que tampoco busqué aquellos que nunca se cantaron, porque tampoco tengo una actitud didáctica ni antropológica. No me interesa. Me gusta cantar, hacer canciones que me gustan, y en este caso elegimos tangos más difíciles, que tienen algunos vericuetos interpretativos que los hacen no demasiado elegidos en los repertorios más populares. Por supuesto que hay algunos que tienen la versión de Fulanito o Menganita. A partir de esos tres círculos concéntricos que fueron las poesías, las melodías y que no fueran los caballitos de batalla que ya de alguna manera están en mi disco de tango. Así que en el repertorio habrá algunos de ese disco y otros que nunca canté en mi vida, que en muchos casos los tuve que aprender y en otros los tuve que desaprender y volver a aprender bien, ya que escuchando una versión y otra vas deformando. Y Cobelli es un gran profesor que no me dejó pasar una, corrigiéndome todas: las palabras, las vueltas de alguna melodía que hacía mal. Es un tipo con una oreja increíble: no hay un tango que no conociera y hubiera tocado alguna vez. Además, me guio mucho en la búsqueda de la información, ya que yo para estudiarlos debía encontrar versiones que fueran fieles y él me abrió el universo en cada caso.

-Decís que no tenés intenciones antropológicas de cantar tangos inéditos. ¿Cómo incluís tangos conocidos sin caer en los trillados?

-Debe haber un balance, un equilibrio. En este caso, al aparecer tangos de mi disco hay algunos reconocibles como “Arrabal amargo” o el vals “Flor de lino”, pero por ejemplo no hago “El día que me quieras”, ni “Tinta roja” o “Los 
mareados”…

-Cuando publicaste tu disco anterior de tangos ya anunciabas que el siguiente tendría sólo composiciones tuyas, Un amor del bueno (2010). ¿Qué viene después de Como dos extraños? ¿Un disco con Cobelli?

-Soy muy lenta componiendo y no tengo ningún apuro, de hecho “Alfombra roja”, la canción con la que gané el concurso en el MEC, no está editada y quién sabe si estará en algún disco en los próximos años, porque no tengo planes de hacer un disco de autor en los próximos tiempos. No sé aún si habrá disco con Cobelli, en vivo sé que no, porque no me gustan los discos en vivo, con aplausos…

-Locas pasiones, con Fattoruso, es un disco en vivo...

-Sí, hace 20 años no había otra chance… si puedo hago un disco de estudio, no lo descarto, además con Cobelli lo grabamos en un rato.