Hace una semana, el 2 de noviembre, se cumplieron 40 años de la muerte del brillante escritor y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini, que tenía 53 años cuando fue asesinado a golpes en circunstancias que nunca quedaron claras. Fue condenado Giuseppe Pelosi, un muchacho de 17 años al que había invitado a subir a su auto en una zona de prostitución masculina, pero la investigación del caso indicó que era muy probable la participación de varias personas en el homicidio; en 2005 Pelosi dijo que así había sido, y que él sólo fue testigo. Cada tanto vuelven a aparecer titulares de prensa sobre el caso, a partir de hallazgos de ADN o testimonios que no llegan a ser decisivos. Hubo y hay todavía distintas especulaciones, porque Pasolini -izquierdista, gay e investigador de casos de corrupción- tenía muchos enemigos (en la derecha, en la izquierda, entre los católicos, etcétera), y en la Italia de los años 70 no escaseaban las organizaciones dispuestas a matar.
La historia ha sido tratada en varios documentales y obras de ficción, a las que se sumó el año pasado una película de Abel Ferrara (El rey de Nueva York, Un maldito policía), cuya obra no ha sido ajena a las historias sórdidas y violentas.
El film de Ferrara, sin estreno comercial en Uruguay, pero que ha reaparecido en la TV por cable con motivo del aniversario, está centrado en las últimas 48 horas de vida del artista, se llama simplemente Pasolini y es protagonizado por Willem Dafoe. No sólo se ocupa del asesinato (sin plantear una hipótesis clara sobre su autoría), sino también del libro Petróleo, que Pasolini estaba escribiendo, y de un proyecto de película inconclusa “sobre la ideología” que iba a llamarse Porno-Teo-Kolossal, acerca del viaje por Sodoma, Gomorra y “Numancia” (un París futurista) de un rey mago y su sirviente, que no llegan a ver a Jesús. Ese film habría seguido a Saló o los 120 días de Sodoma, y Pasolini llegó a decir que sería el último que dirigiría, pero también habló de otros proyectos cinematográficos que se proponía realizar. Quizá nunca se llegue a una conclusión definitiva sobre aquel asesinato, pero es un hecho que interrumpió una trayectoria intelectual y artística que aún tenía mucho que ofrecer.