De boliche en boliche, el autor Diego Recoba y el fotógrafo Agustín Fernández fueron acompañando a La Decana a lo largo de dos años. Registraron su paso por pizzerías, cumpleaños, fiestas y bailes, a veces desde una camioneta de músicos apretados, otras tomando algún ómnibus y perdiéndose en la noche. ¡Hasta Borinquen! Medio siglo de La Decana, titulado así por una de las frases con las que suele despedirse la orquesta -la otra era un poco más difícil: “Gracias, público inteligente”-, se convirtió en el primer libro sobre un conjunto tropical uruguayo, que se presentará mañana a las 21.00 en la Feria del Libro con la orquesta en vivo.
-¿Cuál fue la primera impresión cuando llegaron a la pizzería Mediterránea, en Maroñas, donde empezaron el trabajo?
Diego Recoba (DR): -Por considerarlos unos artistas increíbles, y porque me gustaban desde chico, tenía mucho miedo. No sabía cómo nos iban a recibir. Son veteranos y pueden tener sus mañas, sobre todo porque íbamos a entrar en su intimidad. Pero la verdad es que cuando hablamos ya se rompió el hielo. La primera impresión fue la de conocer a una orquesta muy profesional, con mucha noche. Y en seguida nos abrieron las puertas.
Agustín Fernández (AF): -Yo llegué sin conocerlos, y la sorpresa fue cuando los encontré en una pizzería familiar donde también se bailaba.
-Carlos Goberna Jr es a la vez el heredero, el mánager, el productor y el que, de alguna manera, los guió por la noche.
AF: -Es el vocalista y mánager, aunque Goberna padre siga coordinando algunos toques. Él es el que le dice: “Papá, tenemos que ir a la tele aunque nos corten el tema”. Con esta movida pasó que Goberna padre se molestó, porque quedaban de hacer un tema en algún canal y después se lo cortaban a la mitad. Pero Carlitos defiende que es importante el hecho de estar.
DR: -Carlitos está en todo, incluso lleva los cinco muros de Facebook de la Borinquen, responde a los mensajes. Me parece que esto se dio en la época del pop latino, cuando el laburo de ellos empezó a bajar, y todos se dieron cuenta de que tanto Carlos como Óscar [Leis, cantante] no estaban entendiendo el nuevo ambiente. Carlitos pidió esa posta porque entendía que las cosas habían cambiado: en 2000 nada era igual que en los 70. Carlos Jr lo comprendió y desde ese momento asumió como mánager. Goberna padre es la cara, es el alma; no está en un lugar residual, sino todo lo contrario. El frontman es él, y es el que conecta con la gente.
-¿Cómo fueron organizando el armado del libro entre tanto material y con tantos años de la orquesta?
DR: -Eso fue lo más difícil. Por deformación profesional, y por una cuestión de gustos, había pensado en hacer un libro sobre algo más global dentro de la tropical, y con un perfil más histórico, con otros insumos para investigadores. Hasta que en un momento Agustín me dijo: “Nos estamos yendo. Son ellos, la noche, los 50 años y lo que viven”.
AF: -Ellos querían más bien una biografía, pero a mí como fotógrafo ese trabajo no me interesaba, además de que habría sido más un libro de la Borinquen que sobre ella; se volvía institucional.
DR: -Tampoco queríamos un libro de fotos con textos explicativos, ni un libro de crónica con fotos que ilustraran, sino que fuesen dos discursos que unas veces corren en paralelo y otras se cruzan. Ningún registro es subsidiario del otro.
-La Borinquen ha logrado sobrevivir 51 años gracias a su capacidad de adaptación, sin perder nunca su esencia. ¿Cómo definirían su propuesta?
DR: -Hoy Agustín dijo algo que yo no había pensado, y que creo que es la esencia de la Borinquen, en tantos años dentro del ambiente: lo tanguero. Carlos Goberna es un tipo muy tanguero. Sólo escucha tango y [radio] Clarín, no oye ni sus propios discos. Incluso su sueño, hasta el día de hoy, es cantar tango. Creo que la Borinquen va por ese lado, con toda la impronta de lo que es un cantante tanguero: una orquesta muy prolija y muy sólida, además de sobria, profesional. Para más de un productor moderno sería anacrónica, pero eso posibilitó que no se los llevara ninguna moda. Cuando surgió la Karibe [con K], muchos dijeron “hacemos esto”, cumbia con lentejuelas y pasos de parodismo. Pero ellos se mantuvieron en su estilo.
AF: -Además eran casi abuelos, y no se prestaban para lo que hacían pibes facheros de 20 años.
DR: -Con eso resistieron. Porque después las orquestas del estilo Karibe murieron todas. Y lo mismo pasó con el pop latino, que duró dos o tres años y los que fueron por ese lado murieron. Los tipos, con 51 años, están en la cresta de la ola, son una orquesta de referencia. Eso quedó demostrado en el espectáculo de los 50 años [en el Teatro de Verano], en el que todos los que fueron, estrellas de la tropical, les rindieron pleitesía.
AF: -Los homenajeaban estrellas históricas y jóvenes.
DR: -Y realmente le rendían un homenaje a La Decana. No contaba el ego ni el estrellato.
-Entre ellos estaba el Chato Arismendi, que fue guitarrista de Alfredo Zitarrosa y que además es un referente de la tropical.
AF: -Con el Chato tienen un vínculo especial, y Carlitos siempre lamenta no haber podido tenerlo en la banda.
DR: -Además el Chato es de la vieja escuela. Pero también tienen un vínculo con los jóvenes. Un poco menos, porque Carlos es un tipo especial, pero estuvo, por ejemplo, el Pepino de Monterrojo.
AF: -Siempre priorizan a los buenos músicos. A veces dicen: “Fulanito desafina hasta cuando habla. Así no puede cantar”. Obviamente, a ésos no los invitan al Teatro de Verano. Son implacables, no se casan con nadie.
DR: -Es una cuestión profesional. Todas las decisiones que han tomado se han basado en eso. Pensemos: el cantante de cumbia de los 90 era Gerardo Nieto. La Borinquen perfectamente le podría haber dicho a Gerardo: “Che, venite para la orquesta”. Pero no tenía nada que ver con el criterio estético de lo que pensaba Goberna que debía ser una orquesta. Y además privilegiaba otro tipo de cosas. No hay una cuestión marquetinera de “vamos a llamar a éste porque con él vamos a hacer más shows”. Ellos siguieron un tronco artístico que mantienen, y eso genera que no se casen con los nombres. Los músicos de la Borinquen son unos perfectos desconocidos hasta que llegan a la orquesta, y vos los ves y son unos profesionales increíbles.
AF: -Es el caso del timbalero. El timbalero histórico se enfermó de cáncer, recomendó al actual, a quien nadie conocía, y toca increíble.
-Hablan de la referencia tanguera y profesional, pero ¿cuál sería su lugar dentro de la historia del género?
DR: -Quizá todas las orquestas surgidas en los 60 tuvieron una impronta muy asociada al tango y al candombe, que en esos tiempos también se escuchaban en los bailes tropicales.
AF: -En la IASA [en el salón de baile del club Sud América, en la calle Yatay] podías tener una orquesta tropical en la planta baja y una de tango en el primer piso.
DR: -Incluso Carlos contaba que las orquestas empezaban con un par de boleros, después seguían con unos tanguitos y terminaban con una plena. Capaz que era algo propio de toda esa movida, pero la Borinquen siempre fue una orquesta sobria, o más bien profesional. El ensayo al que fuimos nos sorprendió: con partitura, tocando casi tres horas un solo tema, sin que volara una mosca. Son músicos increíbles, pero el prejuicio barre con todo, con los tipos que realmente son de cuarta y también con ellos.
AF: -Pero además hay siete instrumentistas sobre el escenario, y tres vocalistas.
-Dicen que el prejuicio barre con todo. ¿Cómo ven el vacío de estudios o trabajos sobre un fenómeno tan popular como la tropical?
AF: -Cuando nos propusimos hacer el libro eso nos sorprendió, porque nos pusimos a investigar y no encontramos ninguna bibliografía. Sólo una referencia en una revista, de Rubén Olivera y Coriún Aharonián. Pero no existe un libro o un estudio. Sólo podemos nombrar lo que hizo Juan Pellicer [en su serie para televisión sobre historia de la música nacional uruguaya].
DR: -En un megalibro que compiló [Gerardo] Caetano [20 años de democracia. Uruguay 1985-2005: miradas múltiples] hay un capítulo de Roy Berocay sobre música, en el que incluye a la tropical en dos o tres párrafos. Y eso es todo lo que hay. Creo que tiene mucho que ver con el desinterés de los académicos por esto, con cierto prejuicio. Pero también tiene que ver con el género: la movida tropical no aspira a perpetuarse en la eternidad, a diferencia de otras artes, que sí parecen hacerlo. Esta idea de arte para la posteridad pertenece a determinado círculo, y a veces pensamos que todos la tienen. Pero ni ellos mismos dejan registro de lo que hacen: no tienen idea de los discos que editaron; de repente, ni siquiera los dueños de una orquesta tienen todos sus discos. Las fotos que tienen son sacadas por familiares. No hay datos de actuaciones ni de grabaciones, por eso me costó muchísimo hacer la discografía que se incluye al final del libro. Ellos trabajan muchísimo en el presente; es un arte del presente, y eso no lo hace peor ni mejor. Y hablo del género en sí; Los Fatales posiblemente tampoco tengan registros.
AF: -Lo que es raro es que ellos hayan hecho varios videoclips.
DR: -Si querés ver cómo se vestían y cómo se peinaban en los 90, mirá esos videoclips. Y seguramente hayan sido unos pioneros. Porque hay unos de Casino, también de esos años, y algunos de Karibe, pero nada más. Los tipos encararon el videoclip; no entiendo para qué, porque no los pasaban en la tele, pero igual estaba la intención.
-¿Tienen un conflicto a resolver en ese aspecto?
DR: -Son buenísimos. El fachero es Carlitos, el joven al que le pasan los problemas. Ellos dijeron: “Si es joven, es actor”. Entonces actúa y se mata haciendo piruetas...
-Recién se referían a la Karibe y al pop latino, los dos grandes cambios de paradigma que vivió el género. ¿Creen que hoy se está dando otra transformación?
DR: -No sabría decir si la cumbia cheta es un cambio tan fuerte. Los otros dos fueron fuertes porque les movieron mucho el piso a los que venían de antes. Algunos, incluso, murieron. Y eran grandes orquestas, como el Combo Camagüey, Antillano, Maracaibo. Palacio nunca se recuperó, y Casino fue bajando. Fueron dos cimbronazos que cambiaron mucho el panorama, porque con una propuesta diferente hicieron tambalear a los que ya estaban, y obligaron a los nuevos a seguirlos. No sé si la cumbia cheta va a generar esto. Seguramente no, porque aquellos otros dos fenómenos se insertaron en la movida tropical. Yo no sé si Rombai va al Tropy, no sé si Marama va a los Solana. Se insertan en la Ciudad Vieja y entre los adolescentes de clase media.
AF: -No les quitan público a las orquestas que estaban antes. Incluso pueden llegar a arrimarles otros.
DR: -Tampoco tienen mucho en común. Creo que el pop latino fue una aberración, porque hubo una intención de crear productos sin pensar nunca en su calidad; la idea era sacar temas y sacar temas. Pero si vos comparás con la plena más tradicional, había puntos de contacto, se intentaba respetar una base. Un ejemplo de esto era Cuamanacao, que increíblemente en esos años se cambia el nombre por La Cumana, como para agiornarse. Ellos hacían pop latino, pero con un pie en la tradición. La cumbia cheta es absolutamente otro fenómeno, que no se apoya en nada previo. Porque tener una base que haga “tiquitic-tiquitic” no los posiciona. Lo llaman “cumbia cheta”, pero de tropical no tiene nada.
-Pero sí hubo un quiebre el año pasado, cuando la Borinquen participó en el Desfile de Carnaval.
DR: -Sí, eso fue un quiebre que quizás hable de cómo está viendo la gente la movida tropical y cómo se está integrando. En su momento, participé en algunos cuestionamientos a las políticas culturales de la Intendencia de Montevideo, que apoya justamente el desfile. Porque esas políticas no sólo deberían comprender gustos personales, y en verdad lo que se estaba haciendo, por intermedio de un organismo público, eran políticas culturales privadas. Es decir, programo lo que quiero y lo que me gusta. Eso pertenece al orden de lo privado. A nivel público no se debe contemplar todo, pero sí extender las políticas a distintas manifestaciones. En aquel momento el tema se instaló en los medios por distintas cuestiones, sobre todo preguntando: “¿No será muy obsoleto eso de ‘cumbia, caca’”? Creo que se dio ese quiebre, aunque evidentemente sigue existiendo el consumo irónico, el “escucho cumbia para tomarle el pelo, porque sigo considerándola menor”. Pero a nivel general esa bobada se está yendo. En Argentina, salvo Pappo, no encontrás rockeros que bardeen a la cumbia porque sí. Incluso hacen muchos trabajos juntos. Y si bien acá ocurre cada vez menos, me acuerdo de que el año pasado Tabaré Rivero se mandó una de esas bobadas con Denis Elías. Estoy seguro de que no quiso herir a nadie, pero es un resabio del pasado que todavía se mantiene.
AF: -Cuando entran los vientos a las bandas de rock, vienen de la tropical.
DR: -Creo que es muy noventero. Hay dos o tres temas históricos de Jaime [Roos] en los que el vocalista es Jorge Vallejo, el de Combo Camagüey. No pasa ahora, cuando uno podría decir que es algo posmo, sino en los 80. En aquella época los músicos ya habían olvidado esa distinción tonta y trabajaban mucho juntos. El Chato, por ejemplo, trabajaba para muchos rockeros y gente del canto popular, porque es un gran bajista.
-¿Cómo se relaciona el libro con las generalizaciones y descalificaciones del género?
AF: -Creo que tira abajo muchos mitos. Un ejemplo de esto es ver un ensayo, donde todos están con sus partituras, concentrados. Cuando le mostré a un colega el pdf del libro, me dijo: “¡Ah, mirá, con partituras!”.
DR: -En ese sentido el libro sorprende. Hace poco, Martín [Fernández, editor del libro] nos comentaba que alguien cercano le dijo: “¡Uy, se está desvirtuando el catálogo!”. Evidentemente, sigue existiendo cierta clase letrada a la que esto le incomoda, que se siente agredida. Sobre todo porque este libro es el primero, y eso cuesta. Esto no habla mal de esa gente, es una falta de costumbre. Por eso cuesta ver a la tropical en los eventos culturales. Tal vez también choque que sea un libro de tanta calidad de impresión, a color. Pero lo importante es que no haya cosas vedadas para la tropical, y si este libro colabora con eso, ya es un logro. A veces el universitario de clase media dice: “Voy a ver cumbia, pero cumbia colombiana”. Y yo nunca vi a alguien diciendo: “Voy a ver rock, pero rock de Memphis”, o “voy a ver una banda de jazz, pero jazz de Nueva Orleans”. Nadie aclara el origen para legitimarlo. Algo importante es que el libro también lo va a distribuir la banda. Eso para nosotros hace la diferencia, porque no queríamos un libro para nuestro círculo o nuestros amigos.
-¿“Perro que ladra no muerde, y el que muerde lo hace callao”?
DR: -Nos aprendimos ese tema el día que fuimos a un ensayo, ¡pero después nunca lo hicieron! Lástima que en los ensayos no se baila, sólo se trabaja. En eso son tangueros. La tienen clarísima.