Un genio, un chanta, un personaje, un comerciante y un sinfín de cosas más: eso fue Kim Fowley, una figura irreproducible que surgió en los años 60 como una antena siempre dispuesta a captar los gustos de la juventud y hacer lo posible por satisfacerlos, aunque ello significara estar siempre uno o dos pasos adelantado. Fowley nació y creció en Los Ángeles, rodeado de la fermental escena artística de la ciudad, y desde muy joven se dedicó a componer y producir a sus amigos y coetáneos, especializándose en canciones humorísticas orientadas a consumirse más rápido que un fósforo. Sin embargo, sus gustos musicales se inclinaban más hacia lo experimental y lo transgresor, lo que lo llevó a colaborar -como músico, productor y compositor- con figuras radicales de la costa oeste como Frank Zappa, Alice Cooper, Paul Revere, The Byrds y Warren Zevon, entre otros.

A mediados de los 70, un Fowley más extravagante que nunca y cada vez más parecido al monstruo de Frankenstein se involucró con la escena glam de Los Ángeles y tuvo la brillante idea de prefabricar un grupo de rock rústico, conformado en su totalidad por chicas y que girara alrededor de Joan Jett. El resultado fue The Runaways, banda de la que fue compositor y dictador y con la que alcanzaría un considerable éxito. Durante los años siguientes, convertido ya en una figura de culto, siguió colaborando con numerosos artistas entre los que se contaban Iggy Pop, Kiss y The Modern Lovers, mientras seguía editando discos subvalorados y ocasionalmente brillantes. Testigo privilegiado de varias generaciones musicales y dueño de un particular léxico, Fowley se volvió una fuente de consulta inevitable para libros y documentales sobre Los Ángeles y su escena musical. El renovado interés en The Runaways que despertó la película biográfica The Runaways lo devolvió a las primeras planas de las revistas de rock. Siempre atento a los cambios, una de sus últimas apariciones había sido el año pasado en el videoclip del tema “Haunted”, de Beyoncé.

Kim Fowley murió el jueves, víctima de un cáncer de vejiga, a los 75 años. En 2001 había declarado lo siguiente para un libro biográfico sobre el punk de Los Ángeles: “La soledad de un visionario es que podés ser la única persona en un tiempo determinado que reconoce la magia. Yo soy una persona mágica, y por eso reconozco a otras personas mágicas ”.