El 31 de julio de 2014, luego de sucesivas clausuras y multas de la Intendencia de Montevideo (IM), cerró definitivamente Espacio Guambia, aquella sala que había abierto sus puertas a un sinfín de grupos musicales, luego de varias batallas en lo que se consideró una auténtica ofensiva de la IM para perseguir, por diversos motivos, a los locales privados que ofrecían música en vivo. Cuando parecía que lo peor había pasado, los escasos lugares sin administración estatal en los que se puede escuchar música en vivo siguen disminuyendo; en estos días, el boliche Paullier y Guaná está clausurado por tiempo indefinido, y el auditorio Vaz Ferreira ya no contará con la gestión de la Cooperativa de las Artes de Uruguay (Cooparte) y la Asociación Amigos de la Biblioteca Nacional del Uruguay (BNU), que se habían propuesto revitalizar la sala, antes utilizada sobre todo para actividades de extensión cultural de instituciones educativas y eventos académicos.

Gustavo Colman, director artístico del auditorio por Cooparte, había asumido el desafío de renovar la sala Vaz Ferreira, fundamentalmente por su excelente acústica. Así, el equipamiento técnico de la sala, la difusión y su acondicionamiento estaban a cargo de la cooperativa desde abril del año pasado. “Junto con Cooparte nos sumamos a un proyecto común, a partir de un convenio que se extendía por el período de un año -con posibilidad de prórroga-, para desarrollar una agenda artística”, explicó Colman a la diaria. Recuerda que cuando se reunieron por primera vez con la nueva directora de la BNU, Esther Pailos, “ella manifestó la voluntad de continuar el convenio hasta fin de año, y la reunión se realizó porque nosotros queríamos contar con una señal para pensar cómo trabajar el resto del año, aunque a los pocos días nos llamó para decirnos que el convenio no sería prorrogado”.

Colman reclama que aún no ha recibido una devolución de su gestión, más allá de comentarios puntuales “a los que no puedo adherir, como que, según la funcionaria administrativa encargada de la sala, Julio Frade y José Reinoso estropearon el piano. Este argumento no responde a una gestión”. Por otro lado, explica que existe un plantel de funcionarios que trabajan de 9.00 a 15.00 y que nunca participaron en las actividades de la sala: “Cuando fueron convocados, ninguno quiso integrarse”.

En cuanto al funcionamiento anterior a su ingreso, Colman recuerda que las únicas actividades que se cumplían eran las de extensión escolar y eventuales encuentros académicos. “Eso es muy distinto de lo que se desarrolla en una sala que cuenta con el equipamiento necesario, la comunicación y los contratos con las disqueras, ya que hoy a cualquier espectáculo se le incorporan los aportes, que resultan fundamentales”, explicó.

El ex director artístico cuenta que la sala contaba con bandas y artistas muy identificados con la movida de pop, folk y rock, aunque en verdad considera que las fechas se retroalimentaban de un ciclo a otro. Por ejemplo, la misma sala contaba con los ciclos Aut/Out: autores de acá y de allá y Esquizodelia, así como un buen número de artistas en ascenso: Franny Glass, Alfonsina, Los Prolijos, Santé les Amis, Boomerang, Hablan por la espalda, entre otros. “Pero también incluimos tango y folclore, incluso cuando existía un público universitario que consumía música de autor, algo que se había convertido en nuestro objetivo. De hecho, profesionalizamos un trabajo de gestión, y esto los artistas lo percibieron, ya que fue acompañado por un buen manejo del sonido, las luces, el monitoreo de sala, la venta o reserva de tickets y la comunicación. Incluso entablamos un vínculo con el Municipio B, porque se trataba de una tarea en colectivo y de trabajo en conjunto que, en definitiva, los favorecía mucho”, sostuvo. Otro de los problemas afecta a los artistas: “Este año habíamos comenzado con la misma fuerza y ya teníamos espectáculos agendados que ahora es difícil trasladar, porque las agendas de los espacios tradicionales ya están colmadas”.

Agregó que la nueva iniciativa de Pailos, vinculada con la realización de ciclos de música académica, “ya se está realizando en otras salas”. “Creo que el auditorio estaba encontrando un perfil, lo que no quería decir que no pudiera incluir propuestas vinculadas con la música culta”, dice. En conclusión, Colman sostiene que esta medida le provocó una gran tristeza: “Estamos desorientados con esta decisión, y si bien la aceptamos, no la compartimos”.

Pailos, por su parte, dijo que este mes cesaron muchos convenios. “Se evaluó cada uno, y todos han sido prorrogados, a excepción de éste, ya que consistía en una experiencia piloto a cargo de una cooperativa, y casi inmediatamente a mi asunción el término vencía. Se evaluó que los resultados esperados no se habían cumplido, y por esta razón consideré importante cesar el convenio”, explicó.

Al ser consultada por los resultados que esperaban, respondió que se vinculaba con el nivel de la sala, pero que no le gustaría “entrar en detalles, porque ese convenio perteneció a la dirección anterior”. Agregó que su intención es que los artistas que ya tenían espectáculos agendados en estos días “no queden sin trabajo y puedan realizarlos”.

En cuanto al perfil de la sala, la directora explicó que la BNU cuenta con una gestión integrada a las demás unidades del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). “Esa sala se utilizará para actividades para las que no se cobre entrada. Ya hemos tenido muchos pedidos de reserva para el segundo semestre, y contamos con mucha actividad tanto en lo musical como en lo teatral y en lo que tiene que ver con conferencias. En noviembre, de hecho, tendremos un congreso internacional dedicado a las bibliotecas digitales, un evento que se realizará por primera vez en Uruguay. La sala continuará funcionando con todo su potencial. Nosotros queremos elevarla y abrirla a la comunidad; esto es lo más importante”, sostuvo.

¿Cómo se vinculará la sala Vaz Ferreira con las demás salas de la BNU? Pailos explicó que las tres salas son gestionadas por una funcionaria del MEC. Ella es quien realiza las reservas y se las transfiere de forma inmediata. “Y yo soy la encargada de firmar la última autorización”, añadió. En cuanto a la programación, dijo que “en la sala Maestro Julio Castro tenemos muchas reservas para presentaciones de libros, entre otras cuestiones, además de que la utilizamos nosotros mismos”.

Vecinos molestos

El responsable de Paullier y Guaná, Pepe Álvarez, contó a la diaria que en febrero de 2014 el bar atraía más público del que podía, “situación que derivó en un problema con los vecinos”. Explicó que ellos mismos no tenían en sus planes contar con una concurrencia tan numerosa, pero algunos proyectos que se desarrollaron allí convocaron un gran volumen de público. “Por estos inconvenientes pusimos un parate a todas las convocatorias multitudinarias de nuestra agenda cultural, nos reunimos con los vecinos en una mesa redonda y comenzamos a escuchar los distintos problemas que supuestamente causábamos”, contó. Álvarez explicó que a raíz de esa reunión iniciaron una reestructura del bar cuyo objetivo era cuidar el exterior. Alquilaron vallados, contrataron cinco guardias de seguridad, iluminaron el perímetro, ampliaron al doble de su capacidad el baño para mujeres, además de excluir de la agenda las actividades masivas. “Esto mejoró muchísimo la convivencia con el barrio. Los vecinos nos felicitaban, ya no contábamos con gente dispersa en la puerta. Así fue como bajamos la convocatoria de gente, a veces con entradas más caras para ver en formatos más íntimos a artistas como Albert Pla, Malena Muyala, Martín Buscaglia y Fernando Cabrera. Aun así, tres o cuatro vecinos continuaron la denuncia, a pesar de que las mediciones superaban por poca diferencia el nivel exigido por la IM”, continuó. Esto desembocó en una serie de multas y en el cierre indeterminado del local, cuando todavía continuaban trabajando para mejorar la situación.

El responsable del local sostuvo que el problema del “ruido social” es nuevo, ya que antes “a nadie se le ocurría sociabilizar afuera del bar”. Aseguró que se vive una transformación cultural que se gestó a partir de la prohibición de fumar en lugares cerrados, que data de marzo de 2005. “En nuestro caso, la gente opta por estar afuera, ya que la capacidad del bar no está colmada. Son muchos los lugares que enfrentan el mismo problema. Esto es extraño, porque nosotros no incentivamos ni incitamos el consumo exterior. Esto se da por una -buena- ley nacional, que generó una consecuencia nueva, de la que ahora nosotros somos ‘culpables’. Pero tampoco la ley es clara, y nos estamos defendiendo desde el punto de vista legal”, afirmó.

En paralelo, desde el local propusieron instalar un vallado de lana de roca de 2,40 metros, un amurallamiento del boliche desde las 23.00, para absorber el ruido. “El perímetro cuesta cerca de 10.000 dólares. Esto lo consultamos con técnicos que están haciendo el estadio argentino de Núñez [de River Plate], quienes por medio de las placas han logrado mitigar el ruido hacia el vecindario. Pero si un vecino se queja, y se siguen superando los 39 decibeles -así sea por un punto-, el local se clausurará nuevamente. Históricamente el boliche se cuidó de no ser generador de ruidos desde el interior y de que la música en vivo, los motores de las heladeras y las extracciones de aire no molestaran. Cuidaba todo lo que sucedía de las puertas del bar hacia adentro. Hicimos muy buenas reformas en el sótano: hay bandas de rock sonando muy bien, afuera nadie se entera y arriba la gente cena tranquilamente”, relató.

Actualmente están tramitando con la IM el funcionamiento del local con limitación de horario: la IM les propone que funcione hasta las 22.00 sin ningún espectáculo, lo que ellos consideran algo inaceptable, ya que no podría funcionar ni como restaurante. “Nosotros proponemos que sea hasta las 2.00 y con espectáculos, ya que nos abocaríamos más al teatro y a determinadas bandas. Que Alfonsina toque no transmuta a nadie... El problema no es lo que yo genero con los espectáculos, sino el murmullo de la gente en la vereda”, explicó.

Mientras Álvarez continúa el trámite en la IM, los funcionarios se encuentran en un período de transición, ya que “los nuevos asumen el 6 de julio, y la verdad es que no sé si aguanto”, dijo. Se lamentó al explicar que podrían haberles reducido el horario de funcionamiento, ya que el problema se presenta después de las 2.00 y, de hecho, las mediciones de la IM se realizan después de las 3.00, “porque antes el ruido social no supera los decibeles permitidos”.

“Creemos que contábamos con una buena propuesta, ya que ofrecíamos un espacio a artistas medianos, a gente que disfrutaba y aprendía. El último show de Osvaldo Fattoruso fue acá. Han ocurrido cosas interesantes, y nos hemos embarcado en propuestas difíciles, pero no existe una instancia en la que la IM genere un acercamiento. Incluso los departamentos dentro de la IM no están comunicados entre sí, y muchos no conocen el bar. Ayer, en una charla, me decían:‘Vos no podés tener la cantarola mientras la gente come’. Pero esto no sucede. Todos los gastos del vallado, la seguridad, la iluminación, la reforma y los cambios de agenda, frente a esta actitud municipal, generan una gran desmotivación”.