No era mi mayor ambición en la vida que Héctor Amodio Pérez me citara en la introducción de su libro. Pero, dado que lo hizo, y que además me citó mal, aprovecho esta breve aclaración para apuntar algo más interesante que su mala interpretación de una breve frase.

Escribió Amodio: “Como dijo Marcelo Pereira en 2013, no existe un relato que avale mis afirmaciones”. Pero lo que publiqué realmente a comienzos de mayo de 2013, cuando comenzaron a llegar a medios de comunicación uruguayos cartas de Amodio pero aún no se sabía si él era en verdad su autor, fue: “El texto que nuestro corresponsal desea que demos a conocer busca, aparentemente, sostener que si bien Amodio colaboró activamente en la represión de sus ex compañeros del MLN, no fue el único ni el principal responsable de la derrota militar y la desarticulación de ese grupo guerrillero. Chocolate por la noticia: se ha escrito mucho sobre la historia de los tupamaros, pero no conocemos ningún relato serio que sostenga lo que Amodio o quien sea quiere refutar”.

Como se ve, era algo bastante distinto, que Amodio quizá no entendió o quizá no quiso entender. Lo interesante es tratar de comprender por qué.

En 2013 llamé la atención sobre un hecho que aparentemente Amodio no percibía ni percibe hoy: más allá de lo que se pueda haber dicho en charlas internas de la familia tupamara, en ningún relato serio sobre lo que ocurrió en 1972 -y ni siquiera en los libros de la “historia oficial” del MLN- se ha sostenido que él fuera el responsable principal de la derrota militar de esa organización. En realidad, hay numerosas razones contundentes para explicar esa derrota sin tomar en cuenta el papel desempeñado por Amodio (un papel lamentable, aun si fuera cierta la versión de los hechos que él difunde ahora). Una de las cosas que Amodio no entiende o no quiere entender es que su reaparición y su relato no causaron la conmoción que quizá él esperaba (ni las murgas se acordaron de nombrarlo al repasar los hechos de 2013), porque poco aportan.

Él llegó a ser, brevemente y hace mucho tiempo, alguien con cierta notoriedad, como otras figuras del MLN. Pero lo que hacen o dicen hoy sus compañeros de entonces no sería relevante para los uruguayos si la trayectoria de esas personas tras el período guerrillero no incluyera padecimientos extraordinarios que Amodio decidió eludir hace 43 años, y un compromiso con la actuación política que luego no quiso o no supo tener.

Eso no lo entiende o no lo quiere entender, aunque ha tenido mucho tiempo para reflexionar sin obligaciones militantes ni secuelas de más de una década de reclusión inhumana. Ante semejante incapacidad para asumir la realidad, no llama la atención que en más de dos años no se haya hecho cargo de lo que significaba una simple frase publicada en la diaria.