El carácter icónico del escritor Howard Phillips Lovecraft como sinónimo de la escritura fantástica del siglo XX es más bien indiscutible, ya que creó toda una cosmogonía fantástica que no se basaba en ninguna creencia histórica (los mitos de Chtulhu) y su correspondiente bibliografía imaginaria. Era lógico que la estatuilla de los World Fantasy Awards -el principal premio mundial de literatura fantástica o de horror- estuviera modelada con las lúgubres e inconfundibles facciones del escritor de Providence. O al menos así era hasta este año, en el que los organizadores anunciaron -tras recibir un petitorio con unas 2.500 firmas, incluyendo las de algunos ganadores de esa estatuilla- que optarían por otro modelo que no recordara en absoluto al creador de En las montañas de la locura.

¿El motivo del súbito cambio? Aunque los responsables no han sido específicos, las protestas se debían al hecho conocido de que Lovecraft profesaba una ideología personal de carácter racista, y aunque ésta no es evidente en sus textos más conocidos, escribió también poesías en las que proclamaba la superioridad anglosajona. Nada más descalificatorio en estos tiempos de revisión permanente de los archivos personales y en los que la acusación de racismo inhabilita a cualquiera de ser símbolo de nada, y menos de lo mejor de la fantasía mundial, parecen haber razonado quienes otorgan el premio, que optarán para el nuevo trofeo por algún diseño que ofenda menos susceptibilidades.