Cuando yo era chico a la avenida Francisco Simón se le decía “Larrañaga la vieja”. Eso me lleva a suponer que en algún momento se habrá llamado Larrañaga, pero quién sabe. La actual Luis Alberto de Herrera era Larrañaga, y Centenario, desde Avenida Italia hasta mucho más allá del Cilindro, era toda Centenario. Ahora se sigue llamando Centenario de 8 de Octubre hacia el sur, y hacia el norte pasó a llamarse Larrañaga. El liceo Dámaso Antonio Larrañaga siempre estuvo en Centenario; y el Frigorífico Centenario, de la zona de Propios y Centenario, hoy, sin haberse movido, está cerca de Batlle y Ordóñez y Larrañaga. Algo más curioso pasa con el monumento a Larrañaga, que estaba en la esquina de Larrañaga y Centenario; ahora está en el mismo lugar, pero no en la misma esquina, ya que al ser Centenario y Larrañaga una misma calle que cambia de nombre, difícilmente se pueda decir que eso es una esquina. Bueno, es una esquina, sí, pero no ésa. Así como un ángulo de 180º es un ángulo, por más que si uno lo mira, diría que es una recta.

Unas cuadras hacia afuera vivo yo, entre otra gente de bien. Cuando viene, por ejemplo, un argentino a mi casa, le tengo que decir algo como “Si venís desde el Centro tomate uno que agarre 8 de Octubre y bajate en Propios, que no se llama más Propios sino José Batlle y Ordóñez, pero nadie le dice así. Caminás tres cuadras hacia el mar (cualquier cosa preguntá para qué lado es), y ésa es Cusano, pero ojo, que de Propios para la derecha se llama Dr. Turenne, entonces te aconsejo cruzar Propios e ir por la acera de la izquierda, donde verás la columna de hierro con el cartel de Ángel Cusano, que en realidad dice “Ángel Gusano” porque algún ingenioso apátrida le pintó una raya blanca en la C y quedó una G. Pero ojo, que en las chapas de las casas no dice Cusano sino Timoteo Aparicio, que es como se llamaba antes, y si preguntás por Cusano ni los taxistas saben dónde está porque se llama así sólo en esa cuadra. Pero si venís en taxi y le decís Timoteo Aparicio te van a llevar bastante más lejos, porque por allá hacia el este algún tramo sigue manteniendo ese nombre”. Lo difícil que resulta escribir todo eso con el teclado virtual del celular ha llevado a que hace tiempo no reciba argentinos en casa.

Volviendo a Larrañaga, al existir Herrera y Obes, así como Herrera y Reisig, no se le puede llamar simplemente “Herrera” a ninguna de ellas, por lo que los montevideanos gastamos un tiempo apreciable de nuestras vidas en mencionarlas con su nombre completo. Y en el caso de Luis Alberto tampoco podemos hacer como con Propios, o sea, seguir llamándola como antes, porque como se vio, la palabra “Larrañaga” puede referirse prácticamente a cualquier calle de Montevideo, dependiendo de la edad del emisor. Tengo la sospecha de que, en algún momento, todo se llamó Batlle y Ordóñez, Larrañaga o Herrera.

Algo que complica más aun las cosas es la tendencia a rebautizar las calles por fragmentos. Hemos cambiado de milenio y todavía nadie sabe con precisión la relación entre Carlos Quijano, Aquiles Lanza, Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz con sus correspondientes mitades al norte de 18. Si uno dice “las lonjas de Cuareim ya no son las lonjas de Cuareim”, parecería que está haciendo una crítica a la forma de tocar el candombe en el Barrio Sur, cuando en realidad está hablando del nomenclátor.

Rodó era Lavalleja, y para complicar la cosa ahora hay una calle Ana Monterroso de Lavalleja que es paralela a Rodó, pero eso lo hemos solucionado refiriéndonos a ella simplemente como Ana Monterroso, que además, es más políticamente correcto.

Ni hablar de las calles cuyo nombre es una fecha, en la que nadie jamás sabe qué pasó como para que algo se llame así. Montevideo debe ser la ciudad del mundo con más nombres-almanaque. Si le decís a un extranjero que vivís en Rivera entre 2 de Mayo y 14 de Julio, te va a preguntar dónde vivís el resto del año. También se puede vivir en Bulevar Artigas esquina Bulevar Artigas, así como en unas cuantas calles que son a su vez perpendiculares y paralelas al susodicho bulevar, haciendo temblar las bases de la geometría euclidiana. Si nos atenemos a lo que indican los carteles señalizadores y chapas de la puerta de las casas, Joanicó y Faimalla son también Juanicó y Famaillá. Imaginen si, encima, uno vive en Luis Alberto de Herrera (o en Propios) entre esas dos calles.

Me limité casi exclusivamente a calles céntricas y de mi barrio. Supongo que podría escribir cientos de miles de caracteres sobre el tema sin necesidad de salir de Montevideo. Un capítulo aparte serían todas las cosas (aparte de calles) que se llaman Batlle, o Artigas. Entre ambas tenemos no sólo plazas, teatros, parques, bibliotecas, escuelas y pueblos (y hasta un departamento), sino una central de generación eléctrica y una marca de cemento pórtland. Francamente, no sé qué concepto de la palabra homenaje tienen algunas personas, o de qué tormenta de ideas pudo haber surgido ese nombre para el pórtland. Pero bueno, he visto algunos bustos del prócer hechos de cemento, seguramente de la marca Artigas, así que al menos en eso hay que darles el beneficio de la coherencia.