Esta semana se presenta Epifanía, la nueva creación de Andrea Arobba, que, tras realizar en 2014 Historia natural de la belleza, se abocó a una nueva experiencia de dirección junto con un grupo diverso y de relativamente jóvenes bailarines aikidokas (que practican el aikido, arte marcial japonés en el que los combates se desarrollan con una técnica semejante a la danza). El proyecto acaba de ser premiado por el Programa de Fortalecimiento de las Artes (Asociación de Danza del Uruguay, Intendencia de Montevideo), y se suma a la serie de reconocimientos que ha obtenido en los últimos tiempos la enérgica actividad de Arobba, coreógrafa y docente de danza desde hace más de 20 años. También es estudiante y practicante de aikido y de otro arte casi marcial, la curaduría de obras de danza, que ha practicado en el Ciclo MVD (Montevideo Danza) 2014 y en todas las ediciones de Solos al Mediodía, en ambos casos en el teatro Solís.

En el momento de este estreno, se encuentra en sus etapas finales otra de sus obras, relacionada con el Centro de Artes y Ciencias GEN (http://gen.org.uy), que pronto será inaugurado en Montevideo. En su marco está la recién creada GEN Danza, compañía independiente que “nació con la intención de aportar a cada proyecto un lenguaje específico, al margen de modas y criterios en boga, desarrollado en cada caso a partir de una investigación profunda, que expone a los intérpretes a problemas conceptuales que exceden largamente el ámbito de la danza y el arte contemporáneo, e incluyen temas científicos, sociológicos e históricos. Los elencos de sus obras se renuevan para cada producción y convocan la participación de artistas que provienen no sólo de la danza contemporánea, sino también del teatro, la acrobacia y la danza urbana”.

En Epifanía -título con alusiones místicas religiosas-, Arobba cruza las dos prácticas que ha investigado a lo largo de su vida, la danza y el aikido. Partiendo de este arte marcial japonés, que, según el maestro aikidoka Mitsugi Saotome, busca “la educación de nuestro instinto agresivo”, la obra se sostiene sobre una práctica más que sobre una partitura, e indaga sobre los modos de “neutralización” enunciados por el aikido y sus posibles reutilizaciones y traducciones al plano de la composición y la experiencia artística. De este modo y por medio de una investigación enfocada en la percepción, la obra busca integrar las herramientas del arte marcial -desde las filosóficas a las físicas- a la práctica de la danza. Por ello, es también una exploración de los límites entre lo técnico y lo expresivo en ambas disciplinas, así como de la elasticidad (o rigidez) de sus fronteras. La interacción entre prácticas físicas de larga duración, estados emocionales e investigación grupal da forma a lo que se presentará los días 4 y 5 de agosto en la sala Zavala Muniz del teatro Solís. Debido al paro general, esta obra se quedará sin su tercer día previsto, algo que, para una obra de danza -arte que cuenta con “temporadas” exageradamente cortas tras largos meses de trabajo-, resulta una tragedia en pequeña escala.