Gestor de la movida cultural posdictadura de los años 80 en Buenos Aires, Fernando Noy fue habitué y creador de centros culturales fundamentales como Cemento y El Parakultural, donde se organizaban trasnoches de teatro, música en vivo y artes plásticas, con una estética incierta que emergía en el contexto de una democracia aún vacilante. De ella surgieron artistas como Humberto Tortonese, Alfredo Casero, Diego Capusotto, Sumo y Los Redondos, entre otros. Noy, poeta, actor y performer, ha publicado una docena de libros -poesía, biografía, relatos y piezas teatrales- y escrito para televisión, trabajó con la cineasta Lucrecia Martel en un ciclo de homenaje a escritores argentinos, y publica en varios medios y revistas culturales de la región.
Es nieto del mítico Malevo Noy, “capo del Abasto”, que Enrique Cadícamo nombró en su tango “El cantor de Buenos Aires”. En su adolescencia viajó de Río Negro a Buenos Aires para estudiar, compartió colegio militar con el entonces púber Charly García y, tiempo después, la movida paracultural con otros músicos de la escena local, como Tanguito y Miguel Abuelo. Fue testigo directo del desarrollo de vanguardias artísticas en el Instituto di Tella, y luego del tropicalismo brasileño, cuando estuvo casi una década autoexiliado en Bahía. Con el fin de la dictadura argentina, Noy volvió a su país, tras haberse convertido en amigo y representante de figuras esenciales de la música brasileña como Caetano Veloso, Chico Buarque y Elis Regina, y fue protagonista de los efervescentes 80.
Cuando regresó a Buenos Aires conoció a Batato Barea, con quien trabajó en la renovación de la escena porteña. “El under siempre existirá en cada teatro de la periferia, en cada artista naciendo, en cada lugar no convencional que inauguren. El arte siempre renace de sus cenizas, como un ave fénix desmesuradamente fiel”, sentenció años después. Es autor de varias canciones del disco Algo mejor, de Fabiana Cantilo, y posó travestido en la tapa de Mi vida con ellas, de Fito Páez.
Noy visitará Montevideo el 26 de este mes, para presentar (en Péguenle al Mimo, a las 21.00) El nudo poético, un homenaje a las que él reconoce como sus hermanas de la poesía: Alejandra Pizarnik, Olga Orozco, Marosa di Giorgio, Amelia Biagioni y Adelia Prado. Dice haberse sentido muy próximo a Marosa y haber admirado a Delmira Agustini y a Idea Vilariño.
En su último libro, Historias del under, revisita aquella década de los 80 marcada por la ruptura y la aspiración a la libertad, a partir de cuatro protagonistas: Barea, Tortonese, Alejandro Urdapilleta y él mismo, en quienes se puede sintetizar una inolvidable movida que ofició de plataforma para repensar el arte en su conjunto.