Cuando uno comenzaba a olvidar la nacionalidad de Manuel Soriano (Buenos Aires, 1977), la noche del martes despuntó con una noticia inesperada: “Premio Clarín para una novela situada en el mundo del tenis. Su autor se llama Manuel Soriano y vive en Montevideo”. Radicado en Uruguay desde hace una década y director de la editorial independiente Topito -dedicada al público infantil-, Soriano ganó uno de los premios más esperados de la región con su novela ¿Qué se sabe de Patricia Lukastic?, centrada en la relación conflictiva entre una tenista y su padre.

Según divulgó el medio organizador del premio, la novela comienza cuando un periodista argentino -que vive en Uruguay- recibe el llamado de una ex tenista del circuito profesional, Patricia Lukastic, que le propone que cuente su historia. Es así que se narra la vida de Luka, cómo fue conocida en el medio, y la angustia y la presión que le genera el vínculo con su padre, que preparó a su hija para ser “una mina de oro”.

Entre las correcciones y últimos arreglos para la edición de la novela premiada, que en una semana entrará en la imprenta, Soriano dijo a la diaria que este trabajo trata de la vida de la tenista y su padre: “Un drama humano a partir de la comunicación o no comunicación entre ellos, de cómo se separa una hija de un padre cuando están absolutamente unidos. Obviamente se enmarca dentro de lo que es una tenista profesional, pero el telón de fondo es la relación entre ellos y el mundo que los rodea”. Al compararla con otra de sus novelas, Rugby, el autor reconoce que sólo comparten la relación con un deporte, ya que aquélla era “una novela social de un lugar en particular”, mientras que ¿Qué se sabe de Patricia Lukastic? “podría haber sido sobre una tenista checa o argentina; no importa el lugar”.

El jurado fue integrado por el cubano Leonardo Padura, la argentina Sylvia Iparraguirre y el nicaragüense Sergio Ramírez. Padura sostuvo que se llegó “al resultado más justo posible” entre las 559 obras que concursaron en esta edición, por un premio que consiste en 250.000 pesos argentinos (unos 26.000 dólares) como adelanto de los derechos de autor y la publicación de la novela por el sello Alfaguara junto con el grupo Clarín. Padura agregó que la obra ganadora es “capaz de develar un mundo que muchos vemos pero que pocos conocemos: el complicado universo que está detrás de la canchas de tenis”. Ramírez, por su parte, sostuvo que “la prosa dinámica y segura de esta novela convierte al tenis en literatura, y el lector ve ir y venir la trama de un lado a otro de la cancha con asombro y seducción”.

Soriano, que se recibió de abogado por la Universidad de Buenos Aires, dio sus primeros pasos en el territorio del cuento, cuando en 2007 publicó La caricia como método de tortura, libro al que siguieron las novelas Rugby (2010) y Variaciones de Koch (2011), por el que recibió el premio Nacional de Narradores de la Banda Oriental. En ese mismo año editó también el libro infantil Las aventuras Jirafa y Perrito, que fue seleccionado por los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura, y dos años después llegó su última novela, Fundido a blanco (2013), publicada por Criatura editora.

Mientras en Rugby retrató, desde un plano secundario, el ambiente de los colegios de elite y los prejuicios de clase, y se centró en los conflictos de la sociedad argentina, en Fundido a blanco se novelan hechos del pasado reciente, enfocándose en las violaciones a los derechos humanos y en particular en las desapariciones forzadas, en un relato que integra el neoliberalismo y la crisis de los 2000: este elogiado trabajo cuenta con dos narradores; uno es el hijo de un torturador -un militar encarcelado-, y el otro es un escritor que rechaza todo lo que se acerque a la militancia.