El sábado a las 16.00 tendrá lugar en la ciudad de Minas la entrega de los premios del 20º Concurso Narradores de la Banda Oriental, a cargo de la editorial que lleva el mismo nombre y la Fundación Lolita Rubial. La novela ganadora se titula Yugoslavia, y el autor es el investigador y docente Matías Núñez. La medalla de oro Morosoli consiste en 35.000 pesos y la edición del libro en la Colección Lectores de Banda Oriental, con una tirada de 4.500 ejemplares.

El jurado integrado por Alicia Torres, Rosario Peyrou y Alfredo Alzugarat entregó cuatro menciones: Entre libros, de Richar Omar Dutra González, La caza de la mulita y otros relatos , de Luis A Fleitas Coya, El refugio de las palabras dormidas, de Helena Modzelewski, y Lo más lindo que hay y otros cuentos, de Pablo Silva Olazábal.

Alcides Abella, director general de Banda Oriental, explicó a la diaria que éste es un premio que cuenta con una gran trayectoria por diversos motivos, entre los que se encuentra la seriedad en la elección de los jurados, ya que “es un concurso real”, “se preserva el anonimato y los integrantes son competentes: o son personas vinculadas a la literatura, o investigadores, docentes y críticos literarios”.

Abella dijo que a este concurso, en general, se presentan todos los escritores que hasta el momento se encuentran produciendo -y que además cuentan con un volumen importante de cuentos, o una novela de una extensión determinada-. Estas características se encuentran asociadas a la colección Lectores de Banda Oriental, ya que ésta vuelve posible la publicación de la obra ganadora, cuestión que en otros concursos se vuelve un serio problema a resolver. “Como contamos con el apoyo de la Intendencia de Lavalleja -que lo realiza de manera constante hace 22 años-, la propia municipalidad distribuye la obra en todas las bibliotecas del país, además de la distribución que corre por la colección de Lectores (que abarca alrededor de 3.500 libros, además de las suscripciones)”. Abella recordó anteriores ganadores del premio de narrativa, entre los que se encuentran escritores como Carlos María Domínguez, Leonardo Rossiello y Henry Trujillo. Con respecto a la obra ganadora, el director explicó que el texto navega una zona poco usual, ya que retrata la vida de los inmigrantes latino-uruguayos, específicamente en Estados Unidos. Adelantó que una de las claves es que a la mujer del protagonista le dicen “yugoslava”, ya que a pesar de ser uruguaya la imaginan oriunda de Europa del este, porque “en Estados Unidos asocian como inmigrante latino a un negro, no imaginan un blanco”.

Departamento 20 de las letras

El prólogo, a cargo de Alicia Torres, reflexiona en torno a la publicación en Estados Unidos del libro Sam no es mi tío, en el que 24 escritores, periodistas y académicos latinoamericanos (“ningún uruguayo”, aclara) narran las vivencias de la inmigración, la discriminación racial y los cruces culturales. Plantea que la cuestión de los inmigrantes ha sido un tópico recurrente en la narrativa latinoamericana, por lo que “es razonable interrogarse en torno a si hay o no escritores uruguayos que indaguen o discutan la inmigración como tema o posibilidad temática”.

La crítica sugiere que en los últimos años, los escenarios de representación con interés en las fronteras, los límites y la migración “se mueven en sentidos problemáticos y heterogéneos”, y refiere algunas obras de la literatura uruguaya reciente que han trabajado la temática, como Siempre París (2014), de Rafael Mandressi, Los misterios dolorosos (2013), de Lalo Barrubia, e Hispania Help (2009), de Mercedes Estramil.

Torres sostiene que, por un lado, Yugoslavia apunta a las diversas realidades estadounidenses en contraste con los inmigrantes latinos, y por otro, a las peripecias personales de algunos de esos personajes. “Con Yugoslavia se retoma el debate acerca del uso y abuso de la violencia en el arte. ¿Intenta el autor ser crítico con el discurso del poder, exponiendo lo que la sociedad trata de ocultar o no sabe resolver? ¿Ensaya un homenaje a los escritores mencionados y a otros que en un arco dilatado pueden ir de Lautréamont a Felipe Polleri? ¿Es lo suyo rebeldía, provocación, exorcismo? ¿Un ejercicio literario oportuno o tardío? Cada lector tendrá su respuesta, pero es claro que Matías Núñez se propuso representar estéticamente una realidad social conflictiva”.

Núñez no estará presente el sábado, ya que se encuentra en el norte de China, pero envió a la editorial un texto para ser leído en la ceremonia. Sostiene que para él éste es un premio que significa un “gran halago y alegría”, y agradece -además de a la editorial y a la fundación- a su tutora Carmen Ruiz Barrionuevo. “Sólo quiero decir que esta novela tiene algo de la desmesura que significó para mí trabajar en un junker desarmando coches -y no imaginan lo agotadoramente liberador que es astillar un parabrisas con un martillo o deformar una carrocería hasta convertirla en un paisaje lunar-. Porque las consecuencias que me dejó a nivel personal la escritura de este libro son semejantes a las de aquellos divertimentos desaforados: una feliz extenuación y la tranquilidad de que sólo ahora voy a poder emprender otros libros nacidos de afanes muy diferentes”.