El legendario Teatro Español ha sido testigo de la historia madrileña: en sus comienzos fue un corral medieval donde se montaban pequeños espectáculos, y allí se estrenaron piezas que luego se convirtieron en clásicos de la literatura española. Hoy en Naves, una de sus sedes, se inaugura el Ciclo de Teatro Latinoamericano, y será una de las pocas ocasiones en que una compañía uruguaya abra un ciclo internacional.
La obra con la que será inaugurado es No daré hijos, daré versos, de Marianella Morena y estrenada el año pasado, en la que seis actores (Laura Báez, Mané Pérez, Carlos Rompani, Sebastián Serantes, Lucía Trentini y Agustín Urrutia) alternan sus roles y sus géneros, en una suerte de relato escénico y musical inspirado en Delmira Agustini.
La pieza reflexiona sobre la historia, el teatro, la academia y lo que la memoria selecciona del pasado, qué sobrevive y cómo. Ese vaivén temático se estructura en torno a Delmira, a su ingreso precoz y a su retirada trágica del escenario: como decía Emir Rodríguez Monegal, “la nena, la pitonisa, la burguesita, era un escándalo”. Era una “nena” cuando escribía poemas sugestivos y audaces, y lo seguía siendo cuando algunas revistas rioplatenses la calificaban irónicamente como “una verdadera joya”. Pero a Delmira, la poeta erótica del 900, muchos la recuerdan por haber sido asesinada por su ex marido -Enrique Job Reyes- en un cuarto de hotel.
Ayer, como preámbulo del ciclo en la capital de España, se organizó un coloquio sobre Delmira en el que participaron María José Bruña, profesora del departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca y experta en la poeta uruguaya (tiene publicados varios libros sobre ella, como Delmira. Dandismo, género y reescritura del imaginario modernista y Cómo leer a Delmira Agustini: algunas claves críticas); la propia Marianella Morena y José Miguel Onaindia, director interino del Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE) uruguayo.
Según reprodujeron algunos medios españoles, Bruña sostuvo en esa ocasión que los contemporáneos de Delmira no pudieron “entender que fuera polifacética, así que la encasillaron como esquizofrénica”. La especialista explicó que de ser excluida de los círculos culturales, Agustini pasó a formar parte del canon y a ser convertida en figura de una revolución sexual que sin embargo, en opinión de Bruña, no protagonizó, ya que en realidad “no quiso cambiar la vida de las mujeres, sino la suya”. El encuentro también incluyó un debate sobre la visión de la mujer que tenía Delmira, su nuevo estilo de escritura y su lugar en la literatura uruguaya.
El premiado director del Teatro Español, Juan Carlos Pérez de la Fuente, explicó que este ciclo dedicado a la producción teatral de nuestra región -que se extenderá hasta el domingo 22- responde a una inquietud. Según dijo al periódico cultural Ritmos XXI, “a la hora de entender el teatro latinoamericano debemos resaltar la diversidad de las distintas escrituras dramáticas y formas de expresar el hecho escénico. Latinoamérica es inmensa, y su teatro también. Esas diversas realidades sociales, políticas y artísticas generan que su teatro sea vivo, dinámico y en constante ebullición”.
Parece que la ebullición a la que se refería Pérez de la Fuente se produce también en el teatro uruguayo, que vive uno de sus mejores momentos en términos de llegada a Europa y apreciación allí. Onaindia contó a la diaria que a esta representación madrileña de No daré hijos... la precedió una exitosa recepción de la misma obra en el Festival de Cádiz y Úbeda, además de que el año pasado la editorial Artezblai la publicó junto a otras dos de Morena, Trinidad y Yo soy Fedra.
El actual director interino del INAE también se refirió a la presencia en Europa de otros dramaturgos uruguayos, mencionando el caso de Gabriel Calderón, que ha sido publicado en España y Francia -donde el Théatre D’Ivry estrenó su última trilogía-; y el de Santiago Sanguinetti, que además de contar con traducciones de sus obras al francés, ahora se encuentra en Francia por haber ganado el premio Molière y participa en una residencia de investigación en el Centro de Montpellier, dirigido por el argentino Rodrigo García (uno de los dramaturgos más celebrados de Europa, que en algunos casos ha sido comparado con Michel Houellebecq, dado que al mismo tiempo es boicoteado por los católicos europeos y premiado por la UNESCO). Otro ejemplo que señaló es el de Sergio Blanco, autor y director de Tebas Land, obra que se estrenó en 2011 y que ya ha sido publicada y traducida a varios idiomas, facilitando que se realicen adaptaciones en otros países europeos, como próximamente sucederá en Luxemburgo.
Onaindia reflexionó sobre este proceso de intercambios en curso destacando que “tanto la traducción y la publicación como el apoyo para que autores, directores y compañías puedan viajar son indispensables para la internacionalización de las artes escénicas uruguayas”. Esto también posibilita acercarse a otras realidades teatrales, inaugurar intercambios y nuevas miradas, y generar que la producción teatral no se reduzca a pequeñas islas.