A LOS 81 años, la célebre bailarina de tango argentina María Nieves vuelve a acercarse al público en la película germano-argentina Un tango más, producida por el consagrado Wim Wenders y dirigida por el cineasta argentino Germán Kral. Parece que en un comienzo se pensó que este documental privilegiara las coreografías, siguiendo el ejemplo, si se quiere, de Pina, documental de Wenders sobre la bailarina alemana Pina Bausch. Pero la historia que prevaleció fue la de la legendaria dupla de baile que Nieves formó con Juan Carlos Copes, y la mayor parte del largometraje muestra el detrás de escena de esta pareja icónica de la danza rioplatense.

Según se anunció en una rueda de prensa, el cruce de pequeñas historias, escenas de baile y declaraciones de Copes y Nieves terminó conformando un todo “dialogado”, en el que el amor-odio entre las dos figuras no sólo es apasionante y melodramático, sino también casi inverosímil, aunque la realidad siempre se imponga.

El film surgió como un proyecto sobre la pareja que revolucionó el tango con su particular estilo, desplegado en distintos escenarios del mundo. Al poco tiempo de sumarse al proyecto, Copes se bajó, pero cuando se confirmó la producción de Wenders volvió sobre sus pasos e hizo posible este particular retrato tanguero.

La película fue ovacionada en el Festival de Cine de Toronto y este sábado se exhibió en el Festival de Cine de Mar del Plata, un mes antes de que llegue a las salas comerciales argentinas; en cuanto a la exhibición de este lado del río, a estas producciones nunca dejan de rodearlas el misterio y la duda.

El director Germán Kral nació en Buenos Aires en 1968, y 23 años después se radicó en Alemania para estudiar cine. De 1993 a 1996 trabajó junto con Wenders en Die Gebrüder Skladanowsky (Los hermanos Skladanowsky), y luego el cineasta alemán actuó en su cortometraje Tango Berlín. Entre otros trabajos, Kral realizó Música cubana, también producida por Wenders, estrenada en el Festival de Cine de Venecia en 2004. Dos años después volvió sobre una de sus obsesiones: en El último aplauso narró la historia de un grupo de veteranos cantantes de tango que ven cómo su mayor ilusión desaparece con el cierre del pintoresco y popular bar tanguero de Buenos Aires -el bar El Chino- donde se habían presentado toda su vida.