El verano, en Santiago de Chile, mueve a la acción. Así lo entiende el Festival Internacional Santiago a Mil, fundado en 1994, uno de los más importantes de Latinoamérica, que en la edición 2015 ofrece, además de charlas y laboratorios, 91 espectáculos de los cinco continentes (empezó el 3 y termina el 18 de enero y entre ellos se encuentran los uruguayos Ex: que revienten los actores, de Gabriel Calderón, Multitud, de Tamara Cubas, y una Noche de músicas del Uruguay, con Rossana Taddei, Gustavo Etchenique y Pitufo Lombardo).

Para hacerse camino entre la oferta disparatada, los organizadores decidieron sugerir posibles criterios, a partir de “abonos temáticos”. Confiado en títulos que oscilan entre el kitsch y la plana descripción, el público puede elegir combos como “Tesoros del Asia”, “Brillantes europeos”, “Latinoamérica now” (sí… no “ahora”, sino el now coppoliano), “Chile intercultural”, “Clásicos reloaded”, “Viaje familiar” y otros. Si sigue los “Clásicos reloaded”, por ejemplo, se encuentra con la experimental Ilíada dirigida por el griego Stathis Livathinos; con Piya Behrupiya, versión de Noche de Reyes, en estilo nautanki (teatro musical), por el indio Atul Kumar; As ondas (Las olas), por la portuguesa Sara Carinhas, y Killbeth, basada en Macbeth, adaptada y dirigida por el coreano Sunwoong Koh.

Si se decide por “Chile intercultural”, el corte es de tipo “social”, se comenta desde el cotidiano La Tercera, e incluye I am mapuche (y, de nuevo, aparece el inglés para definir lo latinoamericano), del coreógrafo samoano Lemi Ponifasio, quien trabajó con artistas mapuche; Leftraru, de la chilena Aliocha de la Sotta, también centrada en la comunidad mapuche o la comedia negra y acelerada, Los millonarios, de Alexis Moreno. Y, si está en vena latinoamericanista, además de la nutridísima oferta chilena, el festival incluye la multidisciplinaria Cinthia interminable, del argentino Juan Coulasso; la brasileña Patronato 999 metros, de Antônio Araújo, junto a Teatro da Vertigem; la mexicana Baños Roma, por Jorge A Vargas, y las peruanas Con-cierto olvido, creación colectiva de Yuyachkani con la dramaturgia y dirección de Miguel Rubio Zapata, y la despojada historia familiar El sistema solar, de Mariana de Althaus.

Uno de los esfuerzos mega del festival son, sin duda, los dos conciertos de Tan Dun, autor de la música de la película El tigre y el dragón, de Ang Lee, pero para quienes detestan la música y odiaron la película -o detestan todo lo que tenga que ver con Lee- quedan, por lo menos, dos perlas: Le sorelle Macaluso (Las hermanas Macaluso) y Exhibit B.

Con Le sorelle Macaluso la dramaturga y directora siciliana Emma Dante, una de las estrellas actuales del teatro italiano, vuelve a la fusión de vida y muerte, que le es tan cara, a su exuberancia o desborde y a las dinámicas familiares complejas, como había hecho en MPalermu, Carnezzeria y Vita Mia, espectáculos que forman parte de su Trilogia della famiglia siciliana. Sobre un escenario particularmente oscuro, en fila frente al público, las siete hermanas Macaluso se reúnen y reviven la historia de la familia, en estricto dialecto siciliano. La génesis de lo que se ve, escribe la propia Dante, fue el relato familiar de un amigo: “Su abuela, en el delirio de la enfermedad, llamó a gritos a la hija. La hija corrió a su lecho y la madre le preguntó: “En definitiva, ¿estoy viva o muerta? La hija respondió: ¡Viva! ¡Estás viva! Y la madre burlona le contestó: ¡sí, viva… yo estoy muerta hace rato y ustedes no me lo dicen para no asustarme!”. Además de directora teatral y operística (hizo furor y horror con su versión de Carmen, en 2009, y ahora prepara otro con su Gisela!, de Hans Werner Henze, para el Teatro Massimo de Palermo), Dante también es novelista y en 2013 debutó como directora de cine con la adaptación de su novela Via Castellana Bandiera. Desde su sur, propone un “teatro de necesidad, no de entretenimiento”, y Chile, justamente, aceptó la propuesta.

Del dramaturgo y director sudafricano Brett Bailey, Exhibit B es la segunda instalación de una trilogía sobre el colonialismo occidental en el mapa africano; algo de lo que se viene ocupando desde los principios de su carrera con piezas como Big Dada, Ipi Zombi, Mumbo Jumbo y Orfeus. En Exhibit A, el foco había estado en la colonización alemana de la actual Namibia y en la tercera, Exhibit C, programada para este año, incluirá las expansiones británicas, portuguesas e italianas. En Exhibit B, Bailey se centra en el Congo francés y el Congo belga, presentando una “instalación humana” que denuncia las formas de racismo europeo mediante la reconstrucción de las antiguas exhibiciones etnográficas. En Chile, dado que Bailey piensa sus espectáculos como site-specific, esta instalación-performance fue concebida para el museo Palacio Cousiño, construido a finales del siglo XIX para una familia adinerada, ejemplo, aunque tangencial, de los mecanismos que el propio director intenta develar. Le da cuerpo un grupo de inmigrantes de Haití, República Dominicana, Colombia y Brasil con el que el director trabajó para montarla. La idea consiste en plantear al espectador un recorrido por 13 de sus habitaciones, para observar a los seres “humanos” expuestos, como a una suerte de tableaux vivants. En una entrevista reciente, el director se refirió a Exhibit B en estos términos: “Para mí es importante la dinámica de las miradas porque los performers responden a las miradas del público, y de esa manera se da un diálogo humano o una interacción sin palabras. Ciertas personas se sientan frente a un tableau por media hora, otras recorren toda la exposición en 15 minutos. En general, la gente sale muy silenciosa, a veces llorando. Y para los performers también es difícil. Para un hombre blanco es muy difícil entender lo que es el racismo, pero a veces llega muy profundo. Muchos de los performers lloran durante la instalación, porque surgen muchas cosas si uno es observado. Muchos sienten tristeza cuando los espectadores no pueden mirarlos a los ojos, alguno llora o ni siquiera los mira. Al final de cada performance me reúno con ellos y hablamos, porque no quiero que mis performers salgan a las calles con ira”.

Pasados el verano, el otoño y el invierno, Uruguay tendrá su Festival Internacional de Artes Escénicas 2015 y con él, seguramente, parte del frenesí que ahora está viviendo Chile. Sólo hay que esperar.