Cuando nació en Las Piedras le pusieron Heber Hugo, pero hace muchas décadas que casi nadie -aquí en Uruguay o en Argentina, donde fue muy famoso y aun más querido-, lo identificaba con otro nombre que el Berugo con el que se unieron los dos reales. Quienes lo conocieron recuerdan a un tipo entrañable, entusiasta y generoso.
Desde muy joven se dedicó a la música, con un temprano interés en el jazz y capacidad para interpretar varios otros géneros. De ello quedó como único testimonio discográfico el disco Solo de guitarra, editado en 1976, en el que había también folclore, bossa nova y tango, desde “La cachila” y “Sur” hasta “Adiós Nonino”, pero muchísima gente sabía que tocaba la guitarra sin tener noticia de la existencia de aquel muy buen disco, porque Berugo fue, aparte de haber hecho varias incursiones exitosas en el cine, sobre todo una figura de la televisión, y en ese medio “mechó” a menudo intervenciones con su instrumento en varias recordadas rutinas humorísticas.
Empezó en el legendario Telecataplum, de Canal 12, y libretado en forma memorable por los hermanos Daniel y Jorge Scheck (“Los Lobizones”), como parte del brillante elenco en el que se destacaron figuras como Enrique Almada, Eduardo D’Ángelo, Alfredo de la Peña, Lamparita dell’Arno, Ricardo Espalter, Andrés Redondo, Raimundo Soto, Henny Trayles y Emilio Guita Vidal. Cuando empezó tenía apenas 18 años, y fue uno de los integrantes de aquel grupo que carecían de antecedentes en el rubro: llegó en principio como miembro de la orquesta estable que comandaba Julio Frade.
La gran popularidad de Telecataplum en Argentina, donde es recordado como una cumbre del humor e inspiró, entre mucho otros, a Les Luthiers, llevó a que varios de los artistas que formaban parte de su elenco se establecieran en Buenos Aires, donde realizaron otros exitosos programas. Berugo fue uno de los que siguieron ese camino, y desarrolló además una destacada carrera propia como animador (por ejemplo, en el popularísimo Atrévase a soñar, el de “Alcoyana-Alcoyana”), además de continuar su trabajo como cómico, por lo general más apoyado en su trabajo corporal y su expresividad facial que en el diálogo. Tenía algo de frescura y sencillez que, a medida que el humor televisivo se iba desplazando hacia otros registros, contribuyó a que la simpatía despertada por sus personajes se sumara a la que se supo ganar en la vida real.
En 1988 ganó el Martín Fierro al mejor animador por Atrévase a soñar. Hizo teatro y participó en numerosas películas con gran éxito de taquilla, como las de la serie de la “Brigada explosiva”, iniciada en 1986, en la que compartió protagonismo con Emilio Disi, Alberto Fernández de Rosa y Gino Renni. Su último trabajo para la pantalla chica fue en la telenovela Son amores (2002-2003), con un personaje cuyo nombre -Wilson- equivale en Buenos Aires a un cartel que dice “soy uruguayo”.
En 2004 supo que tenía la enfermedad de Parkinson, y desde entonces batalló contra el deterioro físico, sin perder la entereza y recibiendo diversos reconocimientos, entre ellos el de la Junta Departamental de su Canelones natal, que en 2008 lo declaró ciudadano ilustre. En ese año se despidió del público uruguayo en la sala La Colmena, junto a Tocata y Fuga en el espectáculo Con Berugo en grupo. Murió el sábado en su casa del barrio Belgrano, en Buenos Aires, donde hubo extendidas manifestaciones de pesar en el ambiente del espectáculo y en el numeroso público que lo apreciaba como a alguien de la familia.