Ayer el enfrentamiento entre la mayoría republicana del Congreso de Estados Unidos y el presidente Barack Obama tuvo un nuevo capítulo. Los legisladores opositores invitaron al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a dar un discurso en el Congreso a pesar de las protestas de la Casa Blanca. “Nosotros solos no podemos dedicarnos a sabotear las políticas de Obama, porque son demasiadas. Por eso decidimos pedirle al primer ministro israelí que viniera a ayudarnos en este asunto”, aseguró un senador republicano. El discurso de Netanyahu tuvo como objetivo sabotear las negociaciones entre Washington y Teherán por un acuerdo sobre el programa nuclear iraní. Pero la visita de Netanyahu no sólo trajo consecuencias para la relación entre Obama y los republicanos, sino que también produjo cambios en el propio Congreso. “Nuestro deber es proteger la seguridad del Estado de Israel. Mientras no tengamos garantías de que esas bancas no van a ser utilizadas para atacar al pueblo judío, no nos vamos a retirar de ellas”, aseguró el mandatario israelí, en referencia a los cinco escaños que fueron ocupados en el día de ayer por legisladores israelíes que lo habían acompañado. Entre los representantes del Partido Demócrata existe “preocupación” ante la posibilidad de que Israel continúe su política expansionista de bancada. “Ayer de tarde dijeron que era por una cuestión de seguridad, pero por la noche mandaron un rabino que leyó un fragmento de la Torá en el que supuestamente se demostraba que la mitad de los lugares de los demócratas le pertenecen al pueblo judío desde hace 3.000 años”, aseguró un legislador demócrata. En la comunidad internacional la medida del gobierno israelí fue condenada, aunque algunos líderes mundiales señalaron como positivo el hecho de que Netanyahu se haya metido en un lugar en donde no debería estar sin disparar ni siquiera un tiro.