El jueves Juca Ferreira, junto a la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, y el consultor internacional en innovación Joxean Fernández, se reunieron en la sala Zitarrosa para dialogar sobre “Ciudad y cultura, la reconquista del espacio público”. En un breve encuentro con la diaria, el ministro habló sobre el diseño de políticas culturales desde la diversidad y adelantó los objetivos generales de su gestión.

-En Brasil existen tres vertientes muy presentes: la cultura afro, la europea y la de los pueblos originarios, que varían en las distintas regiones. ¿Cómo se diseñan políticas culturales teniendo en cuenta estas vertientes? ¿Se apunta al sincretismo?

-Mucho más de lo que son estas matrices culturales, nosotros tenemos un pueblo mestizo, que hace diariamente sincretismo y construcciones de complejidades culturales nuevas: en Brasil tenemos la colonia más grande de japoneses en el exterior, además de libaneses, 500.000 eslavos, alemanes... O sea que la complejidad cultural y la diversidad étnica y cultural de Brasil es muy grande, y nosotros asumimos esa diversidad como un patrimonio del país y no como un problema. Al mismo tiempo, fortalecemos la diversidad construyendo los elementos que nos unen en cuanto a la lengua y otros aspectos que aportan a una identidad nacional. El objetivo de las políticas culturales es fortalecer la diversidad cultural como un patrimonio. Al mismo tiempo, concebimos la necesidad de construir y fortalecer lo que nos une en la dialéctica de esas dos dimensiones vinculadas al diseño de las políticas culturales.

-Este encuentro se planteó una serie de acciones y reflexiones en torno a la capacidad de las políticas culturales para contribuir al desarrollo de la ciudad.

-Debe ser inclusiva, democrática y sustentable, para alcanzar una condición humana para todos sus habitantes. Si es sólo inclusiva, simplemente se trata de las cuestiones vinculadas a la igualdad. Pero al tratar la libertad y la posibilidad del movimiento humano, incluye la sustentabilidad, que hoy es un problema en todo el mundo, y en verdad tiene que ver con problemas urbanos: consumo de agua, de producción de residuos, basura, polución aérea. Por eso, es necesario recomponer las prácticas de vivencia, para que la gente pueda construir ciudades ideales del siglo XXI.

-¿O sea que la cultura ocupa un rol preponderante en lo que tiene que ver con la ciudad y la apropiación de los espacios públicos?

-Exacto, porque la cultura construye subjetividades, une y crea posibilidades de entendimiento del mundo. De modo que la cultura tiene la interfaz con todas las políticas públicas importantes. Es una liga que no sólo une, sino que además posibilita que la gente siga adelante.

-Brasil tiene una frontera cultural con el resto de Latinoamérica, que pareciera no sólo radicar en el idioma, ya que es bastante cercano. ¿Cómo lo explica usted?

-No somos el único país que habla portugués en América Latina. Todos los países vecinos hablan español, y el español y el portugués son lenguas hermanas que cuentan con la misma matriz. Para nosotros no es difícil comprenderlos, y lo mismo les sucede a ustedes. Creo que con un poco de atención ya nos entendemos. Además, en las fronteras se habla portuñol, que aquí en la frontera con Uruguay es casi la lengua dominante de la convivencia entre uruguayos y brasileños. Creo que la frontera, más que separar, une. Desde el gobierno de Lula, Brasil está cambiando su relación con los vecinos. A pesar de que somos los mayores, nosotros tenemos que ser hermanos. En cuanto a esto, tenemos una noción de integración y no de competencia o disputa.

-¿Cuáles son las principales prioridades que se ha planteado en su segunda gestión como ministro de Cultura?

-Al respecto sería necesario hablar más de una hora, porque son grandes problemas. Pero lo que queremos es aumentar los recursos, para poder desarrollar una política mayor. Estamos asociando la cultura al desenvolvimiento: incluso la economía de la cultura es una posibilidad enorme de fortalecimiento para Brasil. Queremos devolver las políticas de apoyo al protagonismo cultural de la población. Creamos un punto de cultura durante el gobierno de Lula, y ahora incrementaremos su acción. Estamos haciendo un esfuerzo enorme para desarrollar políticas dedicadas a las artes: que cuenten con una política para culturizar y otra para los lenguajes artísticos, ya sea teatro, danza, música, circo o literatura. En un mes vamos a comenzar un gran esfuerzo hasta fin de año, dedicado exclusivamente a construir esas políticas para las artes, que incluye una cantidad enorme de frentes que debemos abarcar.

-En ese sentido, usted ha desarrollado muchos proyectos vinculados a poblaciones en situación de riesgo, algo que también se vincula con la tradición de su país en lo que tiene que ver con el teatro y la pedagogía del oprimido, y la categoría de la antropofagia. ¿Ha percibido avances en los proyectos destinados a estas poblaciones?

-Muchísimo. Ayer [por el miércoles] realizamos un encuentro de los puntos de cultura, entre los que se encuentran comunidades quilombolas, grupos culturales indígenas, de la periferia de las ciudades, muchos jóvenes... Y fue un encuentro muy fuerte, porque hoy ellos cuentan con una conciencia ciudadana muy fuerte, tienen derechos culturales e incluso están demandando otros. Y nosotros vemos con muy buenos ojos que la población pobre quiera acceder a todos los derechos en el área de la cultura.