Ya es repetitivo insistir sobre el enorme paso adelante que ha dado la televisión en el área de la ficción audiovisual durante la última década, pero una cosa que no se ha señalado mucho es que este salto ha sido hasta ahora un fenómeno fundamentalmente anglosajón. Prácticamente todas las series que han puesto a prueba lo que conocíamos antes como un programa televisivo provienen de la televisión estadounidense o la inglesa, con algunas excepciones escandinavas que se han colado, como la sueca The Killing y la danesa The Bridge (ambas ya con adaptaciones estadounidenses). ¿Por qué esta revolución no ha llegado a la ficción de los países latinos? Es difícil decirlo, pero, tristemente, los canales que supieron ofrecer productos magníficos como Cha-cha-cha, El Chavo del 8 o 31 minutos se encuentran hoy en su peor momento creativo, y son aparentemente incapaces de reproducir el exitoso formato de serie que han propuesto canales como HBO o Netflix, es decir, ficciones de alto presupuesto pero escaso número de episodios, pensadas más como una película contada en una decena de capítulos.

Sin embargo, una serie ha levantado cabeza y adquirido entre el público europeo un prestigio similar al de True Detective, y proviene de uno de los países con mayor patrimonio cinematográfico del mundo, tal vez el único que en algún momento intentó arrebatarle la corona a Hollywood en cuanto a quién estaba haciendo el cine más importante del mundo. Nos referimos, por supuesto, a Francia, donde Canal+ emitió durante 2013 una serie de ocho capítulos misteriosos y sobrenaturales que parecen, hasta el momento, el intento más serio de un país de habla no anglosajona de ingresar al nuevo panteón de la televisión de calidad internacional. Se llamaba Les Revenants y trataba sobre muertos vivientes. No, otra clase de muertos vivientes.

Nadie diga zombi

La palabra revenant en francés quiere decir simplemente “retornado”, pero cruzó las fronteras galas para convertirse en el término que se usó en la supersticiosa Edad Media para definir a los que volvían de la muerte. Ni fantasmas ni monstruos caníbales, los revenants eran pecadores que regresaban al mundo para expiar sus deudas divinas o humanas, antes de volver a la oscuridad anterior.

Una lectura superficial de la serie creada por Fabrice Gobert llevaría a la conclusión de que ésta es simplemente una actualización del mito de los revenants, pero nada es lo que parece en esta serie. Su inspiración es una película homónima (Les Revenants, 2004, de Robin Campillo), ubicada en un futuro en el que, sin la menor explicación, millones de muertos recientes resurgían -en aparente buen estado- cerca de sus poblaciones y los lugares donde habían muerto. La película -que obtuvo apenas críticas tibias- no se estructuraba como un film de terror, sino más bien como una fantasía acerca de las dificultades de reinserción de quienes creemos perdidos para siempre.

La versión televisiva pareció tomar sólo los elementos más distintivos de la película para intentar hacer otra cosa; la trama se ubica en un pequeño pueblo de las montañas francesas, en el que inesperadamente comienzan a aparecer algunos de sus ciudadanos difuntos. Al principio puede parecer simplemente una versión rural de la película ya mencionada, pero algunas diferencias significantes la convierten en algo mucho más ambicioso y misterioso.

En primer lugar, sólo algunos de los muertos locales regresan, provocando la suspicacia y el temor de aquellos cuyos cadáveres queridos no han vuelto, pero además hay toda una gama de detalles que convierten a Les Revenants en una de las series más misteriosas e inquietantes que se hayan visto. Coqueteando con las fronteras del cine de horror, Les Revenants es alternadamente melancólica, terrorífica o meramente intrigante, intercalando planos temporales de cuando los personajes estaban aún vivos con los de su realidad de muertos inesperados. Los revenants -que no son más que un puñado- sólo se distinguen de los humanos por su dificultad en adaptarse a las tecnologías mas recientes, por su (aparente) incapacidad para dormir y morir, y por una tristeza permanente, al confirmar que el mundo ha seguido dando vueltas y que nadie está listo para reintegrarse. La historia coral de este pueblo invadido por los retornados gira alrededor de tres de ellos: Victor, un niño que -como la misma serie- es alternatdamente siniestro o enternecedor. Asesinado hace 35 años, Victor deambula generalmente silencioso, pero al parecer guiado por fuerzas nunca evidentes, y suele ser el elemento más perturbador de la serie. Simon, por su parte, es un joven rockero que se suicidó el día de su boda, hace diez años, y que vuelve a intentar reconstruir su relación con su novia, ya casada y con una hija de ambos que él no llegó a conocer. Por último, Camille es una chica de 15 años que murió -junto con toda su clase- hace siete años al despeñarse por un precipicio el ómnibus que los llevaba. El gran hallazgo del personaje es que tiene una hermana gemela -Léna-, que siguió creciendo durante esos siete años, por lo que se han convertido casi en dos versiones de la misma persona con algunos años de diferencia (el parecido entre ambas pelirrojas es, además, impactante). Ninguno de estos personajes -con la posible excepción de Victor- tiene interés alguno en morder a los personajes “vivientes” para convertirlos en comida, zombis o vampiros. Simplemente son personajes que no saben -o dicen no saber- qué les ocurrió y que descubren que una barrera invisible de desconfianza, miedo y olvido se levantó entre ellos y sus seres queridos. Les Revenants sería entonces una gran metáfora sobre la alienación, las brechas generacionales y la incomprensión sentimental, pero también es algo más: un laberinto de misterios que hace parecer a los secretos de Lost apenas un fogón en la selva, y del que, con la primera temporada concluida, todavía no sabemos nada.

Más allá de aquí hay spoilers

¿Qué no se sabe de Les Revenants? Más bien habría que anotar qué es lo que se sabe, porque la historia se extiende durante ocho capítulos de una hora sin que se conozcan más que indicios de qué puede estar pasando en ese pueblo, que parece completamente aislado del resto de Francia. Está construido junto al embalse de un enorme dique, que se rompió hace unos 40 años e inundó todo el valle. Ahora, al mismo tiempo que los muertos vuelven a la localidad, el agua del embalse está bajando inexplicablemente, revelando construcciones olvidadas y decenas de animales ahogados pero perfectamente conservados bajo el agua. Algunos de los resucitados y los vivos comienzan a desarrollar extrañas heridas cutáneas que los médicos no pueden explicar. La barrera entre unos y otros se hace borrosa en el caso de varios personajes que han estado cerca de la muerte en algún momento. Hay un personaje que parece saber lo que está ocurriendo y que se está preparando para una suerte de apocalipsis. Hay una vidente que se mueve entre los vivos y los muertos y que parece conocer la misteriosa agenda de estos últimos. Los caminos parecen dar vueltas sobre sí mismos y volver al mismo punto... y de pronto termina la primera temporada.

Extrañamente y aunque el número de cabos sueltos es enorme, Les Revenants no da la impresión de estar incompleta, sino que se aproxima al clima y las emociones sin preocuparse por que el espectador sepa o entienda todo, y no lo hace mediante ninguna bruma surrealista, sino con una narración muy sólida que parece más hollywoo-
dense que francesa. De hecho, el pueblo tiene algo estadounidense, y los personajes -generalmente definidos en trazos bastante gruesos (la suicida fracasada, el padre alcohólico, la hermana promiscua, el policía atormentado)- recuerdan, muchísimo, a la pluma del maestro del terror estadounidense, Stephen King, quien no casualmente ha declarado su admiración por la serie.

Sin embargo, donde King culminaría una sospecha con una revelación atroz y violenta, Les Revenants esquiva esa resolución y la mantiene en suspenso, incluso dejando la esperanza de que esa conclusión ominosa no llegue nunca. La serie plantea entonces una suerte de terror interruptus que frustra constantemente al espectador, al tiempo que lo engancha en sus redes. Para peor, los tipos se toman su tiempo y recién ahora están filmando los episodios de la próxima temporada, que seguramente será emitida a fines de este año o comienzos del que viene.

Como era de esperarse, el canal A&E, de la televisión estadounidense -que sigue siendo incapaz de promocionar un producto que no sea interpretado y hablado por compatriotas- ha anunciado el comienzo del rodaje de una versión local de Les Revenants, que llevaría el nombre The Returned. Por ahora se aconseja aproximarse a la solidez incompleta de la versión gala de esta historia, capaz de generar una seria adicción con sólo aproximarse a ella.