Desde 2001 las editoriales independientes argentinas están pasando por una especie de boom, que si bien comenzó en el marco de la FLIA (Feria del Libro Independiente y Alternativa) viene superando ampliamente el estricto mercado editorial y ha provocado la proliferación de pequeños sellos, cuya sofisticación y selección suelen ir acompañadas de un riguroso sentido de la edición. Es claro que la mirada no los puede abarcar: en Argentina se publican cerca de 1.000 títulos por mes. El lector-transeúnte no puede hacer foco ante la inmensa producción. Si bien los datos a priori darían cuenta de un escenario saludable, no dejan de plantearnos algunos interrogantes que podríamos extender a la plaza editorial uruguaya: cómo orientarse en medio de ese océano de letras, muchas veces desconocidas. La misma incertidumbre la podríamos pensar en otros términos, para los editores más pequeños: cómo hacer que sus libros sean más visibles y, por qué no, más vendibles.
Los libros que integran la Exposición de la Actual Narrativa Rioplatense poseen un elemento de carácter distintivo que los torna irresistibles: son pequeños rectángulos, potentes ediciones de bolsillo; además, no hay huella de texto en sus portadas, sino una obra visual-pictórica que conforma la única referencia de lo que ocurre tapas adentro; de esta manera se ofrece una incipiente lectura del libro que el potencial lector debe intuir, sospechar, en definitiva, armar con su propia lectura y background. Vale resaltar que, de algún modo, el diseño de las tapas intenta trastocar las pautas del “tapismo”. Las portadas son realizadas por artistas visuales en actividad, coordinados por Laura Ojeda Bär, artista visual ella misma.
Nacida en mayo de 2013 la Expo ya cuenta con 30 títulos distribuidos en dos tandas (abril-octubre), que pueden descargarse en el blog del proyecto (http://exposiciondelaactual. blogspot.com/). Éste constituye uno de los elementos más interesantes de la colección, ya que existe una postura abierta sobre los derechos de autor. Con respecto a esto, Ana Ojeda, una de las coordinadoras de la Expo, comenta: “Para nosotros es fundamental que los libros estén accesibles a la lectura, independientemente de si el potencial lector o lectora tiene o puede o quiere gastar lo que cuesta el ejemplar en papel [45 pesos argentinos]. Porque uno de nuestros objetivos es incidir en una ampliación del público lector, nos interesa seducir a los lectores para que vuelvan a la literatura argentina. Por eso la versión digital de los libros es gratuita, como para que el que compre los libros en formato papel lo haga porque quiere, no porque está obligado. Es una cuestión de perspectivas. Es evidente que quien gasta en uno de nuestros libros está ayudando a que el proyecto siga existiendo. En lugar de funcionar sobre la base de una lógica autoritaria (si no me pagás, no te enterás), dejamos fluir el deseo: los libritos en formato papel son pequeños objetos de arte. Quien los quiera los puede comprar”.
De hecho, en cada libro puede leerse un texto sobre el tema, que funciona como una declaración de principios: “Todos los izquierdos reservados. Caso contrario, remitirse a la lista de libros censurados en las distintas dictaduras y democracias. Privar a alguien de quemar un libro a la luz de una fotocopiadora es promover la desaparición de lectores”. Por eso, todos los libros pueden descargarse gratuitamente desde la página de la exposición. Este correlato irónico con respecto a los derechos de autor se extiende, pues, al final de cada libro. También hay un lema-poema: “Que los árboles muertos / en este papel / vuelvan a crecer árboles / cuando hombres y mujeres hayan saciado / su sed de conocimientos”. Vale resaltar que este planteo se opone radicalmente a lo que piensa el historiador del libro Robert Chartier; estos editores consideran que los libros deben “estar a la mano”, gratuitos, accesibles. Entienden que la libre circulación de la información es el fin último de cualquier emprendimiento verdaderamente cultural del siglo XXI, y en relación a esto, hay que señalar que si bien las editoriales independientes se fortalecen con la aparición de cada libro que consideran necesario publicar, comprenden que estas modalidades de edición no constituyen un apostalado, por lo que es imprescindible para su desarrollo que haya políticas públicas a largo plazo, activas e inteligentes
Según Ana Ojeda, “la Expo surgió desde una posición pragmática. El medio [el de los escritores] se compone de un cúmulo de gente que escribe, pero que muy contingentemente puede publicar. Es en este panorama que los tiempos editoriales eran reduccionistas. Las editoriales multinacionales extrañamente publican autores jóvenes, pues las ventas no coinciden con la cantidad de ejemplares que se autoimponen como piso mínimo, y las llamadas “independientes” (en todo el rango, que se extiende desde las que se constituyen como pymes, sea el caso de Mardulce, Adriana Hidalgo, Eterna Cadencia, hasta las microscópicas) van a paso de tortuga. Es que inmersos en este ecosistema, la Expo se plantea como una salida de ese entuerto”. Esta colección de libros de bolsillo coordinada por Agustín Montenegro, Nicolás Correa, Ana Ojeda, Marcos Almada y Matías Reck y coeditada por tres pequeños proyectos editoriales (El8vo.loco, Milena Caserola y Alto Pogo), propone, además de un catálogo heterogéneo, dar visibilidad a la producción de escritores y escritoras de edades muy diversas, creando un espacio fermental de solidaridad en el cual ciertos referentes del campo literario rioplatense desplieguen el apetito y la curiosidad lectora por otros autores que se están iniciando o no alcanzan una circulación o difusión masivas. En otro orden, también es un campo de visibilidad para la obra de artistas visuales que contribuyen, desde las tapas y la disciplina que les corresponde, al conglomerado de lecturas posibles de lo que se ha denominado NNNA (Nueva Nueva Narrativa Argentina).