La gente se desubica (I)

La popular cantante y rapera Nicki Minaj se ha ganado una escultura en el conocido Museo de Cera de Madame Tussaud de Las Vegas. Ésta representa a Minaj apoyada en sus manos y rodillas, y vestida como en su exitoso y provocativo video “Anaconda”, que se basa esencialmente en su habilidad para hacer twerking, baile que consiste ante todo en una efusiva agitación de las caderas y las nalgas. Pero el museo de cera no está libre de los graciosos de siempre -esos diez o 20 inadaptados que si no están en un museo de cera están en un estadio-, que descubrieron que la postura de la realista estatua y su escala natural eran ideales para sacarse fotos en actitudes digamos groseras con ella, y en poses que en el mejor de los casos pueden considerarse de baile. El museo, alarmado por las desagradables escenas que se estaban sucediendo, anunció que iba a contratar seguridad extra para evitar que la estatua siguiera siendo sometida a semejantes desmanes, lo que seguramente sea difícil, ya que la voz se corrió y varias imágenes irrespetuosas se han esparcido en la red.

Minaj, con sabiduría callejera, hizo saber que se sentía “halagada” por la iniciativa de sus fans y que le encantaba todo lo que tenía que ver con la controversia de su figura de cera y lo que sus fans se fotografiaban haciéndole. Minaj, claro está, no tiene ninguna relación comercial con el otrora elegante museo de Tussaud.

La gente se desubica (II)

Es sabido que una muy buena parte de los objetos egipcios históricos que hoy forman parte del acervo de los museos de Europa, particularmente de los ingleses, no son producto del sano intercambio comercial, sino simplemente de la piratería de los europeos, frecuentes ocupantes del país africano en los siglos pasados y adeptos a llevarse souvenirs en la forma de máscaras mortuorias, estatuas y uno que otro obelisco. Por lo tanto, es fácil entender la furia del gobierno egipcio al enterarse de que las autoridades del Museo de Northampton (en Reino Unido) habían decidido rematar una de sus más preciadas posesiones, una estatua faraónica de Sejemka, de más de 4.000 años, que curiosamente no había sido birlada de su país original, sino generosamente donada al museo por el gobierno egipcio, a fines del siglo XVIII.

El ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh al Damati, suspendió de inmediato las relaciones con el Museo de Northampton, que, al igual que muchas otras instituciones del viejo continente, ha encontrado como forma de equilibrar sus finanzas la venta ocasional de parte de su patrimonio al floreciente ámbito del coleccionismo privado. Según los egipcios, esta venta es ilegal, y su reclamo es apoyado por varios organismos internacionales, pero con la razón del artillero, el Museo de Northampton se ha limitado a cobrar los 21,8 millones de euros que ya se pagaron por la escultura al ser rematada en Christie’s, y a esperar a que los compradores se la lleven, lo que por ley no pueden hacer hasta el 28 de agosto. Como medida in extremis, Damati ha convocado a sus compatriotas a reunir una cifra similar y comprar la estatua para devolverla a Egipto, lo que en cierta forma prueba la escasa importancia que las autoridades inglesas le han reconocido a la indignación de los africanos, aunque el Consejo de Arte de Inglaterra advirtió al museo que corría el riesgo de perder las subvenciones estatales si la venta se completaba.

La gente se desubica (III)

Queríamos mantener el título, pero la verdad es que en este caso puede ser muy engañoso identificar quién es el verdadero desubicado. Los integrantes de la reconocida banda The Foo Fighters decidieron interrumpir una manifestación homofóbica organizada por la impresentable iglesia bautista de Westboro, una institución que ya ha sido objeto de varios documentales y cuya política abyecta de acosar entierros de soldados y/o de homosexuales, alegando que sus muertes fueron un castigo de Dios por haber dejado que la homosexualidad se extendiera en Estados Unidos, la ha convertido en uno de los grupos de odio más odiados en el mundo entero.

Tan tercos como ofensivos, los integrantes de esa iglesia siguen haciendo sus manifestaciones y siendo protegidos por las leyes que les aseguran el derecho a la libre expresión, a pesar de lo poco considerado de esa expresión, por lo que los Foo Fighters están adquiriendo la costumbre de sabotear tales manifestaciones. En esta ocasión se limitaron a aparecer en medio de la protesta y los carteles de “Dios odia a los putos”, encima de una camioneta, con unos cuantos amigos gay parranderos y escuchando a todo volumen el bailarín tema de Rick Astley “Never Gonna Give You Up”, armando una pequeña fiesta callejera que, lógicamente, terminó eclipsando a los furiosos bautistas.