La primera parte de Volver al futuro (Robert Zemeckis, 1985) cumple tres décadas este año, y ya empezaron a proliferar las notas que lo celebran. El asunto sobre el que más se ha teclado es la cantidad de aciertos y de errores que tuvo la segunda parte (de 1989), en la que Marty McFly, interpretado por Michael J Fox, viaja al lejano 2015, impulsado por Doc Emmett Brown (el científico loco encarnado por Christopher Lloyd). El diario británico The Guardian fue el que dio el puntapié inicial del año sobre el asunto, con una extensa nota al respecto.

El “error” más conocido es el que se puede apreciar apenas se sale a la calle: no existen los autos voladores. Todavía necesitamos carreteras, así como comprar la ropa según nuestro rígido talle: la mágica vestimenta que se ajusta al cuerpo de Marty (incluidos los famosos championes Nike) todavía no se fabricó, a pesar de que ha habido bastante apetito del público por conseguirla. Pero, siguiendo con la moda, según el diario inglés, el error más grande fue sobrestimar la cantidad y la calidad de la ropa que llevaría la gente en el futuro: ni la corbata doble, ni la gabardina de oro, ni el chaleco con efectos sonoros programables (que lucía uno de los matones de Griff) se ven en la tienda de ropa amiga. Tampoco proliferan las tiendas de nostalgia repletas de accesorios de los 80, como ésa en la que Marty compra el almanaque con los resultados de todos los eventos deportivos de 1950 a 2000, que le trae bastantes inconvenientes en el pasado (mejor dicho, presente). Aunque la costumbre de coleccionar artilugios del pasado, como computadoras, o videograbadoras, es bastante precisa.

Pero los realizadores también acertaron en varias, como si hubieran escrito el guion con una bola de cristal. La “automatización” que aparece en el film se acerca bastante a la de hoy (sobre todo, a la del primer mundo): existe un mayor uso de tecnología con robots y aumentó la popularidad de los drones; sin embargo, todavía no se ve a ninguno paseando perros, como en la película. En la Hill Valley de 2015 no aparece ni una consola de videojuegos, pero su dominio -y su naturaleza de “manos libres”- es insinuado por el desprecio que demuestran unos niños del futuro por el videojuego viejo y clásico de disparos con el que Marty se da dique de jugador empedernido. Hoy se utiliza el escaneo de ojos y de huellas digitales para identificar a las personas, pero no en lugar del picaporte con el que entramos a nuestras casas.