Probablemente todos lo recuerden por ese vozarrón que lo volvía inconfundible. O por esa presencia concluyente, que mutaba según el personaje que le tocara en suerte. Ayer, durante la temporada de ensayo de Arcadia -de Tom Stoppard- bajo la dirección de Jorge Denevi, falleció el legendario actor y director Delfi Galbiati. Así, en su ley y como en sueños, se bajó de las tablas. Hacía tres años que había dejado el elenco de la Comedia Nacional, luego de cuatro décadas (ingresó en 1973), y esta vez volvía como actor invitado.

En su extensísima carrera interpretó numerosos personajes memorables, y actuó en más de un centenar de títulos, convirtiéndose en una de las grandes figuras del teatro nacional, mientras interpretaba con el mismo talento textos clásicos o contemporáneos. Galbiati comenzó su carrera como actor a mediados de la década del 60 en el teatro independiente, a la vez que trabajaba en radio y televisión como locutor y actor de radionovelas. En 2012 se despidió del elenco oficial, del que también ofició como consejero artístico, con una recordada comedia argentina que protagonizó junto con Levón: Príncipe azul, dirigida por Daniel Spinno Lara.

Si bien en su carrera recibió el reconocimiento constante de la crítica y el público, y obtuvo en cinco ocasiones el premio Florencio, su rol de eterno militante por la defensa de los derechos de los actores fue constante arriba y abajo del escenario. En el complejo año 2002 fue quien leyó la proclama del PIT-CNT luego de la marcha hacia el Obelisco por la consigna “En defensa del trabajo y la producción nacional. Porque otro Uruguay es posible”, y en 2011, luego de estrenar Cuento de invierno, dirigió al público un discurso ambientalista durante el Día Mundial del Medio Ambiente, palabras que generaron un pedido de informes para comprobar si el actor había cometido una falta al constatar una posible contradicción de la política ambiental uruguaya.

Levón, su compañero en el elenco oficial desde 1975, reflexionó sobre lo que representa la figura y la trayectoria de Galbiati en el medio. Recordó cuando se fueron a ensayar durante un mes a la Comédie de Reims para ser dirigidos por el francés Christian Schiaretti. “Fue uno de los pocos actores de la Comedia que tuvo una trayectoria interesantísima, desde su faceta de galán irrepetible hasta el recorrido [creativo] que pocos logran”. Levón también se refirió a su rol militante “en el mejor de los sentidos”, defendiendo los principios en los que creyó hasta el último día. “Discutía con fervor pero se desembarazaba de las disputas para poder ensayar, algo que se vuelve muy difícil con el tiempo, y sobre todo para un hombre de pasión como era él”. Conmovido, el actor subrayó la capacidad de su compañero de señalar “lo que se hacía y lo que no” desde el elenco, señalando los avances y retrocesos. “Por suerte pude visualizar todos sus tránsitos, ya que perteneció a aquella Comedia de referencias como [Alberto] Candeau, [Enrique] Guarnero, Maruja [Santullo], Estela Castro o Claudio Solari, de quienes se nutría con muchísimo respeto.” Cuando en 2012 Galbiati decidió abandonar el elenco, Levón le preguntó por qué: “Hay que cambiar”, le respondió, categórico. “Él tenía un sueño, la posibilidad de hacer Moby Dick, y nos quedamos así... sin cumplirlo”, lamentó. Entre sus interesantes trabajos y su fama de eterno galán del escenario, Levón mencionó algo “que si no es verdad debería serlo”, evocando sin querer al western de John Ford Un tiro en la noche (“En el oeste, cuando la verdad no coincide con la leyenda, se publica la leyenda”): cuando cierta vez le tocó un pequeño papel y debía irrumpir solo en la escena, la platea lo recibía con un audible suspiro.

Cuento de invierno

La directora de la Comedia, Margarita Musto, señaló que Galbiati era una figura que nunca se había alejado “de este elenco que él tanto quería, ya que siempre tuvo otras opciones pero continuó eligiendo esto. No sólo se formó con los actores que lo precedieron, sino que convivió con las nuevas generaciones, volviéndose parte fundamental de la historia de la Comedia Nacional”. Destacó al director como “un hombre bellísimo con una voz excepcional: recuerdo cuando trabajaba a contrapelo de esta condición en Los cuentos del final [de Carlos Manuel Varela] y llegaba a profundidades como actor realmente inusuales”.

Su rol gremial fue destacado por muchas personalidades del medio teatral. El director de Cultura de la Intendencia de Montevideo, Héctor Guido, subrayó su compromiso gremial y sindical al mantenerse en la primera fila durante las épocas difíciles del teatro nacional. “Tanto en las asambleas de SUA [Sociedad Uruguaya de Actores] como en otros ámbitos, Delfi era contundente, y, en el mejor sentido de la palabra, intransigente. Tuvo la valentía de enfrentar un elenco sometido a una intervención durante la última dictadura, logrando la independencia artística y la autogestión”. Además, el jerarca municipal recordó cuando coincidieron en el radioteatro del SODRE en 1976, desarrollando una prolongada labor radial durante el régimen militar. “Delfi es un emblema -en todos los niveles- que hemos tenido en el teatro, ya que como actor contó con una presencia impactante pocas veces vista en el escenario”, agregó.

El doctor en teatro y docente Roger Mirza lo evocó como un actor inolvidable. “Era el actor. Podía servir tanto para hacer de trágico y solemne, como, al mismo tiempo, de irónico, sutil y venenoso, con un dominio de la voz y el cuerpo formidable. De la generación que quedaron marcados por Margarita Xirgu, él y Estela Medina son los que se han destacado”. El académico indicó que el punto distintivo de Galbiati sobre el escenario era su capacidad de “sostener cualquier escena”. Entre muchos recuerdos seleccionó a su Segismundo, de La vida es sueño. En esto coincidió el actor y dramaturgo Franklin Rodríguez, quien lo dirigió en su primera obra fuera de la Comedia -Visitando al Sr. Green (2012)-. “Recuerdo haberlo visto en 1981 en La vida es sueño, dirigida por Eduardo Schinca, donde él interpretaba a un Segismundo encadenado, con tanta fuerza que el Solís le quedaba chico.” Volviendo en el tiempo, y reflexionando sobre las características del medio, Rodríguez recordó cuando estrenó Sr. Green y la mayoría de los canales televisivos “le dieron la espalda”. “Hoy no dejan de llamar para hablar sobre él, cuando en verdad es tarde; ahora ya no actúa, sólo descansa”.

“Si bien esto se dice mucho de todas las personas que mueren, era un gran compañero, y esto es real”, dijo el director de larga trayectoria en el medio Jorge Denevi, quien dirigió a Galbiati en una de las primeras obras en las que trabajó, La fiesta de cumpleaños, de Harold Pinter (1970) -estrenada un día antes de la muerte de Dan Mitrione- además de otras piezas teatrales, entre las que se encuentran El inspector (2012) y la aún no estrenada Arcadia. “Fue un actor de una evolución prodigiosa”, dijo Denevi. “Alguien que en un momento de su carrera encontró una suerte de clic. No sé de dónde provino, y no sé si los actores pueden explicarlo, pero era increíble esa forma de incorporar el personaje por medio de distintas formas intuitivas y a la vez racionales. Lo veía como un actor que necesitaba la mínima información para que su máquina comenzara a funcionar sola. Tenía un superpoder en este sentido, ya que canalizaba todo lo que hacía y a la vez lo que observaba de sus compañeros. Creo que es uno de los mejores actores de la historia del teatro uruguayo”.

En su discurso de despedida de la Comedia Nacional, este baluarte del teatro oficial reclamaba que en los actuales tiempos de globalización y apertura se debía luchar por que la Comedia fuera un instrumento agudo y fuerte para cumplir con su destino: un teatro democrático, público y para todos. Por esto peleó a lo largo de su vida Galbiati, y por eso mismo continuaba luchando cuando la hora se cumplía.