Los hispanoparlantes nos perdimos (o nos salvamos de) Rod McKuen, un personaje inclasificable (aunque con algunos parecidos con el argentino Facundo Cabral) que alguna vez fue definido con el no muy prestigioso título de “El rey del kitsch”. La escasa popularidad de McKuen fuera de Estados Unidos no dejaría olvidar el hecho de que fue uno de los compositores más populares del siglo XX, calculándose que vendió cerca de 100 millones de discos. McKuen era una mezcla de cantante melódico, filósofo chanta y poeta sensible (o sensiblero), que combinaba actuaciones como cantante con recitales de poesía o una combinación de ambas cosas que alcanzó una enorme popularidad a fines de los años 60, cuando ese formato estaba bastante de moda.

Los críticos trataron a McKuen como el payaso de las bofetadas, pero eso no alteró su popularidad entre los adultos estadounidenses, e incluso se ganó el favor de intérpretes como Barbra Streisand, Petula Clark y Johnny Mathis, y también de nombres más serios como los de Johnny Cash y Frank Sinatra. Este último llegó a grabar todo un disco conceptual de composiciones y letras de McKuen (A Man Alone, 1969).

McKuen, siempre embarcado en proyectos cada vez más pretenciosos, continuó con su buena estrella durante los años 70, pero a principios de los 80 sufrió una depresión nerviosa aguda, enfermedad que lo acompañaría hasta el final de sus días, que llegó el pasado 29 de enero a causa de una falla respiratoria. Más allá del desprecio crítico, McKuen había sido, entre otras cosas, quien primero tradujo y adaptó las canciones de Jacques Brel al inglés. Su versión de “Le moribond” del cantante galo fue su mayor éxito (en la voz de Terry Jacks), bajo el nombre de “Seasons in the Sun”, canción que se ha escuchado miles de veces sin tener ni idea acerca de su procedencia.