No se puede decir que Montevideo haya sido completamente ignorada por los popes del rock. Si bien puede alegarse que casi ninguno de ellos nos visitó durante el apogeo de su carrera (con las posibles excepciones de Sting y Van Halen), hubo oportunidades de ver a Paul McCartney, Elton John, Bob Dylan y Rod Stewart por duplicado, a Eric Clapton, Jeff Beck, Paul Simon, Lou Reed, Yes, Jethro Tull, Deep Purple, Joe Cocker, Chuck Berry, The Beach Boys y Kiss entre otros menos célebres, y ahora la ciudad se apresta (por si no se enteraron) a recibir a The Rolling Stones y a Morrissey, tal vez el músico inglés más influyente desde los días de David Bowie. Pero si todas y cada una de esas visitas fueron promocionadas como las de la figura “más importante e influyente de la historia del rock” (en muchos casos con algo de razón), hay un personaje que llegará para presentarse en La Trastienda el 4 de marzo, cuya importancia irrefutable en la historia del pop y el rock de los últimos 50 años nadie medianamente informado se atrevería a discutir, y que, sin embargo, aún es una figura de relativamente bajo perfil: el único e inigualable John Cale.

Figura doblemente ninguneada, incluso hoy en día a Cale se le sigue reconociendo más que nada por su rol en los dos primeros discos de The Velvet Underground, banda que nunca llegó a vender cifras importantes de discos pero que hoy en día es considerada, junto a The Beatles, la más influyente de todos los tiempos. Puede sonar exagerado, pero basta ver todas las corrientes musicales que su música prefiguró, y su importancia decisiva en la conversión del rock en un género adulto, para reconocer que, como le ocurrió al desgraciado Van Gogh en la pintura, la falta de atención contemporánea a su música no impidió que ésta impregnara a casi todo el rock que se hizo luego de su desaparición. El rol de Cale en The Velvet Underground no fue para nada secundario: si Lou Reed aportó unas letras de temática, madurez y calidad poética inéditas en el rock hasta su llegada, fue Cale -un músico galés de formación clásica relacionado con la vanguardia académica de los años 60- quien aportó el componente vanguardista en lo musical, colocando los cimientos sónicos de lo que más tarde sería el punk, el pop alternativo, el noise, el shoegazer, el gótico y algunas corrientes más. Luego de que su turbulenta relación con Reed provocara que éste lo expulsara de la banda, que siguió haciendo discos maravillosos pero más convencionales, Cale continuó siendo un compositor y productor hiperactivo, y se desarrolló como melodista y letrista en discos que cuesta creer que no hayan alcanzado un mayor impacto comercial, pero que de cualquier forma siguieron inspirando a generaciones de músicos inquietos y que se ubicaron siempre a la vanguardia de la tímbrica y la lírica del rock.

Por lo pronto, Cale tiene discos de experimentación neoclásica (The Academy in Peril, con Terry Riley, 1972), de majestuoso pop de cámara (Paris 1919, 1973), de eclecticismo multigénerico (Helen of Troy, 1975), de rock’n’roll mugriento y garagero (Animal Justice, 1977), de pop electrónico minimalista (Music for a New Society, 1982), de tecno-pop amable (Wrong Way Up, con Brian Eno, 1989), de cantautor autosuficiente (Fragments of a Rainy Season, 1992), óperas rock (Last Day on Earth, con Bob Neuwirth, 1994), bandas de sonido (Somewhere in the City, 1998), y durante los últimos 15 años una sucesión de discos de canciones difíciles de encasillar pero siempre apasionadas y de amplia tímbrica, que abarcan desde la pulcritud tecno a la disonancia indie, manteniendo como hilo el staccato que distingue a muchos de sus temas y la presencia vocal de un cantante volcánico, inconfundible y poco disciplinado.

Si su trabajo como compositor impresiona, su rol como productor musical es también esencial para entender la música actual, o lo más inquieto y disidente. Su primeros trabajos fueron con The Stooges y con Nico, padrinos del punk y del slowcore, respectivamente, pero luego produjo a The Modern Lovers, Nick Drake, Brian Eno, Patti Smith (el seminal Horses), Sham 69, Squeeze, Ian Hunter, Happy Mondays, The Replacements, Siouxie & the Banshees, The Jesus Lizard, Super Furry Animals y Manic Street Preachers, conformando un curriculum vitae que pocos productores pueden presentar. En alguno de los casos, como el del primer disco de The Stooges, sus discos junto con Nico y Horses, su influencia es tan poderosa que las obras que estos artistas realizaron junto a él se diferencian claramente de todo el resto de sus catálogos.

¿Por qué alguien de genio tan evidente no alcanzó una celebridad similar a la de un Peter Gabriel, un Neil Young o siquiera la de su ex compinche Lou Reed? Es difícil decirlo; aunque la música de Cale suele ser seductora y amable a primera escucha, el -para algunos- excesivo ímpetu emocional con que desarrolla sus vocales puede ahuyentar a alguien de oídos muy tiernos, y aunque su repertorio incluye canciones tan deslumbrantes y románticas como “Fear”, “Ship of Fools”, “Half Past France” o “Cordoba”, también se ha embarcado en composiciones feroces y de inusual violencia como “Leaving it Up to You”, “Even the Cowgirls Get the Blues” o “Mercenaires”. Según el propio Cale, su intensa relación con las drogas y el alcohol durante los 70 y parte de los 80 saboteó su trabajo y la calidad de su música durante los mejores años de su carrera. No obstante, un Cale ya recuperado desde hace décadas, señorial a los 73 años y en plena forma musical -por lo que atestiguan Youtube y sus discos recientes-, se presentará el 4 de marzo en La Trastienda, en lo que será una oportunidad única de ver de cerca y disfrutar del arte de este galés irascible al que la palabra “genio” le queda muy bien como un segundo apellido.