Una muerte imprevista. Dos hombres que se hacen millonarios a costa de una mujer a la que acusan de estar trastornada. Una computadora personal cuyo contenido, al que sólo ella puede acceder, adquiere un valor incalculable. Una operación internacional muy lucrativa que puede ser considerada un gran fraude. Todo eso podría haber salido de la imaginación del sueco Stieg Larsson (1954-2004), autor de la exitosa trilogía de novelas Millennium, y tiene que ver con él pero de otro modo.

Larsson volcó en sus libros de ficción (Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire) parte de su experiencia personal como periodista de investigación, dedicado a denunciar oscuras tramas neonazis en su país y bajo graves amenazas por ello. Al escribirlos, desplegó una representación del mundo acorde a sus posiciones ideológicas trotskistas y feministas. En la sociedad que describe, los portadores del poder económico y político se revelan como seres calculadores, desalmados y pervertidos, muy especialmente inclinados a la violencia contra las mujeres. Ante ellos se alzan el periodista Mikael Blomkvist y la hacker Lisbeth Salander: él es bastante convencional y simple; ella no es nada de eso.

La potencia del personaje de Salander, que cautivó a Mario Vargas Llosa, es una causa mayor del éxito de la serie, y las hazañas de esa muchacha con severos traumas, escéptica y superdotada, son el factor clave para que triunfen los buenos, ya que Lisbeth se permite cosas que Mikael no sería capaz de imaginar. Gracias a ella, y a diferencia de lo que debe haber visto muchas veces Larsson, el periodista de investigación Blomkvist logra que la gente horrible sea derrotada y que se haga justicia. El autor aseguraba, en intercambios por correo electrónico con sus editores, que había evitado las situaciones típicas de la novela negra en que los protagonistas violan la ley sin que eso tenga consecuencias, pero acotaba que Lisbeth era “una excepción porque sencillamente es una sociópata con rasgos psicopáticos y no funciona como la gente normal. Ni siquiera tiene la más mínima consideración sobre lo que está bien o está mal”. Él, en paz con su conciencia, y los lectores, agradecidos.

El periodista murió de un ataque cardíaco, tras subir siete pisos de escaleras porque un ascensor no funcionaba, y no llegó a ver publicados los libros de Millennium, que desde 2005 han vendido decenas de millones de ejemplares, fueron llevados al cine en Suecia y tuvieron en 2011 su primera versión fílmica estadounidense, dirigida por David Fincher y con Daniel Craig en uno de los papeles protagónicos. La inesperada riqueza vinculada con ese éxito no le llegó a Eva Gabrielsson, que fue la pareja de Larsson durante 32 años y su compañera en el activismo. No se habían casado, y él escribió un testamento pero no llegó a legitimarlo, de modo que los beneficiarios fueron su padre, Erland, y su hermano, Joakim.

De Ibra a Lisbeth

Sin embargo, Gabrielsson se quedó con algo que cuando su compañero falleció no parecía muy valioso: una notebook en la que había escritas 200 páginas de lo que iba a ser la cuarta novela de la serie Millennium (al parecer, Larsson se proponía llegar a diez). Erland y Joakim dicen que le ofrecieron un cheque en blanco por la obra inconclusa. Eva se ha mantenido firme en que no quiere dinero, sino controlar el destino de ese texto y los derechos literarios de toda la obra de su compañero, en la que afirma haber tenido una importante participación (y de la que algunos piensan que fue coautora). Los familiares sostienen que ella no está “mentalmente preparada” para lo que pretende, y se disponen a publicar este jueves una nueva novela de la serie, titulada en inglés The Girl in the Spider’s Web y en español, más cerca del original, Lo que no te mata te hace más fuerte. Dicen que las regalías serán donadas a Expo, la revista en la que trabajaba Larsson y cuyo equivalente literario es la Millennium donde trabaja Blomkvist.

Por supuesto, no será el libro que Larsson tenía a medio hacer. La tarea de escribirlo fue encargada por Erland y Joakim al también sueco David Lagercrantz, con experiencia como cronista policial y autor de un best seller sobre la vida de su compatriota el futbolista Zlatan Ibrahimovic, compañero de Edinson Cavani en el Paris Saint-Germain. Gabrielsson opina que esa publicación, a realizarse de modo simultáneo en 30 países y con traducciones a 38 idiomas, es una falta de respeto al difunto.

El argumento de la novela que Larsson estaba escribiendo cuando murió tenía algo que ver, por lo que se sabe, con los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez (como la estupenda 2666, de Roberto Bolaño). La de Lagercrantz, según parece, se relaciona con el desarrollo de inteligencia artificial, y es imposible evaluar si eso es mejor o peor. En todo caso, el adelanto de texto que se ha difundido como parte de la campaña de promoción de Lo que no te mata... (por ejemplo en http://ladiaria.com.uy/UIP) entusiasma poco. Por cierto, la trilogía Millennium no se caracteriza por ser un prodigio de escritura, pero esto es bastante peor: prosa torpe con una larga interpolación sobre física que parece sacada del sitio en internet El rincón del vago y un racconto escolar de lo que pasó en las novelas anteriores, como para simplificarle la tarea al lector.

Si no aparece una Lisbeth Salander que haga algo extraordinario para impedirlo, el cuarto libro va vender otra millonada. Lo que está por verse es cuánta gente va a querer, después, comprar uno más.