Una de las novelas que marcaron las letras latinoamericanas, Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, tendrá su versión audiovisual: el director mexicano David Pablos y Pablo Cruz, de la productora Canana Films, ya comenzaron a trabajar en la adaptación. En 2009, el también mexicano Hari Sama se había planteado el mismo desafío, pero Carolina López, viuda y heredera de Bolaño, no lo apoyó. Esta vez Cruz logró negociar los derechos con ella.

Este año, Pablos estrenó su segunda película -Las elegidas- en el Festival de Cannes, donde fue el único film en español. Se inspiró en una historia del escritor Jorge Volpi, centrada en las redes de tráfico de mujeres formadas por familias de Tlaxcala. El texto de Volpi había sorprendido a Cruz, responsable, junto con Diego Luna y Gael García Bernal, de Canana, que ha oficiado de trampolín para varios jóvenes talentos y que estuvo detrás de Sin nombre (2009), la primera película de Cary Joji Fukunaga, luego director de la serie True Detective y del primer largometraje de ficción de Netflix, Beasts of No Nation.

“No queremos atarnos a un formato específico; probablemente será un film dividido en varias partes, quizá de dos horas, o incluso una miniserie”, dijo Cruz, y agregó que el de Bolaño es “un hermoso libro que trata sobre gente que quiere cambiar las cosas, cambiar lo establecido”, y que la película se centrará en eso. Pablos señaló que “Los detectives salvajes es sobre el despertar de un grupo de gente joven que quiere cambiar el curso de la poesía latinoamericana. Pero fallan terriblemente. Todos terminan en el olvido”.

Fue en sus años mexicanos cuando Bolaño construyó la monumental Los detectives salvajes (1998), narrada desde un deambular constante por las contaminadas calles del Distrito Federal de México e interminables conversaciones con amigos, que se extienden mientras toman mezcal hasta el hartazgo y reflexionan sobre la vida, la poesía y la muerte. En esa novela -ganadora de los premios Herralde y Rómulo Gallegos- transitan el propio autor, transformado en Arturo Belano, y su amigo Santiago Papasquiaro, convertido en Ulises Lima. Los detectives salvajes se puede considerar un elogio y una parodia, a la vez, de las vanguardias latinoamericanas, que situó a Bolaño en un lugar particularmente destacado, aunque su éxito definitivo llegó con la publicación póstuma de la novela 2666, que podría haber sido una serie de cinco libros independientes, con historias que se entrelazan en la ciudad ficticia mexicana de Santa Teresa, fácil de identificar con Ciudad Juárez.