-¿Cómo surgió la idea de juntarse para tocar versiones en formato acústico?

AS: -Fue allá, por el año 2010. En realidad, no fue una idea, sino un impulso que tuve en su momento. La Trampa había dejado de tocar y tuve un impulso de volver a cantar. Nos encontramos con Mendaro en un toque de Juan Casanova [ex vocalista de Los Traidores], que estaba haciendo un ciclo; me invitó a cantar una canción, y me gustó la idea de hacer un formato medio similar al que estaban haciendo ellos. Le pregunté a Guzmán si se animaba a acompañarme a hacer algo. Le pasé una primera lista de temas que me interesaba hacer, de música uruguaya, de colegas y amigos. Así empezó. El primer toque fue el 2 de noviembre de 2010; ya estamos entrando en el quinto año.

-¿Eligieron los temas con la idea de homenajear a la música uruguaya?

GM: -En general, los temas tenían algún vínculo con nosotros, por alguna experiencia que hayamos compartido con esos artistas o porque esas canciones nos habían tocado de una forma muy especial. No hubo una investigación como para hacer un homenaje, nos dejamos llevar por el afecto a esas músicas. Surgió de esa manera.

AS: -Un homenaje es una cosa un poco más pensada. Nosotros nos encargamos, justamente, de decir que no es un homenaje a la música uruguaya, sino que es una forma de devolverles algo a nuestros colegas, compañeros y amigos de la ruta, durante tantos años, y de disfrutar de las canciones que salieron de ellos.

-La mayoría de las canciones tienen letras un poco tristes o bajoneras...

AS: -Se dio en un contexto de un año muy particular para mí, de pérdidas de cosas muy importantes. Me acuerdo de que mi hija, leyendo las letras de la primera lista de temas, me dijo: “Todas las letras hablan de muerte, de soledad”. Me di cuenta de que, en realidad, había hecho un poco de terapia de manera inconsciente. Usé la música como forma de expresar cosas que tenía adentro. Fue un año, ya te digo, muy particular: La Trampa dejó de tocar, pérdidas familiares, laborales; un año negrísimo, que un poco se refleja en lo que decís vos: no es un disco alegre, ni mucho menos. La temática de los rockeros uruguayos, en general... Las mejores letras hablan de los momentos más complicados. Es la manera en la que más disfruto la música. Esto es muy personal, porque así es como lo viví en aquel momento.

-¿No sos de escuchar canciones alegres cuando estás triste?

AS: -Es que el hecho de cantar a mí me pone para arriba; el solo hecho de pensar en armar un show y tocar para gente, así sean 20, ya me levanta. Por eso la música para mí es necesaria, necesaria.

GM: -Con la música pasa algo muy particular: hay canciones muy alegres y muy tristes que producen un estado de placer muy intenso, cualquiera de las dos. Una canción muy triste que llega en un momento especial de tu vida te produce un estado impresionante, como un bálsamo salado; sin embargo, es como fuego contra fuego. El sentido del vocalista es muy importante. Ale me trajo sus inquietudes y yo seguí esa línea cuando aporté algunos temas más al repertorio.

-¿Cómo trabajaron las canciones para pasarlas al formato estilo fogón?

AS: -Yo me encargué de cantar y de tratar de interpretar lo que para mí era el sentimiento de cada canción; todo el resto de la magia es de mi amigo [Mendaro] y sus instrumentos.

GM: -En este disco, el canto es un acto súper importante, porque somos muy pocos. Si bien en géneros con bandas enormes la voz también define, acá más aún. Entonces, es muy importante dónde poner las piezas, los silencios y qué ritmo hacer. Cuando agarraba un tema y me ponía a tocarlo, me daba cuenta de que cuando más lo arreglaba, más restaba; entonces, empezaba a podar. Muchas veces, en la síntesis a la que iba, algún solito o alguna parte de la canción quedaba afuera. Sintetizamos entre dos. Bajamos el tema a la cantidad de elementos que queremos transmitir.

AS: -Hay algo que es muy importante: porque en el formato fogón, generalmente, uno agarra la guitarra y otro canta, pero toma color cuando cantan muchos, cuando la gente se cuelga. En este caso, que somos dos, si yo cantara solo, quizá se transformaría en algo más tedioso. Guzmán aporta también su timbre y sus arreglos corales, eso hace todo aún más grande. No es un tipo tocando la guitarra con un loco que canta; hay otra cosa, que le da otro color y que también surgió muy naturalmente. Muchas cosas surgieron durante varios recitales, porque ensayamos muy poco. Los temas fueron mutando show a show, año a año.

-Entre las canciones seleccionadas está “Ahuyentando el miedo”, de Zero, una banda del rock posdictadura que parece un poco olvidada...

AS: -El punto de contacto que tenía con ese tema en particular es que es una canción que habíamos hecho con La Trampa y que a mí siempre me gustó mucho. En realidad, Zero siempre fue una banda que me gustó. El cantante, Leo García, siempre fue una especie de referente para mí. Un tipo que cantaba muy alto; en general, me gustan los cantantes de ese estilo.

-Comparado con los que había en esa época, era un cantante bastante diferente.

AS: -Sí. No me gusta catalogar de mejores o peores a los cantantes, pero era un tipo que tenía una impronta, como dijiste vos, diferente, pero, a la vez, personal y clara. No sólo desde el punto de vista de lo melódico y de la interpretación, sino hasta en lo estético. Era un tipo que llamaba la atención. A pesar de que es una banda que tiene un solo disco, dejó una marca importante en todos los músicos que crecimos con el rock posdictadura.

-Hay temas de bandas de hace más de 40 años, como Psiglo, que pueden servir como punta de lanza para que los más jóvenes descubran a los grupos más clásicos.

AS: -Totalmente. Es que en el disco y en el DVD está la información. Es una manera de devolver: mencionar al autor, en qué disco está, el año en que salió, para que la gente pueda buscarlo, ahora que es fácil -en YouTube uno accede a todo-. Mucha gente dice: “Bo, no conocía a Psiglo”.

GM: -Ale fue vocalista de La Trampa y yo guitarrista de Hereford, y hubo un montón de gurises que escucharon esas bandas. Pibes de esas generaciones, de repente, no conocían Psiglo, el disco Mateo y Cabrera [1987] o a Dino...

AS: -Me pasó a mí: en el 93 entré a cantar a La Trampa y conocí a Dino por ellos. “Arma de doble filo” y “Vientos del sur” estaban en el primer disco de La Trampa, y yo no las conocía.

-Hubo una época en la que había una distancia entre el rock y la música popular...

AS: -Sí, pero en aquel momento había distancia entre todos. Dentro del rock tenías a los metaleros... Siempre hubo tribus. Después, el rock se popularizó, se empezaron a fusionar y los músicos comenzaron a interactuar mucho más. Antes, capaz que era impensable que La Vela Puerca tocara con Toto Méndez, y hoy es lo más común. O que la Catalina interactúe con No Te Va Gustar. El rock y el Carnaval no se tocaban.

GM: -O La Vela cuando hizo “José sabía”...

AS: -Incluso La Trampa, cuando hicimos “Luna de marzo”, que es un candombe, hace muchos años. Empezás a agarrar cosas y a fusionar, y a crecer como músico. Hay cosas que ya son perimidas.

GM: -Pensamos que el material podía funcionar como un link y que por medio de él puede revolverse un poquito más el cancionero uruguayo. No solamente para que escuchen la canciones que hicimos de esos artistas, sino para que los pibes que hacen bandas nuevas puedan inspirarse en este tipo de cosas, y si van a hacer versiones o covers con sus bandas, aparte de sus temas, puedan recrear cosas de acá, desde otras versiones.

-¿Cuáles fueron sus puertas de entrada al rock? ¿Empezaron con el rock nacional?

AS: -No, el primer disco de rock que escuché fue Back in Black [AC/DC, 1980], por un vecino de mi edificio, en el año 81, 82, con nueve o diez años; y algún disco de Van Halen y Rainbow. Ése fue mi ingreso al rock.

GM: -El primer disco de rock que escuché fue Rubber Soul, de los Beatles [1965]. Yo tenía seis años, hacía los ladrillitos y escuchaba ese disco. Me encantaba. Después, como a los 13 o 14 años, me agarraron los Rolling Stones y me hicieron pedazos. Estuve entreverado como dos años seguidos. También con [Eric] Clapton. Back in Black lo escuchaba con mis hermanos. Empecé a escuchar cosas más poderosas con 16, 17 años, como [Deep] Purple o Whitesnake.

AS: -En el 85, cuando empieza toda la movida del rock uruguayo posdictadura, sí me colgué con todo. Desde ese primer momento me picó el bichito de qué lindo sería tener una banda. Cantar, nomás, porque no podía tocar nada.

-¿Nunca tocaste un instrumento?

AS: -En realidad, arranqué en una banda tocando un poco de batería: un redoblante, un chárleston y un bombo, porque no había nadie que la tocara. Después pasé a cantar porque tampoco había nadie que cantara. Pero fue lo único...

-¿Tienen pensado grabar otro disco de características similares?

AS: -En los shows nuevos ya estamos tocando versiones nuevas de otras cosas que nos quedaron afuera o que surgieron en charlas de boliche o previas a los shows, al empezar a tener búsquedas. También intentamos que todo tenga un punto de contacto: empezaron a invitarnos a participar en shows, como la cantarolas de la Catalina, y en algunos de esos lugares también hemos seguido sumando canciones al repertorio. Hace un tiempo, nos invitó [Jorge] Nasser a un homenaje a [Mario] Benedetti en la sala Zitarrosa. Nuestra idea es volver a grabar el mismo formato, así, en vivo, quizá no en un lugar, sino en varios, y poder hacer una minigira por el interior, grabar allí, y capaz que ya ir armando un DVD. Esto se fue dando. Nuestra idea es meter un poquito más de cabeza, pero porque nos encanta, lo seguimos disfrutando y nos van picando otros intereses.

-No sé si será un patrón, pero ustedes dos integraban bandas de rock que sonaban fuerte, con distorsión, y ahora están para lo acústico. Garo Arekelian también agarró para lo acústico, más tranquilo. ¿El rockero uruguayo se apacigua al llegar a la mediana edad?

AS: -Yo estuve 17 años en La Trampa, y hay un momento en el que empezás a buscar -creo que es hasta natural- algo que no sea lo mismo. Igual, tampoco fue tan pensado, porque surgió por mi necesidad de cantar. Si Guzmán me decía: “Tengo una banda para armar, contigo cantando”, capaz que también lo hacía. No fue: “Voy a dejarme de joder con la batería”.

GM: -La guitarra acústica con cuerdas de acero o nailon es muy amable para el acompañamiento cuando estás solo; la guitarra eléctrica es más dura, hay que tratarla de otra manera. La acústica es una guitarra muy acompañadora. Planteamos la historia desde ahí.

-¿Por qué se disolvieron sus respectivas bandas?

AS: -La Trampa dejó de tocar en 2010 por un montón de temas, que siempre quedan en la interna. Con Garo seguimos teniendo la mejor y, de hecho, participa en el disco. Lo que pasa es que consideramos que, así como estaba, la banda no tenía más razón de existir en ese momento. Decidimos dejar de tocar. Si no estábamos motivados para hacer un nuevo disco, ¿cuál sería el motivo? ¿Seguir facturando? ¿Hacer plata? ¿Llenar lugares? Gracias a La Trampa estoy acá. Con Garo no íbamos a permitir que nos termináramos despedazando o haciendo cosas con las que no estuviéramos felices.

-¿Venderse?

AS: -No, porque, en realidad, en algún momento nos acusaron de vendidos. Nosotros pasamos por todas las que pasaron las bandas de acá a las que les va un poco mejor. Con Laberinto [2005] parte de los que generalmente se hacen escuchar, que son los haters, nos acusaron de eso. Si nos hubiéramos vendido habríamos seguido tocando. A la banda la queremos mucho -en el caso de Garo, aún más, porque fue creada por él-, la respetamos y, si algún día vuelve, será porque tiene la razón de existir y el amor que tenía antes. Ahora no tiene sentido, y, como tal, está guardadita bajo llave, bien donde tiene que estar; por eso nunca ventilamos las cosas.

-¿Qué pasó con Hereford?

GM: -Con Hereford pasó algo similar. Después de muchos años hubo un desgaste natural. Frankie [Lampariello] decidió salir de la banda, abrirse, y, entre todos, decidimos dejar de tocar. Es un proceso similar al de La Trampa, solamente que nosotros éramos los cuatro mismos de siempre, y en los últimos cinco o seis años eran notorios los cambios que había en cada uno. Lo que cuenta Ale y te cuento yo es una sensación que los que pertenecemos a un colectivo entendemos. No pasa por seguir tocando o llenando: cuando se pierde motivación en un colectivo es horrible.

AS: -Cuando la única motivación es la fuente de ingreso... Que es muy entendible también, yo lo recontrarrespeto.

-¿Vivían de La Trampa?

AS: -Yo, sí. Cuatro años de mi vida, de 2006 a 2010, me dediqué exclusivamente a La Trampa. Pagaba las cuentas con eso. Pero no era el motor generador. Y en realidad, si lo es, y está bien, tiene que tener la otra parte. En aquel momento nos parecía que no teníamos más energía.

-Ustedes vivieron la época de los festivales multitudinarios, como el Pilsen Rock. ¿Cómo ven la movida ahora? Parece haber un bajón.

AS: -Yo tenía la sensación de que aquello era una especie de río desbordado que en algún momento iba a volver a su cauce, y fue lo que pasó. La movida de rock igual se instaló, tiene su público, y las bandas siguen haciendo cosas.

GM: -Aparte, en el momento en que pasó eso, de los festivales multitudinarios de Durazno, fue porque el Pilsen Rock era una movida de marketing. Eso duró seis o siete años y después viró. Si hoy vas a Durazno y hacés un recital de las mismas características, con otra marca, y ponés en la grilla a No Te Va Gustar, La Vela, etcétera, explota a la miércoles todo de nuevo. O sea, las bandas que reman de verdad siguen remando hoy. No sé si cambió tanto.

-Entonces, ¿decís que de parte de las empresas no hay el mismo apoyo?

GM: -No, no digo eso. Lo que pasa es que ese festival en un momento llegó a ser hasta como un ritual, porque pintó el primer año y explotó, el segundo año creció y el tercero ya se había establecido. Después, la gurisada estaba esperando que llegara octubre para explotar. Luego cambian y lo hacen en el Prado, que ya era de otras características. Si vos vas a un Antel Fest o a cualquier festival del interior, explotan de gente.

AS: -Quizá no hubo un recambio de bandas. Las bandas que, como dice él, la siguen remando son las mismas que la reman desde hace 20 años. Capaz que no se instalaron bandas nuevas, pero El Cuarteto [de Nos], La Vela, Buitres, Trotsky [Vengarán]... metelos a todos juntos en un festival y explota.

-Hablemos de sus otros proyectos musicales. Alejandro, estás en otra banda, El Resto de Nosotros, y empezaste a componer temas. ¿Cómo se dio esa nueva faceta?

AS: -Hice un par de temas. Me surgió la necesidad de decir cosas. En un momento usé canciones de otros, y en otro momento tuve la necesidad de decir algo muy personal. Y también se me dio una nueva etapa, con un músico como [Víctor] Nattero [ex guitarrista de Los Traidores], con otro intercambio de ideas, y con el bagaje de haber trabajado con un tipo como Garo como compositor al lado, que me ponía una vara medio alta. Es hermoso escuchar un tema tuyo finalizado, grabado y todo, pero fue una tarea desgastante desde el punto de vista emocional, si lo componés desde ahí. Admiro mucho a los compositores, porque la verdad es que es un laburo... porque te exponés... Me acuerdo de que Garo, para escribir sus letras, a veces tenía que irse a Valizas a pensar, porque necesitaba ciertas cosas para escribir: tranquilidad, paz. Los dos temas que tengo en este disco [El Resto de Nosotros] fueron compuestos en Marindia, abajo de un árbol, con un iPad -con el programa GarageBand-. Porque sentí que en ese momento las condiciones se daban. Después, nunca más hice nada. En mi casa no puedo hacer nada; ya estás con otras problemáticas: vengo de laburar, tengo que llevar a mi hija a algún lado, pensar qué va a comer de noche, etcétera.

GM: -La instancia lúdica de encuentro con uno mismo es muy difícil de lograr en la rutina de la semana, cuando cualquier espacio libre lo rellenás con algo vinculado con la familia.

AS: -Hay tipos que tienen facilidad para componer: están laburando y les viene una melodía y la graban. A mí me cuesta pila y, en realidad, hice dos temas que me llevaron laburo. Para mí fue genial y, al mismo tiempo, desgastante, muy cansador.

-Guzmán, hace años que tocás tango con Francis Andreu y hace poco te incorporaste a la banda de Jaime Roos. ¿Cómo es tocar con un pope de la música nacional?

GM: -Con Francis estoy tocando desde hace nueve años. Hace tres años, Nicolás Ibarburu no podía hacer algunas fechas con Jaime Roos, que ya estaban puestas, y me pidieron que le hiciera la suplencia. Toqué cuatro fechas y pegué muy buena onda con Jaime. Ponele que en febrero de 2012, me llamó para invitarme a la banda, para que tocara con Nicolás Ibarburu en el ciclo 3 millones, los dos en guitarras. Hicimos un año y medio así, hasta que, en un momento, Nico priorizó su carrera con Julieta [Rada] y yo quedé tocando en el proyecto de Jaime, como guitarrista solo, aunque Nico viene a algunos recitales. Yo lo venía escuchando desde hacía años, porque la obra de Jaime me encanta. Para mí es tremenda experiencia, porque es uno de los compositores que más me gustan, pero no sólo de acá, de la música en general.

-¿Por qué te atrae tanto?

GM: -Me parece que es un tipo sumamente sensible y que en su obra conviven un montón de músicas que vienen de distintos lados. El loco es un tipo muy fanático del rock, particularmente de los Beatles. Es muy conocedor del rock en general y de la música popular. En él conviven la murga, las cuerdas de tambores... De chiquito, Jaime estaba donde se cocinaba todo, y le llegaron los Beatles y Mateo, y en esa cabecita explota todo -estoy hablando desde mi punto de vista-. Entonces, se forman un montón de corrientes dentro de él, que influyen en una obra que está salada y tiene un montón de colores. Si bien conviven varios géneros en la expresión de Jaime, hay otras cosas de su obra que son originales, como la marcha camión tocada con guitarra; un montón de rítmicas que tiene que son recontraoriginales. Tocando con él aprendí mucho, de escuchar y de ver cómo ensambla y produce la sonoridad de una banda.

-¿Es muy perfeccionista?

GM: -Tiene un nivel de rigor que me encanta. En ese proceso de la búsqueda hacia donde él quiere ir, llega a lugares musicales muy lindos. Su obra es una de las músicas que más me llaman la atención. Así como Ale cita el disco Back in Black, en ese disco encontrás una síntesis de la sonoridad de una banda -es muy especial AC/DC-, con todas la músicas pasa lo mismo: cuando escuchás a [Bob] Marley, a los Beatles, pasa algo así. Son como universos diferentes y todas tienen en común que van hasta lo máximo, hasta la expresión más fina de lo que hacen. Jaime busca eso, y para mí es alucinante.

-Curiosamente, en Estado natural no hay ningún tema de Jaime...

AS: -Pero, quién te dice que haya alguno en algún momento.

GM: -Puede haber...