El legendario guitarrista de Black Sabbath, Tony Iommi, de 66 años, habló de su estado de salud, a tres años de que se le detectara un linfoma, y sus comentarios no fueron muy optimistas que digamos: “Podría vivir diez años más o sólo uno, no lo sé”, dijo a The Mirror. Su enfermedad no le impidió grabar 13 (2013), el primer álbum con Ozzy Osbourne después de Never Say Die! (1978) -por Sabbath pasaron vocalistas de lo más variopintos, desde Ian Gillan hasta Ronnie James Dio-, un regreso que fue recibido positivamente por la crítica -sobre todo su primer single, el pesado, largo y nietzscheano “God Is Dead?”-; tampoco fue óbice para que emprendiera una gira mundial para presentar el disco (que trajo a la banda a Buenos Aires, donde tocó ante más de 40.000 personas en La Plata). “Tras publicar el álbum hicimos 81 conciertos en 28 países. Realmente lo disfruté, pero fue duro. Cada seis semanas tenía que volver a casa para seguir el tratamiento en el hospital, ubicado en las afueras de Birmingham. Después debía permanecer en casa otras dos o tres semanas para recuperarme antes de poder volver con la banda”. El guitarrista agregó que los médicos le dijeron que se estaba “forzando demasiado” y que no sabe si el tratamiento funcionó. “El cirujano me dijo que no esperaba que el cáncer desapareciera. Hay 30% de posibilidades de que ocurra, pero es más que probable que regrese, y eso podría ser en cualquier momento”, sentenció Iommi.