Reunidos en el primer piso del ex bazar Mitre, un grupo de fotógrafos discute qué significa ser -precisamente- fotógrafo, y se pregunta sobre las experiencias del fotoperiodismo. Al menos eso dice el pizarrón blanco que garabatea Verónica Cordeiro, entre animados intercambios y preguntas. Este encuentro se vincula con un nuevo desafío del Centro de Fotografía (CdF) asociado a ejercicios de reflexión semanales: en el subsuelo de esta nueva sede (18 de Julio 885) funcionará un laboratorio abierto a todo público, que alternará la historia de la fotografía uruguaya y su proyección hacia el futuro.

Todos participan concentrados, incluso Daniel Sosa, director del CdF, que al vernos abandona el grupo y nos acompaña en el recorrido por el centro. El laboratorio de reflexión es una iniciativa que cuenta con varios antecedentes, entre los que se encuentran las Jornadas de fotografía, que el centro organiza desde hace 11 años, en las que se discute qué está sucediendo en el área. “Desde que se inició el centro funcionó como un motor de cambio en la producción local, lo que también cambió la estructura y el reconocimiento de esa producción: desde las diversas instituciones como la Intendencia de Montevideo [IM], el ICAU [Instituto del Cine y Audiovisual del Uruguay], y los Fondos Concursables (que le dedicaron una categoría), incluso cuando la fotografía aún no ha ingresado a la educación formal”, reflexiona Sosa.

En cuanto al jueves 2 de julio, día de la inauguración, el CdF lanzó una convocatoria dirigida a artistas, para ofrecer “una señal de celebración hacia todo el medio y que, de ese modo, esto se convierta en una especie de bautismo colectivo”, adelanta el fotógrafo. A lo largo de todo el día de la inauguración (permanecerá abierto de 9.00 a 22.00) se podrá instalar fotografías en el primer piso. Cordeiro explica que en la base de la convocatoria utilizaron tres términos, “fotógrafos”, “artistas visuales” y “creadores”, para priorizar en esa instancia la celebración en sí, la apertura y la idea de que los diversos horizontes pueden existir en una sola línea, ya que la única referencia con la que cuentan los artistas para instalar sus obras es una línea recta. Para Cordeiro, lo que prima en esta instancia es la técnica y el profesionalismo, sin que esto se convierta en una muestra de autor. A su vez, “los 12 años del centro cuentan con apoyos de muchísima gente, y esto también posibilita que ellos se vuelvan parte del CdF con sus propios trabajos, algo que no sucederá siempre”.

El Bazar cuenta con tres plantas y un subsuelo, destinados a diversos usos: la planta baja exhibirá muestras históricas o contemporáneas vinculadas a la ciudad, ya que éste será el primer acercamiento del público y por eso se convertirá en la exposición de más fácil acceso. “Mientras que ésta es más abierta, la del primer piso se vincula a un trabajo más profundo y con mayor dificultad de lectura”, explica el director.

De ese modo, la primera muestra se dedicará al icónico Palacio Salvo, como “un saludo al nuevo vecino”, ya que el Bazar se ubica a pocos pasos de esa jirafa un poco aburrida, “empantanada” en la esquina de 18 de Julio y Andes, “incapaz de cruzar la calle / por miedo de que los autos / se metan entre las patas y la hagan caer”, como escribió en los años 20 Alfredo Mario Ferreiro. La muestra exhibe la tradición y la actualidad de este edificio, ya sea como patrimonio cultural, histórico o arquitectónico, que continúa protagonizando extrañas leyendas. En el subsuelo se realizarán actividades vinculadas con la formación: en ese espacio se desarrollará el ciclo Fotoviaje y los ejercicios de reflexión.

Tantos lugares y usos

“Acá será el laboratorio”, indica Sosa, mientras señala una sala en obra. El subsuelo, además, albergará la exposición 101. Despedida de la sala CdF, que integra una línea del tiempo y una proyección audiovisual, generadas a partir de las 101 exposiciones presentadas durante la última década, en la antigua sala de la calle San José. Pero esta exposición contará con una nueva intervención, ya que se anexará una serie de entrevistas realizadas a algunos de los participantes, en la que se les pregunta qué implicó para ellos la inauguración del CdF en su momento y qué esperan de la nueva sede. “En general hay muchas expectativas, y una impronta importante de lo que fue la sala en su momento y del rol que cumplió para la fotografía local”, adelanta Sosa.

Este período de expansión en el que se encuentra el equipo del CdF implica varios cambios de funcionamiento interno. Con respecto a esto, explica que el Bazar posibilitará realizar con mayor ímpetu no sólo varias actividades como centro de formación a nivel regional, sino también en cuanto a la conservación, documentación y digitalización.

En la actualidad el centro cuenta con 35 integrantes, y pronto ingresarán más funcionarios, destinados al área de atención al público. Sosa sostiene que se encuentran en pleno crecimiento las áreas de gestión, curaduría -que ya cuenta con dos años- y digitalización -encargada de los pedidos de fotografías-, además de que se inauguró un área de educación.

El gran cambio de este año se vincula con una nueva herramienta de gestión financiera, que les permite vender productos y servicios. “Tratamos de que un tercio del presupuesto pueda ser financiado por otra vía, por medio de varias modalidades de ingreso: la venta de productos de la tienda; los distintos convenios con instituciones para prestarles servicios, sobre todo en lo que tiene que ver con la conservación, documentación y digitalización; las empresas que nos financian a partir de marcas; y los auspicios directos de eventos puntuales. Ya firmamos un convenio con el Ministerio de Turismo para procesar el archivo, con fotos increíbles que pertenecían a la Secretaría de Deporte. Hace un tiempo que ANCAP también está interesado en realizarlo, así como otras empresas públicas. Ofrecemos un servicio gratuito de hasta 100 fotos para cualquier institución, y de hecho asesoramos, en lo que tiene que ver con la conservación fotográfica, a muchas instituciones públicas y privadas. Esto posibilita que la gente continúe especializándose en esta tarea, lo que genera un cuerpo de trabajo y de recursos humanos no sólo para el centro sino también para el país, y a nosotros nos permite contar con aire fresco”.

Ampliando el campo

Mientras se desplaza por la sala, el director cuenta que en esta nueva etapa se reforzarán las actividades de formación y de extensión a la región. Lo evalúa como un “impulso para la reflexión colectiva sobre la situación en la que se encuentra la fotografía en general”.

Mientras recorremos el subsuelo entre brochas, tarros de pintura y taladros, Cordeiro explica que si se conquistó visibilidad para la fotografía, es necesario “dedicarle más tiempo”. En una agenda cargada, el próximo festival de fotografía que están organizando -llamado Transversal- apunta en esa línea y a la necesaria profundización de la formación en lo que tiene que ver con la creación de una masa crítica, más allá de estudiar el hecho fotográfico en sí. “También la fotografía, como muchas cosas hoy en día, transita un momento de autocuestionamiento en lo que tiene que ver con la era digital. Esto presupone la producción, y los modos de circular y producir fotografías. Los significados que se producen con la fotografía se han pensado mucho, y éstos continúan siendo momentos de mucha autorreflexión”, reconoce.

Al llegar al segundo piso irrumpe el coordinador Gabriel García y advierte que nos encontramos en la zona de “control de archivo”. Flanqueado por una cámara de conservación, este espacio alberga al área de documentación, digitalización y conservación del archivo histórico. García enseña el datalogger, un equipo de sensor de temperatura y humedad para mantener los niveles indicados para este tipo de materiales, y explica el casi obsesivo modo de funcionamiento de esta sección. Entre el ir y venir constante de los obreros, Sosa agrega que el CdF se encuentra trabajando con indicadores -y gestiones- de calidad, que le posibilitan contar con información más objetiva de su trabajo.

Paisajes múltiples

El director adelanta que este año se inaugurará una fotogalería en el nuevo Parque Capurro, a pedido del barrio. En verdad cuenta que llegan muchísimos pedidos para contar con una fotogalería, incluso financiada por la misma comunidad. “Esto es una gran responsabilidad porque la fotogalería implica mucho trabajo, y siempre debemos contar con un año de programación adelantada”, dice.

“Otra de las cuestiones importantes que están sucediendo -arremete-, es que diversas instituciones, entre las que se encuentra el [Instituto de Investigaciones Biológicas] Clemente Estable, nos proponen realizar muestras fotográficas que cuenten lo que ellos hacen. Esto también implica el uso de la fotografía por gente que no es fotógrafa, y es algo que nos alegra, porque implica apoderarse del medio y utilizar la fotografía para apropiarse de un espacio público; es algo que está permeando en la sociedad”.

Dice que al inaugurarse el Bazar, el medio fotográfico debe preguntarse cómo utilizar este espacio, que cuenta con condiciones muy distintas a las de hace una década. En este punto se vuelve, siempre, a la necesidad de reflexionar en colectivo: “Los que se acercaron manifestaron que en la dinámica diaria es muy difícil reflexionar sobre la fotografía junto con otros colegas, y aquí ya se instauró un encuentro. Así, el centro se construye como un espacio de encuentro, de choques y diferencias”.

Ya hace 12 años que el CdF montó su primera exposición. Hoy no sólo tiene un archivo, un centro de investigación y galerías a cielo abierto -en el Parque Rodó, el Prado y la Ciudad Vieja- sino también talleres y jornadas internacionales, programas barriales, publicaciones variadas, y un programa televisivo.

El jueves a las 19.30 inaugurará su nueva sede en un sorprendente edificio, dedicado de manera exclusiva a la preservación, exposición, investigación y difusión fotográfica.

Entre la amplia red que el centro establece, se incluyen múltiples espacios y temáticas, que pueden alternar el año internacional de la luz y una muestra de Cámara Tres, coproducida con la celebración del Parlamento por los 30 años de democracia, lo que, en definitiva, promueve una visión y un uso distinto de la fotografía.