El periodista y editor Pablo Avelluto, ex coordinador general del Sistema de Medios Públicos de Buenos Aires, acaba de asumir como ministro de Cultura del gobierno de Mauricio Macri. El reemplazante de Teresa Parodi cuenta con una amplia trayectoria en el medio editorial: comenzó como jefe de prensa y comunicación de Espasa Calpe, fue gerente de la editorial Planeta, gerente editorial de Estrada y director editorial de la región Sur de Random House Mondadori, de 2005 a 2012. Luego de abandonar esta multinacional -según dijo, para nada en buenos términos-, unos amigos cercanos lo invitaron a sumarse a Propuesta Republicana (Pro) y, al poco tiempo, asumió como responsable de medios públicos del gobierno de la ciudad que Macri encabezó desde 2007 hasta este año.

El flamante ministro aseguró que piensa mantener varios de los programas culturales del gobierno kirchnerista y al mismo tiempo incorporar nuevos criterios. Según dijo hace unos días a Página 12, se plantea “cortar con que hay dos mundos irreconciliables que no pueden dialogar entre sí” (el del anterior gobierno y su oposición, que han intercambiado sus lugares), porque “la cultura nos une”.

Siguiendo con el tono conciliador, antes de asumir se refirió a la gestión del escritor y sociólogo Horacio González al frente de la Biblioteca Nacional, y dijo que con él “se podría sentar a hablar tranquilamente”. Este sábado, González renunció al cargo que ocupaba desde hacía diez años. En su discurso apoyó y valoró la gestión kirchnerista, esperando que “en el futuro se puedan mantener las condiciones de todo tipo que permitieron que una institución esencial del país adquiriera los brillos que merece”; pero aceptó mantenerse en el cargo hasta que se designe a su reemplazante, por pedido expreso de Avelluto, sin incursionar en el tipo de pronósticos catastrofistas que otras figuras del kirchnerismo han expresado en los últimos tiempos.

Ayer, en una entrevista que concedió a Radio Belgrano, Avelluto reconoció valores en las políticas culturales de los últimos años, aunque consideró que “priorizaron las afinidades partidarias”, y anunció que él se propone corregir eso. Afirmó, además, que “los medios públicos de comunicación no van a ser utilizados como herramienta de propaganda del gobierno”, y recordó que éstos serán responsabilidad del nuevo titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, uno de los amigos que lo instó a incorporarse a Pro. Pese a esa amistad, con Lombardi ya había polemizado, antes de asumir el cargo, por la idea de cambiarle de nombre al Centro Cultural Kirchner, manejada en el macrismo. Mientras que Lombardi afirmó que “seguramente” enviarían un proyecto de ley para modificar el nombre de esa institución, Avelluto reconoció que el debate sobre los nombres de los centros culturales no es algo que le afecte, tomando distancia de los planteos de su propio espacio político, y agregó que “Néstor [Kirchner] fue un presidente de la democracia muy querido por la gente”. Sin embargo, como recordó una nota publicada en Página 12, el 16 de abril de 2013 no se mostraba tan respetuoso con el ex presidente, sobre todo cuando tuiteó: “Néstor no se murió. Vive en el Paraíso (fiscal)”.

En todo caso, el nuevo responsable de la cartera de Cultura enfatiza que no asume el cargo para tomar “revancha, ni en plan de venganza, sino [par]a construir sobre lo ya realizado”, algo que puede resultar contradictorio, sobre todo teniendo en cuenta otro tuit suyo, del 4 de noviembre de 2013: “A esta altura de las cosas, la dictadura me parece tan irrelevante como [el ministro de Defensa kirchnerista] Agustín Rossi”.

En cuanto a los medios, Oscar Aguad, nuevo ministro de Comunicaciones, fue categórico acerca del futuro de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en diálogo con la radio Cadena 3. Dijo que “la regulación de la ley de medios no va a subsistir durante nuestro gobierno”, evaluando que esa norma fue creada “para aniquilar medios de comunicación, como por ejemplo el Grupo Clarín”. Coherente con esa evaluación, Aguad consideró que la mejor solución es que los medios compitan “libremente en el mercado”, como de hecho lo hicieron hasta la aprobación por parte del kirchnerismo de la llamada ley de medios, gestando un mapa de concentración mediática que fue cuestionado por la Corte Suprema. Una de las primeras medidas de Macri como presidente fue trasladar al Ministerio de Comunicaciones, mediante un “decreto de necesidad y urgencia” (DNU, que en Argentina tiene validez de ley, pero debe ser avalado por el Congreso), las facultades de aplicar, interpretar y hacer cumplir la ley de medios, que ésta había asignado a la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual. Según algunos kirchneristas, el DNU de Macri fue inconstitucional, y su análisis en el Parlamento puede ser motivo de uno de los primeros encontronazos frontales entre el nuevo gobierno y la nueva oposición.