La última entrega de los premios Molière -los más importantes del teatro francés-, realizada el lunes, pasará a la historia más que por sus galardonados por la llamativa protesta que llevó a cabo el actor y autor Sébastien Thiéry, quien se subió al escenario a recoger un premio absolutamente desnudo. Thiéry dedicó unos extensos cuatro minutos de discurso (evidentemente los Molière no tienen las restricciones temporales de los Oscar) a quejarse de las condiciones de precariedad en las que trabajan los artistas del espectáculo en Francia y se dirigió personalmente a Fleur Pellerin, ministra de Cultura, que estaba presente en la sala, y que no hizo declaraciones acerca de la original queja.

“¿Sabe usted, señora ministra, que los autores no tenemos siquiera seguro de desempleo? El figurante, el encargado del vestuario, todo el mundo tiene derecho a uno. ¿Por qué esta discriminación?”, se quejó Thiéry, para luego agregar: “Se puede hacer un teatro sin disfraces para entretener a la audiencia, sin trajes, pero no sin autor”.

Al igual que en el resto de Europa, el teatro está pasando un momento difícil en Francia, particularmente para los autores, cuyo trabajo es notoriamente más precario y con menos beneficios sociales que el del resto de los trabajadores del género.

Thiéry se había destacado justamente por una obra en la que la desnudez era uno de sus temas centrales, y la falta de sorpresa de la seguridad y la organización hacen suponer que su falta de indumentaria había sido prevenida con tiempo.

Por el momento, la única consecuencia que tuvo esta protesta exhibicionista fue que se tuvo que retrasar la transmisión en vivo de la ceremonia y hacer una advertencia acerca de lo que se vería a continuación, pero también ayudó a devolver cierta atención a una ceremonia que había caído en desgracia últimamente.