Ni el nombre

Cuando el rapero Curtis James Jackson III -más conocido como 50 Cent- hizo su irrupción a principios de siglo, parecía que iba a comerse crudo el mundo del hip-hop; con un pasado (real) de traficante de drogas y nueve cicatrices de balazos que lo probaban, 50 Cent tenía toda la credibilidad callejera que necesitaba y, aliado a figuras de la talla de Dr Dre y Eminem, durante un tiempo pareció convertirse en el gigante que había salido al mundo proclamando desde el título de su primer disco: Get Rich or Die Trying (hacete rico o morí en el intento). Pero como algunos personajes tangueros, 50 Cent ni murió ni fue guerrero, sino que simplemente ayer se declaró en bancarrota. El músico, que vendió más de 30 millones de copias de sus discos y cuya fortuna había sido valorada por la revista Forbes en 155 millones de dólares, demostró haber sido un administrador un tanto calamitoso y haber reventado a una velocidad récord la fortuna que acumuló en sus años de gloria. Hasta ahora 50 Cent había sido presentado como el modelo de músico de éxito, que diversificó sus actividades fuera del mundo de la música e invirtió en todo tipo de mercaderías (avaladas por su figura), desde refrescos y marcas de ropa hasta videojuegos y condones.

Pero las finanzas de 50 Cent no eran tan rutilantes como parecían desde afuera y, luego de sufrir un gran golpe de una asociación fallida con Sleek Audio (que le habría hecho perder unos 16 millones de dólares), el rapero tuvo que declararse en quiebra luego de perder un juicio ante la novia de un rapero rival, Rick Ross, que le reclamaba cinco millones de dólares por haber difundido sin su consentimiento un video en el que aparecía teniendo relaciones sexuales con 50 Cent. Fue un golpe inesperado que lo llevó a declararse en bancarrota y, seguramente, a tener que producir nuevas canciones, posiblemente menos fanfarronas acerca de su estado económico.

Todo un palo

Las relaciones entre los dos antiguos líderes de Patricio Rey sus Redonditos de de Ricota -Carlos Indio Solari y Eduardo Skay Beilinson- no parecen estar precisamente mejorando con el tiempo; por el contrario, a casi 15 años de la separación de la banda, más bien dan la impresión de haber tocado fondo. Todo empezó cuando Solari hizo saber que se encontraba aquejado de una grave enfermedad que lo mantenía alejado de los escenarios y, aunque se negó a identificarla (simplemente dijo: “Les doy una pista: no es cáncer ni sida”), se pudo saber que se trataba de la enfermedad de Parkinson. Mientras el mundo del rock y la misa ricotera aún procesaban la noticia, Skay hizo público su escepticismo en relación con la enfermedad de su ex compañero de banda, alegando que “el Indio es un gran fabulador”, y aprovechó la volada para desmentir la versión de Solari acerca de los motivos que habían llevado a la separación de la banda: aseguró que la disputa por el material fílmico era simplemente otro invento del Indio.

El resultado no se hizo esperar y llegó en la forma de una carta pública en la que, en tono fúnebre, Solari comienza advirtiendo: “Las mentiras no se cuidan entre ellas. El mentiroso es el encargado de esa faena. Pero a veces la memoria cancerbera falla y las mentiras se escapan”. Luego aludió al destino del cuestionado material fílmico de la banda, afirmando que “‘la señora’ [Poly Castro, histórica mánager de la banda y pareja de Beilinson] aseguró en una entrevista que todo el material estaba protegido en una caja de seguridad de ‘un banco’ (debe ser muy espaciosa, pues el crudo estaba, en su mayoría, en soporte VHS)”, y concluyó calificando de “una canallada” la desconfianza de Skay con respecto a la veracidad de su enfermedad.Los que fantaseaban con una reunión-regreso triunfal, que se consigan un banquito.

Mal viaje, Dude

Posiblemente los hermanos Coen jamás se imaginaron que una película tan libre y liviana como El gran Lebowski (1998) terminara siendo su mayor obra de culto, hasta el punto de que todos los años se organiza un festival en su honor -el Lebowski Fest-, en el que se evocan los ambientes y la filosofía más bien porrera y hippie de los inolvidables personajes que lo pueblan. Pero en lo que parecería un corolario de esta película libertina e intoxicada, el creador del festival, Will Russell, fue arrestado por la Policía de Louisville, Kentucky (donde se está desarrollando el festival), por estar fumándose un porro en el estacionamiento de un club de bowling. Quienes recuerdan el argumento de la película coincidirán en que difícilmente Russell podría haber encontrado un lugar y un motivo más Lebowski para ser arrestado.