Su apellido parecía mandado hacer para Nueva Orleans, con un doble eco de la influencia francesa y del Día de Todos los Santos, y su música expresaba mucho de lo más típico de esa ciudad multicultural y de su producción artística original, diversa y refinada. Lo pueden haber visto en la estupenda serie Treme, de HBO, donde fue uno de los muchos músicos participantes, o al frente de la banda de alto nivel con la que Hugh Laurie se dio el gusto de tocar en el documental Down by the River. Allen Toussaint fue un destacado pianista y cantante, con una veintena de discos, pero quizá su trabajo más relevante haya sido -como en el caso del enorme Quincy Jones- el que desempeñó en segundo plano, como compositor, productor, acompañante y, en términos generales, pivot durante décadas de la escena musical de Nueva Orleans, en un territorio fronterizo entre el rhythm and blues, el soul, el funk y el rock.

A modo de ejemplo, cuando era uno de los responsables del sello Sansu, desde mediados de los años 60, compuso y produjo una serie de éxitos memorables, siempre con el acompañamiento de la banda The Meters (un pilar en el desarrollo del funk), luego discos propios de los Meters y luego, con ese grupo y él mismo como instrumentistas, el espectacular álbum In the Right Place, de Dr. John (1973). Antes había sido autor (con el seudónimo Naomi Neville) de “Fortune Teller”, que grabaron hace añares The Rolling Stones y The Who, y no hace mucho Allison Krauss y Robert Plant, y había estado involucrado en la grabación de las versiones originales de “Land of 1.000 Dances” y “Ya Ya”. Trabajó como productor, arreglador o pianista con Little Feat, The Band, Joe Cocker, Nicholas Payton, Patty LaBelle, Robert Palmer, Paul Simon, Elvis Costello, Eric Clapton y Paul Mc Cartney. Andá llevando.

El abusado adjetivo cool pudo haberse inventado para describirlo como intérprete. Tenía un tipo de swing distendido y elegante, muy de Nueva Orleans (al estilo de Antoine Fats Domino o de Henry Roeland Byrd, más conocido como Professor Longhair, dos de sus influencias como pianista), y su técnica depurada resultaba evidente sin necesidad de exhibicionismo. Ayer falleció a los 77 años en la madrugada de Madrid, debido a dos ataques cardíacos sucesivos, poco después de brindar un espectáculo en el teatro Lara de esa ciudad, que según cuentan fue, como de costumbre, impecable.