Matt Damon se ha vuelto objeto de virulentos ataques porque, cuando en una entrevista con The Guardian le preguntaron si Hollywood es más difícil para los actores que asumen ser homosexuales, y después de contestar que todavía es así y que lo considera lamentable, no tuvo mejor idea que comentar que, en su opinión, “sos mejor actor cuanto menos sepa la gente de vos”, y que la sexualidad de los actores debería ser un misterio para el público.

Esa opinión fue considerada una crítica políticamente incorrecta a sus colegas que salen del clóset, y también una muestra de doble moral, porque Damon no mantiene en secreto que está en pareja con una mujer desde hace 12 años, sino que se precia de ser un hombre de familia con cuatro hijas, y cultiva en general una imagen de tipo común que es parte de su atractivo para los espectadores.

En una entrevista posterior con Ellen DeGeneres (una gran estrella que salió del clóset con mucho escándalo en 1997 y que ahora se mostró solidaria con Damon ante las críticas que estaba recibiendo), el actor reafirmó que a su entender es mejor que el público no conozca las preferencias sexuales de los actores, y que la controversia sobre sus declaraciones le parecía “estúpida”.

Las cosas han cambiado mucho desde que la revista Humor, en medio del “destape” posterior a la última dictadura argentina, se permitía comentar sobre el mismo asunto que estaba muy bien lo de asumir públicamente la homosexualidad, pero que un actor no debía exhibir como si fuera un mérito “su desdichada condición de puto”.