El director y docente uruguayo Walter Tournier ha dedicado casi toda su vida a la animación: en los años 70 creó su primer corto, En la selva hay mucho por hacer (1974), que en ese entonces fue, con 17 minutos de duración, el trabajo más extenso de ese tipo que se había realizado en el país. Entre sus variadas producciones se encuentran Los Tatitos -una miniserie de 15 capítulos-, Derechos del niño, La rambla montevideana, Los cuentos de Don Verídico y su primer largo, Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe (2012), con la técnica de stop motion, en la que Tournier es un especialista, y que para esa película le llevó diez años de trabajo.

Ahora, utilizando la modalidad de financiación colectiva apoyada en internet conocida como crowdfunding, Tournier ha organizado una campaña para recaudar fondos por medio de la página Idea.me, a fin de realizar el corto ¡Alto el juego! (a cambio del apoyo se ofrecen distintas recompensas, entre ellas un DVD doble con la obra completa de Tournier, y visitas a su taller y a la filmación del corto).

Como lo sugiere el título, ¡Alto el juego! es un corto sobre los niños víctimas de conflictos armados, y el realizador dijo a la diaria que, aunque está trabajando en esta idea desde hace un tiempo, su gran motivación fueron la guerra siria y la alta cifra de los niños fallecidos: “Los conflictos bélicos y los miles y miles de niños que mueren fueron los que motivaron la idea inicial, si bien el trabajo es universal y, en ese sentido, hace referencia a cualquier tipo de conflicto”.

El corto apunta contra la venta de juegos bélicos, y eso “da pie para ingresar a una maqueta que promocione el trabajo”, a la vez que se convierte en el disparador para poder introducirse en el conflicto, explica.

Tournier aclara que en verdad esta obra no se dirige al público infantil, “porque ellos no son los que provocan las guerras”. “Éste es un trabajo sobre los niños, y si bien ellos también lo pueden ver, el mensaje es para los adultos. Lo definiría como un granito de arena que aporta a la conciencia de las sociedades con respecto a estas atrocidades, y ése es, un poco, el objetivo del proyecto”, señaló.

Este nuevo trabajo emplea el stop motion a partir de una serie de muñecos, y el director está trabajando en las estructuras y las terminaciones de éstos mientras recolecta los fondos necesarios. En cuanto a la estética, Tournier contó que, teniendo en cuenta el papel que puede desempeñar la prensa en los conflictos bélicos, decidió construir los personajes y la escenografía con retazos de diarios de distintos lugares del mundo.

En varias ocasiones el animador ha dicho que sus trabajos no aspiran a ser didácticos en el sentido de funcionar como vehículos de una enseñanza expresa. “Lo que me interesa plantear son cuestiones que contribuyan en distintos aspectos; en el caso de los niños, a su formación. Y ése también es un poco el sentido del trabajo”, sostiene. Así, sus obras presentan determinadas situaciones que el espectador puede juzgar por sí mismo, tomando posición con respecto a lo que ve, “pero siempre la idea es generar pensamiento sobre ciertas temáticas”, más que aleccionar, advierte.

Con respecto a la industria audiovisual dedicada a los niños, Tournier dice que ahora se producen más trabajos que antes, “lo cual es bienvenido, pero no es suficiente. Hay que fomentar mucho las producciones audiovisuales en general. Creo que los trabajos dirigidos a los niños se encuentran inmersos dentro de lo general, que es el desarrollo del cine, y en ese sector se podría hacer muchísimo más. Lo que se está demostrando es la capacidad que tenemos los uruguayos para crear y producir obras en serie y en serio. Tiene que haber más fondos y más apoyos”, afirma.