Neil Young ha decidido retirar su nutridísimo catálogo de los servicios de streaming que lo ofrecían para escucharlo y/o bajarlo, protestando porque la calidad del sonido (generalmente con soporte de mp3) de esos sitios “es una mierda”. Según Young, hasta la radio AM o los casetes suenan mejor que la música vía streaming, y si bien no le importa que copien sus discos, no quiere que sean reproducidos en un formato que detesta. “Estoy preservando mi música de la forma en que yo quiero”, declaró el veterano compositor canadiense, quien acaba de editar un disco igualmente malhumorado hacia el establishment como es The Monsanto Years, álbum que se dedica, básicamente, a atacar a la multinacional productora de semillas transgénicas.

Young no es el único artista que se ha enfrentado últimamente con las compañías de streaming, particularmente Spotify, que domina buena parte del mercado de la música online. La cantante Taylor Swift también estuvo batallando contra Apple Music para aumentar las exiguas cifras que esta empresa paga a los músicos que difunde. Para tener una idea, recientemente la banda británica Portishead reveló que sus canciones se han bajado vía Spotify 34 millones de veces y eso les significó apenas unos 2.500 dólares en beneficios.