El III Festival Detour de Cine Nuevo, dedicado en exclusiva al cine nacional, terminó el sábado y, como ya es habitual, la ceremonia de clausura incluyó el anuncio de los ganadores de la competencia: Una noche sin luna, de Germán Tejeira, recibió el premio al mejor largometraje de ficción, y la mención especial fue para Los enemigos del dolor, de Arauco Hernández. En la categoría cortometraje de ficción la distinción fue para Liu Xia Lai, de Ignacio Acerenza, y hubo una mención especial para El amor es una porquería, de Mario Duomarco. El premio Manuel Lamas, que celebra el impulso creativo (en homenaje al director de Acto de violencia en una joven periodista), fue para la película experimental filmada en Tacuarembó Peste en birra, de Fabricio Camargo. En videoclips se distinguió a “Jordan” -Eté & Los Problems-, de Matías Genz, y “Rueda gigante -Luis Gerosa-, de Manuel Scarani, recibió una mención especial. El premio Egeda al mejor corto del desafío fue para Sin pantalla, de Miguel Ángel de León, mientras que la mención especial la recibió Brujas Bar, de Facundo Cabrera. El celebrado documental de Guillermo Kloetzer Manual del macho alfa fue seleccionado como el mejor de su categoría “por llevar adelante con mucha originalidad una historia con héroes y antihéroes muy singulares”; y Viento, de Xavier Bauzá, recibió el premio Sin Sol para cortometrajes documentales.
El mismo sábado, el cine latinoamericano fue el gran ganador del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, con El abrazo de la serpiente (Colombia/Venezuela/Argentina) como mejor película, dos premios para la chilena El Club (mejor guion y el elenco masculino compartiendo el de mejor actor) y la argentina Erica Rivas galardonada como mejor actriz por su protagónico en La luz incidente, de Ariel Rotter (Argentina/Uruguay/Francia). El largometraje eslovaco-checo Koza fue el único trabajo no latinoamericano premiado por el Jurado Oficial de la Competencia Internacional, con el reconocimiento a su director, Iván Ostrochovsky, como el mejor en su rubro.
En El abrazo de la serpiente, el director Ciro Guerra y su equipo lograron realizar una película que descubrió la cotidianidad de una inmensa zona geográfica de Colombia, con una estrecha colaboración de las variadas comunidades indígenas que la habitan. Con una sorprendente fotografía en blanco y negro, el film que se llevó el galardón principal sigue la vida del chamán Karamakate, último sobreviviente de su tribu, y dos exploradores que, con un intervalo de 40 años, lo empujan a recorrer el Amazonas en busca de una planta sagrada que podría curar sus males.
Curiosamente, Kryptonita, de Nicanor Loreti, si bien no se llevó ninguna distinción, fue una de las grandes sorpresas de la competencia argentina, y superó todas las expectativas del festival. Loreti se sumergió en el hiperrealismo periférico de la novela homónima escrita por Leonardo Oyola en la que se basa, en la que se cruzan la estética del cómic y el locro western, en una suerte de biografía apócrifa de Superman. En la pantalla, parece que se cruzaran Robert Rodríguez y John Carpenter para crear una historia de amistad y lealtad entre un grupo de “superhéroes” del marginal conurbano bonaerense, que logran imponerse con dignidad a un mundo que los confronta en su momento más difícil.