Considerado el mayor de los hispanistas británicos y ante un país que atravesó un conflicto fratricida que dejó tantas heridas imposibles de cicatrizar, como la Guerra Civil Española, en un contexto en el que toda visión local siempre es sospechosa de parcialidad, el historiador británico Raymond Carr consiguió volverse de alguna forma -y a pesar de provenir de una nación enemistada desde hace siglos con España- la voz más confiable a la hora de narrar la historia del país ibérico en el siglo XX. Reconocido vecino de Barcelona desde hace décadas, Carr dedicó su vida a examinar la compleja y violenta historia de España desde la llegada de la República hasta su restauración luego de los largos y oscuros años del franquismo, poniendo especial foco en aquella guerra civil tan feroz que serviría como modelo y banco de pruebas de los grandes conflictos ideológicos del siglo pasado.

Carr también se especializó en historia latinoamericana, pero fueron principalmente sus numerosos trabajos sobre la Guerra Civil los que le valdrían su prestigio y lo harían integrante tanto de la Academia Británica como de la Academia de Historia Española y le harían merecedor del premio Príncipe de Asturias en 1999 por la totalidad de su obra. Renegaba del título de “hispanista” y de los nacionalismos en general, y murió el martes en su patria adoptiva de Cataluña.